Es el único miembro del gabinete de Cristina Fernández de Kirchner que sobrevivirá a la transición. Lino Barañao, doctor en química y con una extensa trayectoria como investigador, continuará al frente del Ministerio de Ciencia y Tecnología después del 10 de diciembre. El anuncio causó sorpresa entre la comunidad científica que había mostrado su preocupación por la continuidad de las políticas públicas de ganar Mauricio Macri y había llamado a votar por Daniel Scioli. (ver recuadro).
En diálogo con PERFIL, Barañao contó pormenores de su decisión, aseguró que aspira a que el ministerio tenga más interacción con otras áreas del Gobierno, como producción y economía, y confesó que quienes no están contentos con su continuidad en el cargo son sus hijos: “Les había prometido que me tomaba vacaciones y se enteraron por sus amigos de que yo había aceptado. Pero entienden que éste es un momento central de mi vida”.
—¿Cómo llegó el ofrecimiento de Cambiemos?
—Había pedido hablar con Marcos Peña porque quería ponerme a disposición para ayudar al nuevo ministro/a y que no hubiera discontinuidad en la tarea del ministerio. Mi decisión ya estaba tomada, iba a dejar la función. De hecho, ya había puesto la mitad de mi oficina en cajas. Pero bueno, en esa charla me ofrecen el cargo, algo que me tomó por sorpresa. Puse mis condiciones, en cuanto a mantener mi equipo y el presupuesto, y también les dije que lo iba a consultar con la Presidenta. Actualmente soy ministro y, además, tengo una deuda ética para con ella porque creó el ministerio, me puso en el cargo y ha sido la artífice de lo que ocurrió en todos estos años. La Presidenta no dudó en decirme que tenía que seguir. Lo pensé, lo hablé con mi equipo y luego le transmití mi decisión a Peña. Esto ocurrió en menos de 48 horas.
—¿Si había decidido dejar la función pública, ¿qué lo hizo cambiar de opinión?
—Había un riesgo de que se desmantelara todo lo que habíamos hecho en este tiempo. El equipo del ministerio estaba muy desmoralizado. No es que hubiera una certeza de que esto iba a ocurrir, pero la historia argentina muestra que siempre que hubo un período así, la ciencia tuvo un momento oscuro. Mucha gente estaba haciendo planes para irse a otro lado. Veía con tristeza que la parte más importante, que son los recursos humanos, se iba a perder. La responsabilidad, de cierta forma, pasó a ser mía. Una cosa es que uno no desee colaborar, pero si hay un ofrecimiento concreto y uno no lo acepta, luego no puede quejarse si las cosas no van bien.
—Usted fue crítico con el macrismo en cuanto a que no había acompañado proyectos como Arsat y la creación de nuevas universidades. ¿Cambió su posición?
—No, no cambié mi punto de vista. Eso fue así, como también critiqué la falta de inversión en CyT de la Ciudad de Buenos Aires que tiene la mayor concentración de científicos del país y, sin embargo, no ha hecho un uso efectivo de ese capital. Lo que ahora hay es una propuesta diferente, tal vez producto de la integración del gabinete. Presumo que más allá de la opinión que pueda tener uno u otro funcionario cuando se arma un equipo de trabajo y empieza a haber una lógica política diferente, hay espacio para reformular algunas concepciones. Me parece que lo que ocurrió en los 90 fue muy diferente porque la sociedad era distinta. No sólo fue producto de una economía liberal sino de una apatía del sector científico que había tirado la toalla porque consideraba que no había nada para hacer. Hoy hay una conciencia muy fuerte de la comunidad científica de que es posible hacer otra cosa, tener equipamiento, buenos salarios e infraestructura. Y eso se va a defender, ya es un derecho adquirido. Por otra parte, si tal como se ha propuesto viene una etapa de desarrollo, necesariamente eso pasa hoy por el conocimiento, por la tecnología. Si no apostamos a la innovación, no hay futuro. Esto debe ser un objetivo común para cualquier fuerza política.
—Los científicos decían que si ganaba Macri, iban a volver a lavar los platos. ¿Usted les garantiza que eso no va a pasar?
—No puedo garantizar eso. Lo que garantizo es que si eso pasa, yo no sigo. También se lo dije a CFK cuando asumí. Si no cuento con los fondos para hacer lo que tengo que hacer, no puedo seguir. No voy a ser responsable de desmantelar ni de detener el progreso de esta actividad. Creo que saben que ése es mi rol, no soy alguien que está acá por el sueldo de ministro. Está implícito el compromiso de apoyar mi gestión.
—¿Qué le contesta a los kirchneristas más duros que le dicen “traidor”?
—Entiendo que les sorprenda mi decisión porque realmente yo hubiera pensado eso de mí mismo de no haber sabido las condiciones, cuál era la opción. Cuando uno valora el costo de aceptar o no, tiene que saber cuál es la alternativa. Si la alternativa es que se desmantele todo, yo iba a ser responsable. No entiendo la satisfacción de pretender la profecía autocumplida, eso de “dijimos que se iba a destruir la ciencia y pasó”. ¿Quién gana con eso? Hay que mantener esto, luchar desde adentro para que continúe y de convencer a quienes haya que convencer de que éste es el camino. Ese es mi rol. Lo absurdo es que hay muchos kirchneristas duros que me condenan y la Presidenta fue quien tomó la decisión y la que me defiende. Evidentemente, hay gente más papista que el Papa.
La continuidad de Tecnópolis y el Conicet
“Tecnópolis va a continuar. Marcos Peña me dijo incluso que querían jerarquizarla”, le aseguró a PERFIL Lino Barañao. Para el ministro, se trata de una feria que no tiene equivalente en ningún lugar en el mundo: “No es un parque de divesiones, es una manera muy directa de provocar vocaciones científicas, de transmitir conocimiento. Es algo que estoy dispuesto a defender porque creo que Tecnópolis es un derecho adquirido de la gente. Lo mismo que el canal TecTV”.
Acerca de otros organismos que dependen del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Barañao sostuvo que se están discutiendo los cargos y que el objetivo es mantener a todas las personas que han mostrado idoneidad en su función. “La idea es tener un equipo altamente calificado como hasta ahora. Hay que poner más énfasis en la interacción con el sector privado”. Con respecto al Conicet, trascendió que su presidente, Roberto Salvarezza, presentará su renuncia el 11 de diciembre. “Es un cuerpo colegiado. Hay un directorio integrado por investigadores que decidirán su reemplazo. Claramente debe ser un científico reconocido porque es una comunidad muy exigente”.