Ansiosa por una fuente de dinero en efectivo, Venezuela busca material para vender entre galpones de desechos industriales, terrenos con autopartes viejos y material de construcción.
Y por más que encuentre, debido a las sanciones estadounidenses que paralizan cada vez más su economía, el régimen de Nicolás Maduro sólo parece haber encontrado un cliente: Turquía.
La compra de 27.800 toneladas de chatarra de metal que hizo recientemente Ankara a la estatal Corpovez -que tiene el monopolio en Venezuela para la venta de cobre, acero y otros materiales similares- constituye la más reciente contribución turca al gobierno de Caracas. En julio el gobierno de Recep Tayyip Erdogan ya le había comprado oro por un valor de 40 millones de dólares, en claro desafío a las sanciones de Estados Unidos.
Corpovez anunció que la venta fue hecha en agosto. En un video que colgó en Twitter el 13 de agosto la compañía mostró un contenedor con chatarra siendo transportado a un buque, el Anshun, sin detallar hacia dónde se dirigía la carga. El barco fue visto en el terminal de Isken en Turquía el 30 de agosto, según datos de rastreo de buques de Bloomberg.
Hace más de una década, la exportación de chatarra era una entrada segura y permanente de divisas. No era un negocio muy grande; por ejemplo, los escasos datos disponibles muestran ventas de US$18 millones en 2004, pero fueron constantes.
Pero después los compradores, que en un momento incluían a EE.UU., Japón, España y China, comenzaron a alejarse. La transacción más reciente registrada por el Instituto Nacional de Estadística fue de 2.000 toneladas de chatarra a Cuba, por un total de US$420.000.
Entonces, entró Turquía. Erdogan, un firme partidario de Maduro, denunció las sanciones de EE.UU. durante una visita a Caracas en diciembre pasado, diciendo que Venezuela enfrentaba “ataques manipuladores de ciertos países y actos de sabotaje de asesinos económicos”. Los productos turcos (pasta, arroz y harina de trigo) ayudan a llenar las cajas de alimentos subsidiados que el gobierno vende a parte de la población venezolana cada mes.
En 2017, el gobierno de Maduro declaró que la chatarra de metal era “material estratégico”, crucial para el desarrollo industrial del país y el año pasado prohibió a cualquier compañía que no fuera Corpovez venderla o exportarla. Pero eso no frenó el mercado negro del rubro. Según la oficina del fiscal, 1.350 toneladas de piezas de cobre, aluminio, acero, hierro y bronce fueron robadas por contrabandistas entre agosto de 2017 y agosto de 2019.
Los traficantes de chatarra asaltan las tuberías de campos petroleros, extraen el cableado de cobre de las subestaciones de electricidad y arrancan placas de bronce de tumbas en cementerios. Las plantas inactivas en las fábricas de hierro estatales han sido desmanteladas y vendidas, según la Asociación de Ingenieros Mineros y Metalúrgicos de Venezuela.
No queda claro cuánto pagó Turquía por su envío de chatarra. Funcionarios de Corpovez no respondieron a solicitudes de comentarios.