Juan Pazo, titular del ARCA y ex AFIP, defendió la política económica del Gobierno frente a la baja transitoria de retenciones. Pazo explicó que “los productores recibieron más plata que el viernes, pasando de 298 a 350 dólares promedio por tonelada”. Aclaró que la medida no buscó beneficiar a las cerealeras sino dar previsibilidad cambiaria. Recordó su experiencia personal como productor: “Cada vez que había una crisis, las medidas siempre nos perjudicaban; ahora fue distinto, se cuidó la moneda sin castigar al campo”.
Pazo explicó que "las exportadoras no tienen los volúmenes suficientes para cubrir estos 7 mil millones de dólares", por lo que "para poder cumplir los cupos a los que se comprometieron bajo declaración jurada van a tener que comprar alrededor de 4 mil millones de dólares a los productores". "Está en los productores defender el precio, nosotros no intervenimos en los mercados", dijo.
El funcionario sostuvo que esta decisión marcó un quiebre respecto de gobiernos anteriores. Enumeró medidas como retenciones, cupos de exportación y el impuesto país. Subrayó que “ningún gobierno fue tan consistente entre lo que dijo y lo que hizo: nosotros bajamos impuestos”. Detalló que desde el inicio de la gestión se redujeron más de dos puntos del PBI en tributos, con rebajas definitivas para economías regionales, lácteos, porcinos, insumos de producción y un 20% menos en carnes y granos.
Transparencia, previsibilidad y efecto en la economía real
Pazo afirmó que la baja impositiva generó transparencia y confianza en el mercado. Relató que “cuando se anunció la medida, los barcos comenzaron a llamar a la gente y el puerto de Rosario pasó de estar vacío a colapsar de trabajo para octubre, noviembre y diciembre”. Consideró que el impacto se vio en toda la cadena: estibadores, fleteros, estaciones de servicio y comercios barriales. “Todo eso vuelve a los pueblos en forma de empleo y consumo”, aseguró.
El funcionario también destacó la transparencia en la comunicación. “Nunca filtramos medidas antes de tiempo, ni con la salida del cepo ni con la baja de aranceles”, afirmó. Rechazó la idea de complicidad con las cerealeras, señalando que ni siquiera los propios funcionarios conocían las decisiones hasta el día del anuncio.
El costo fiscal y la dinámica de la medida
Pazo rechazó las críticas sobre el costo fiscal de la baja de retenciones. Explicó que “cuando se mide en dinámica, la actividad generada produce más recaudación y más inversión futura”. Aclaró que lo importante no es la foto del momento, sino el efecto multiplicador en la economía real. Ejemplificó con la compra de maquinaria agrícola y fertilizantes que ya comenzó tras la medida: “Un productor con el 15% menos de soja se compró un tractor en un día”, relató.
En este sentido, defendió que la reducción impositiva no comprometió el superávit fiscal, considerado un ancla innegociable del programa económico. Insistió en que la política oficial privilegia la inversión, la producción y el empleo antes que la recaudación inmediata.

Señal política y mensaje para el futuro
Pazo interpretó la baja de retenciones como una señal política de largo plazo. Afirmó que “ante una situación de estrés, este Gobierno no subió impuestos ni aplicó cepos; hizo lo contrario, bajó impuestos”. Consideró que esto revela el ADN de la gestión: estabilidad macroeconómica, baja de inflación y respeto por la iniciativa privada. “El campo siempre fue el más castigado en las crisis; hoy es el más beneficiado”, concluyó.
Finalmente, remarcó que la medida se extenderá hasta octubre para los productores de carne y aves. Reiteró que la política oficial es clara: menos impuestos, más competitividad y más trabajo.