Creada en 2006, Arsat es la empresa estatal dedicada a brindar servicios de telecomunicaciones. Desde la estación de Benavídez, en el partido de Tigre, se controlan los dos satélites geoestacionarios que Argentina lanzó al espacio en 2014 y 2015. Desde allí también se brinda soporte técnico a los servicios de Televisión Digital Abierta, Red Federal de Fibra Óptica y uno de los mayores data centers del país.
Convertida en un emblema K durante la última década, con el nuevo gobierno la empresa pasó a la órbita del Ministerio de Comunicaciones que dirige Oscar Aguad. En reemplazo del kirchnerista Matías Bianchi, asumió el 23 de diciembre el yerno de Aguad, el abogado Rodrigo de Loredo, ex legislador radical en Córdoba. Consciente de que su relación con Aguad le juega en contra a la hora de ser juzgado por su idoneidad para el cargo, De Loredo asegura que se rodeó del “mejor equipo”: Henoch Aguiar, ex secretario de Comunicaciones durante el gobierno de Fernando de la Rúa, Oscar González, abogado especializado en telecomunicaciones, y el ingeniero Roberto Pérez.
En una de sus primeras entrevistas desde que asumió, De Loredo negó los rumores de venta de la empresa y aseguró a PERFIL que Arsat “es una política de Estado”.
—¿Con qué empresa se encontró al asumir?
—Recibí una empresa que cumplió un tremendo objetivo, preservar la soberanía orbital, que estaba en riesgo. Dicho cometido está garantizado. Una empresa que, además, tiene dos satélites orbitando en perfecto estado de salud. Una empresa cuyo capital más grande probablemente sea su capital humano científico. Me encontré con una empresa que tiene un activo muy importante para el Estado argentino. Hay que discutir si el volumen de inversión se corresponde con el activo encontrado. Eso está en estudio. Estamos a toda marcha en un proceso de diagnóstico de la situación. En el debe hubo, como en otras áreas, mucha utilización política de la empresa, en la que se invirtieron más de 2.500 millones de dólares. Para nosotros Arsat es una política de Estado, por eso lo que esté bien vamos a seguir haciéndolo y vamos a mejorar lo que esté mal.
—¿Hubo mal manejo del dinero público?
—Encontramos desprolijidades en todo lo administrativo. Se ejecutaban obras y se tomaban decisiones de inversiones elevadísimas sin los rigores que hubiesen requerido esos niveles de inversión. Arsat funcionó mediante levantar la mano y pedir, en promedio, $4 mil millones de inversión pública por año. El control de cómo gastaban esa plata es uno de los temas más preocupantes que encontré. Otro tema muy preocupante es la falta de aprovechamiento económico y financiero de los servicios que se pueden brindar desde la empresa. Lo más claro y preocupante es la comercialización de Arsat 2. En el mundo satelital, por lo general se hacen preventas de hasta el 50 o 60% del satélite que vas a lanzar. Arsat 2 está prácticamente en cero en su comercialización. Ya hay un lucro cesante muy elevado. Y es más grave porque para comercializar la pisada de Arsat 2 en Canadá y EE.UU. tenés que tramitar la new right (permiso), que no se hizo. Tampoco se ha comercializado lo que estaba en condiciones de ser comercializado de fibra óptica y unidades de data center. Hubo una reticencia a buscar autonomía financiera.
—En las redes sociales se difundió el rumor de que la empresa había vendido los satélites Arsat 1 y 2 a Francia. ¿Qué hay de cierto?
—De cierto no tiene nada. Me río de eso. Dudamos mucho de responder porque es darle entidad a un rumor. Muchas veces no vale la pena contestar una cosa absolutamente traída de los pelos. Me tuve que meter en internet para ver qué era esa empresa Talent que se mencionaba, y vi que es una empresa de recursos humanos. Al igual que con los despidos: se dijo que despedimos a 350 personas. No tocamos ni un solo científico. Desplazamos a 22 personas, de las cuales la mitad eran gerentes y los otros eran jefes, salvo dos personas que no lo eran y el gremio siguió peleando por ellos. Fueron los cambios de una nueva gestión. Había diez personas que estaban dentro del convenio de trabajo con remuneraciones de casi 70 mil pesos.
—¿Por qué cree que se difundieron esos rumores?
—Hay una estrategia de querer usar a Arsat transversalmente. Como Arsat está nutrido de éxitos tecnológicos y científicos, se exagera una decisión para tratar de proyectar la otra batalla global. Se toman decisiones de apartar un recurso humano que no cumple tareas en el Congreso de la Nación. Como hay pocos argumentos para defenderlos, se inventa que acá hay despidos masivos de científicos.
—El rumor hablaba de Talent; lo cierto es que Bianchi firmó en diciembre un acuerdo con la empresa francesa Thales Alenia Space para construir la carga útil del Arsat 3.
—Esa también puede ser una causa inspiradora de miedos. Nosotros estamos revisando esos contratos porque son muy importantes presupuestariamente. Con Thales son 49 millones de euros, y con Arianespace, 72 millones de dólares. Lo primero que hicimos fue averiguar si había alguna exigencia de naturaleza contractual para la firma con un gobierno que ya se sabía que se estaba yendo. No había ninguna.
—La anterior gestión planificó para 2019 el lanzamiento del Arsat 3. ¿Se mantiene este proyecto?
—Estamos estudiando el proyecto. La idea es que la Argentina continúe fabricando satélites, ya que hay pocos países en el mundo que lo hacen. En principio, el plazo de 2019 sigue en marcha. Creemos que como está diseñado está muy bien, pero queremos opinar si es la mejor tecnología escogida (se reservó la banda Ka con llegada al hogar).