BLOOMBERG

Sin salvavidas, Maduro pone a prueba la resistencia venezolana

Oficialmente, el segundo mandato del presidente Nicolás Maduro es de seis años. Sin embargo, durará solo mientras la moribunda economía venezolana lo permita.

President Maduro Attends Pro-Government Students Day Rally
President Maduro Attends Pro-Government Students Day Rally | Photographer: Carlos Becerra/Bloomberg

Oficialmente, el segundo mandato del presidente Nicolás Maduro es de seis años. Sin embargo, durará solo mientras la moribunda economía venezolana lo permita.

El sucesor de 56 años de edad del fallecido Hugo Chávez ha resistido las amenazas más obvias antes de su posesión el jueves. Ha capoteado protestas, intentos de destitución, un intento de asesinato y las sanciones de Estados Unidos. Ha pisoteado las reglas de los mercados y las normas internacionales y se enfrenta al aislamiento tras unas elecciones el año pasado que más de 60 países se niegan a reconocer. Pero a medida que los salvavidas económicos de Venezuela disminuyen, su supervivencia dependerá de su resistencia.

En su próximo mandato, Maduro tendrá que alimentar a una nación hambrienta, impulsar la producción de la estatal Petróleos de Venezuela SA y eludir a los acreedores que amenazan con tomar activos en el extranjero. El presidente ha profundizado los vínculos con aliados autoritarios como Rusia, China y Turquía, pero solo han brindado un apoyo limitado.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Maduro no muestra signos de vacilación: "Llueva, truene o relampaguee", dijo esta semana, "Venezuela continuará su camino".

Pasando hambre

Desde la elección de Maduro en 2013, tras la muerte de Chávez, el país se ha debilitado por la mala gestión, la corrupción y el colapso de la industria del petróleo. En 2018, las exportaciones de crudo, que una vez hicieron del país el más rico de América del Sur, se desplomaron a un mínimo de tres décadas de 1,25 millones de barriles diarios. Eso ha devastado a una población que ahora lucha contra una escasez similar a la de los países soviéticos, los precios en alza y la desnutrición.

"El año pasado, para mí, fue el peor año, fue catastrófico para todos. La inflación está acabando con nosotros", asegura Betty Díaz, quien dirige un comedor comunitario en Petare, un tugurio en las laderas del este de Caracas. Díaz alimenta a 130 niños diariamente, pero tuvo que dejar de recibir a los adolescentes en favor de los más jóvenes y desesperados. “Muchos hacen una sola comida al día en su casa y dependen de nosotros. Cada vez nos cuesta más, todo está más caro día a día".

Válvula de presión

Los apagones y el desmoronamiento de los servicios públicos son endémicos, tanto en el campo como en la capital. En Caracas, los residentes hacen fila en los manantiales de las laderas de la montaña para llenar jarras y bañar a los niños, mientras los hambrientos escogen entre los contenedores de basura.

Las personas huyen ante el hambre y la hiperinflación, la cual, según el índice Café Con Leche de Bloomberg se sitúa en casi 225.000 por ciento. Unos 3 millones de venezolanos viven ahora en el extranjero, y miles más salen cada día. El éxodo ha abrumado a los vecinos de Venezuela, pero los líderes regionales no han podido coordinar una respuesta que obligue a Maduro a cambiar el rumbo, y el flujo de salida reduce la presión por el cambio.

La semana pasada, el presidente colombiano, Iván Duque, se presentó junto al secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, y exhortó a los gobiernos a "unirse para rechazar la dictadura venezolana y hacer todos los esfuerzos necesarios para restaurar la democracia". Doce naciones latinoamericanas más Canadá, el llamado Grupo de Lima, instaron a Maduro la semana pasada a entregar el poder a la asamblea nacional liderada por la oposición y convocar a nuevas elecciones.

El Departamento del Tesoro de EE.UU. ya ha sancionado a Maduro y a docenas de sus aliados, incluido el presidente de la Asamblea Constituyente, Diosdado Cabello. Ahora EE.UU. está considerando incluso designar a Venezuela como estado patrocinador del terrorismo.

Flujo desbordante

En medio de todo esto, EE.UU. sigue siendo el principal comprador de crudo venezolano. Pero las sanciones financieras impuestas por el gobierno de Trump han impedido que el país recaude efectivo para revitalizar a la empresa petrolera estatal, conocida como PDVSA. Maduro ha confiado en China y Rusia para obtener préstamos, créditos y empresas conjuntas que mantengan el flujo de crudo, pero los economistas dicen que no es suficiente para detener la caída de la producción.

"Para aumentar la producción se necesita inversión, pero no hay condiciones para pedir nuevos préstamos por parte de PDVSA, ni tampoco para que haya inversiones masivas en el área petrolera", asegura Henkel García, director de la consultora Econométrica, en Caracas.

Venezuela no solo ha sido excluida de los mercados de capital, sino que los acreedores están atacando. Los inversionistas en deuda han comenzado a agruparse para exigir más de US$9.000 millones en pagos de bonos vencidos.