Después de cinco años de crisis política, dificultades económicas o trastornos comerciales, México y Brasil por fin están disfrutando de un momento de estabilidad monetaria. Pero no espere que dure mucho.
La volatilidad implícita a un mes para ambas monedas se desplomó en el cuarto trimestre ante la tregua comercial entre Estados Unidos y China y las señales de una postura de pausa sobre tasas por parte de la Reserva Federal. A nivel nacional, la aprobación de las reformas de pensiones en Brasil, la intervención monetaria del banco central y la aprobación de T-MEC han ayudado a eliminar posibles incertidumbres.
Pero la clave de la volatilidad el próximo año podría estar en las tasas de interés. El banco central de México ya ha bajado las tasas a un día en 100 puntos básicos desde agosto y los mercados contabilizan reducciones de otro punto porcentual en 2020, aunque seguirán estando entre las más altas de los mercados emergentes. En Brasil, el real cayó a un mínimo histórico después de que el banco central redujese los costes de endeudamiento al nivel más bajo registrado. La disminución del atractivo de las tasas en ambos países puede conducir a una mayor volatilidad.
Commerzbank espera que el peso mexicano se deprecie a más de 19 una vez que se haya disipado la “euforia” en torno a la aprobación del T-MEC en el Congreso de Estados Unidos. Con un crecimiento decepcionante y continuos recortes de tasas, una ola de ventas de la moneda mexicana ejercerá una presión al alza sobre los indicadores de volatilidad.
“Creo que la volatilidad aumentará el próximo año”, dijo Ilya Gofshteyn, estratega de Standard Chartered, con sede en Nueva York. “Los amortiguadores de un menor rendimiento sugieren que el real brasileño y el peso mexicano se están volviendo más vulnerables a episodios de mayor volatilidad a medida que avanzamos hacia 2020”.