CIENCIA
Vivió hace 80 millones de años

Descubren en Egipto el fósil más antiguo de cocodrilo marino

Un equipo de paleontólogos egipcios y estadounidenses descubrió en Egipto el fósil más antiguo conocido de cocodrilo marino, una especie llamada Wadisuchus kassabi. El hallazgo redefine la historia evolutiva de estos reptiles y posiciona al continente africano como su cuna original.

cocodrilo marino
Representación artística del Wadisuchus kassabi, elaborada por el equipo del Mansoura University Vertebrate Paleontology Center (MUVP). | MUVP / Nathan Dehaut – Artwork.

En las arenas del desierto occidental de Egipto, un grupo de científicos hizo un descubrimiento que cambia la comprensión sobre el origen de los cocodrilos marinos. Se trata de Wadisuchus kassabi, un reptil prehistórico que vivió hace unos 80 millones de años, durante el Cretácico Superior.

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El fósil —compuesto por cráneos y hocicos en distintos estados de crecimiento— fue hallado en las cercanías de los oasis de Kharga y Baris, en la región del Nuevo Valle. Según los investigadores, se trata del miembro más antiguo conocido de la familia Dyrosauridae, un linaje extinto de cocodrilos marinos que sobrevivió a la extinción de los dinosaurios.“Este hallazgo demuestra que África fue la cuna de los dirosáuridos, un grupo que luego se expandió por todo el mundo”, explicó el paleontólogo Belal Salem, de la Universidad de Ohio.

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Cómo se descubrió Wadisuchus kassabi

El estudio fue liderado por el profesor Hesham Sallam, del Centro de Paleontología de Vertebrados de la Universidad de Mansoura, junto con un equipo de especialistas de Egipto y Estados Unidos. El nombre de la especie rinde homenaje al profesor Ahmed Kassab, una figura clave en el desarrollo de la paleontología egipcia.

Durante las excavaciones, los científicos hallaron dos cráneos parciales y dos hocicos que pertenecían a cuatro individuos de distintas edades. Esta diversidad permitió analizar cómo se desarrollaban los dirosáuridos a lo largo de su vida, algo inusual en el registro fósil.

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Con la ayuda de escáneres 3D y modelos digitales, los investigadores lograron reconstruir el aspecto del animal: un cocodrilo marino de entre 3,5 y 4 metros de longitud, con un hocico largo y estrecho y dientes afilados, adaptados para capturar peces y presas marinas.

Adaptaciones de un depredador marino

Los análisis anatómicos revelaron rasgos únicos que diferencian a Wadisuchus kassabi de otros cocodrilos prehistóricos. Entre ellos, la presencia de cuatro dientes frontales en lugar de cinco, narinas situadas en la parte superior del hocico —lo que le permitía respirar mientras permanecía sumergido— y una hendidura profunda en la punta del hocico, donde se unían las mandíbulas.“Estas características muestran una evolución progresiva en la mordida y en las adaptaciones al entorno marino”, explicó Sara Saber, paleontóloga de la Universidad de Assiut.

Los resultados del análisis filogenético —el estudio de las relaciones evolutivas— sitúan a Wadisuchus kassabi como el eslabón más antiguo de los dirosáuridos, empujando el origen del grupo entre 87 y 83 millones de años atrás, mucho antes de lo que se pensaba.

La importancia del hallazgo para la ciencia

Hasta ahora, los fósiles de dirosáuridos más antiguos provenían de regiones costeras posteriores en el tiempo, lo que hacía pensar que su origen estaba fuera de África. Pero este descubrimiento, publicado en la revista The Zoological Journal of the Linnean Society, cambia el panorama.“Egipto se consolida como un sitio clave para entender la evolución de los reptiles marinos y la biodiversidad del Cretácico”, destacó Sallam.

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Además, el hallazgo ofrece una visión inédita del desarrollo juvenil de estos cocodrilos marinos. Al estudiar individuos de distintas edades, los científicos pudieron observar cómo variaban las proporciones del cráneo y la dentadura a lo largo de su crecimiento, aportando pistas sobre su comportamiento alimenticio y ecológico.

El desierto occidental egipcio es una de las zonas paleontológicas más prometedoras del continente. En la misma región ya se habían encontrado restos de ballenas primitivas y otros reptiles del Cretácico, lo que sugiere que en ese entonces la zona estaba cubierta por un mar cálido y poco profundo.

Los investigadores planean continuar las excavaciones para buscar más fósiles que permitan completar la historia evolutiva de los dirosáuridos y comprender cómo sobrevivieron a la extinción masiva que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años.