El crecimiento del riego en Argentina registró un salto significativo en los últimos dos años con más de 63.000 hectáreas incorporadas y 185 millones de dólares de inversión privada en tecnologías hídricas, según datos oficiales de la Secretaría de Agricultura. En este contexto, este medio se comunicó con Juan Amboldi, socio gerente de Galam Agro y especialista en sistemas de riego.
Juan Amboldi explicó cuáles son los dos métodos que hoy dominan el mercado argentino, el riego por pivote y el riego por goteo. Sobre el sistema que lidera su empresa, definió: “Básicamente es un riego como si estuviera lloviendo. Es una estructura metálica que gira y se desplaza por el campo y riega desde arriba a los cultivos”.
En qué consiste el riego por goteo
Mientras que el goteo, más orientado a cultivos de alta intensidad, funciona de forma diferente: “Básicamente es una manguera que está enterrada o sobre la superficie y lo que hace es gotear en los lugares que el cultivo lo necesita”. Ambos sistemas, aclaró, “tienen mayor impacto en la superficie hoy en día”.
Amboldi recordó que estas tecnologías no son nuevas: “El pivote nace en Estados Unidos y el goteo arranca en la zona de Israel, más o menos en el año 60”. Y destacó su presencia en el país: “Acá en Argentina llegan los dos hará unos 40 años y empieza su desarrollo realmente potente a mediados de los 90”.
El productor y la constante búsqueda de rendimiento
Asimismo, resaltó el beneficio inicial que busca el productor: “El cliente normalmente llega por un aumento de rendimiento”. En maíz, por ejemplo, señaló que puede darse “un aumento de rendimiento del 30% promedio”. Pero subrayó que el mayor valor aparece después: “El mayor beneficio que tiene es estabilizar su cosecha”.
Para el entrevistado, el impacto estratégico es enorme: “Saber que él va a tener un rendimiento anual parejo y poder planificar a partir de ahí sus gastos, sus inversiones y demás”. Incluso permite algo decisivo en la economía moderna del agro como es “saltar a un cultivo de alto valor como la papa, la cebolla, el ajo o la zanahoria”.
Uno de los puntos más fuertes fue el impacto territorial y social del riego. “El riego transforma. No solo transformamos la tierra, sino que transformamos las regiones”, comentó. Sobre la misma línea, explicó por qué: “El riego necesita mano de obra calificada, el que era un puestero pasa a ser un operador de riego y quiere que su hijo también se eduque”.