Una clase de zumba en un gimnasio de Cheonan, en Corea del Sur: 112 infectados de coronavirus. Un funeral en Vitoria, España: 60 infectados. Un ensayo de un coro en una iglesia cerca de Seattle, Estados Unidos: 52 infectados. Un baby shower en Necochea, Argentina: 30 infectados.
A medida que se analiza cómo se expandió el SARS-CoV-2 por todo el mundo, los científicos se van encontrando episodios como estos en los que una sola persona es la responsable del contagio de grandes grupos en espacios cerrados. Estas personas son conocidas como “super spreader” o supercontagiadores, una figura que intriga a los investigadores y de la que cada vez se suman más datos que confirman su rol clave en la pandemia de coronavirus.
Una evidencia procede de la genética. En España, un reciente estudio –pendiente aún de revisión por pares– encabezado por el genetista Antonio Salas Ellacuriaga, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela, ha reconstruido el árbol evolutivo de 5 mil genomas de SARS-CoV-2 secuenciados en 70 países de todo el mundo, incluido la Argentina.
“Analizamos la variabilidad genómica del virus y observamos que hay unos patrones que apuntan a que en casi todas las partes del mundo ha existido la figura del supercontagiador”, explicó Salas en una entrevista con PERFIL. “La conclusión a la que llegamos es que un tercio o la mitad de todos los contagios es a través de ellos”.
—¿Qué pudieron descubrir del árbol evolutivo del SARS-CoV-2?
—Analizamos casi 5 mil genomas del virus de 70 países, incluidos unos pocos de Argentina. El virus ha ido evolucionando desde que surgió a principios de noviembre en Wuhan, China. Una vez que surge, el virus se va diversificando y se van generando nuevas cepas, las cepas han ido creciendo constantemente allí donde ha llegado el virus. No es que que todas las cepas han salido de China, de China han salido las primarias, los focos de dispersión del virus, y a partir de ahí ha habido mutaciones domésticas. En Argentina seguro tienen sus propias mutaciones, como en todas partes del mundo. Nosotros hemos descripto ciento setenta y pico de cepas o linajes, y cada una de ellas podríamos subdividirlas aún más.
—¿Cómo llegaron a la figura del supercontagiador?
—Observamos unos patrones de la variabilidad genética que son compatibles con la figura de un superontagiador. Un genoma que se repite muchas veces y a partir de ahí derivan otros genomas con una mutación o dos alrededor de ese epicentro. Esa es la imagen típica de un supercontagiador: es un genoma único y muchos que derivan a partir de él. No tenemos los datos epidemiológicos para investigar cómo se ha ido transmitiendo el virus, tenemos unas señales que son compatibles con la figura del supercontagiador. La conclusión a la que llegamos es que un tercio o la mitad de todos los contagios es a través de supercontagiadores. Ya hay estudios epidemiológicos que se han realizado y van en el mismo camino, en algunos estudios hablan de que el 10% de la población contagia al 80%.
—¿Que características tiene la figura del supercontagiador?
—Es una persona que tiene más facilidad para contagiar a otros. Así dicho es muy sencillo pero el problema es entender qué hace que una persona sea supercontagiadora. Eso no lo sabemos aún. Lo único que sabemos por estudios previos, en otras epidemias, es que siempre han existido, han existido en el SARS, en el MERS. Se sospecha que existen ciertas características que se pueden dar conjuntamente en una persona para que sean más contagiosas, como por ejemplo que tengan una mayor carga viral, que sea asintomática o que tenga períodos de incubación muy largos. Uno de los aspectos que más nos interesan a los genetistas es investigar la posibilidad de que existan variantes genéticas en determinadas personas que facilitan o que están relacionadas a esa predisposición a facilitar el contagio. Personas que tienen más secreciones respiratorias, más sudor, ciertas características fisiológicas que a lo mejor facilitan el supercontagio. Mirarlo desde el punto de vista genético nos puede dar a entender los mecanismos moleculares que subyacen a esta figura. No es algo banal, se sabe que las epidemias tienen cierto efecto exponencial, crecen de forma exponencial. Un supercontagiador juega un rol importante en la epidemia porque a partir de él puedes acelerar muchísimo el proceso de transmisión del virus. De no existir, seguramente el brote hubiera sido más lento o de otra manera. Fuera de eso, hay comportamiento sociales que ayudan al supercontagio. Personas que se mueven mucho, que viajan a zonas de riesgo o que socializan mucho. En Argentina, hábitos como compartir el mate ayudan al supercontagio.
—¿Qué han observado en cuanto al origen del virus? Hay personas que aún creen que “se escapó” de un laboratorio chino…
—Lo que observamos es que es un virus que muta como cualquier otro coronavirus. Que un virus haya tenido un salto zoonótico, entre animal y un humano, no es nada nuevo, ha sucedido a lo largo de toda la historia. Nuestro genoma es en buena medida fruto de toda esa intervención, de esa relación que tenemos con los virus. Los virus llevan muchísimo más tiempo que nosotros sobre la Tierra. Y nosotros llevamos interaccionando con ellos antes incluso que hayamos sido Homo sapiens. Estos virus han evolucionado con otros virus, se puede datar cómo se relaciona ese virus con los coronavirus de murciélago y de pangolín y se pueden establecer esas analogías. No existe nada en especial en el coronavirus que nos haga sospechar que haya sido fruto de un laboratorio. En este tipo de cuestiones, si no tengo un principio de prueba, no me lo planteo. Es muy fácil divulgar cualquier cosa, pero de lo que se trata es de aportar evidencias científicas. Es algo terrible lo que está pasando con la intoxicación informativa.
Cuatro clases
◆ Supercontagio biológico: individuos con alta capacidad de transmisión por un motivo biológico, por ejemplo, porque su carga viral en un momento determinado es muy alta.
◆ Supercontagio social: personas con mucha interacción social, por tipo de trabajo o aficiones.
◆ Lugares de alto riesgo, como residencias geriátricas, centros de salud y hospitales.
◆ Escenarios oportunistas: misas, eventos deportivos, fiestas populares, conciertos o reuniones familiares.
El desafío de lograr una vacuna
¿Cómo afecta la variabilidad del virus el desarrollo de una vacuna? “No soy especialista en vacunas, pero tengo la intuición de que existe una diversificación del virus muy grande y que a lo mejor podrían darse las circunstancias de que fuera necesario mantener varias vacunas. Por ejemplo, con el virus de la gripe que muta más, las vacunas se actualizan todos los años. En este virus, quizás no es que se tenga que actualizar todos los años, pero a lo mejor con cierta frecuencia”, opina Antonio Salas Ellacuriaga.
“Como genetista veo una diversificación del virus muy grande, a pesar de que la tasa de mutación es moderada. Al fin y al cabo la diversificación genética redunda en una diversificación del funcionamiento del virus. Es posible que haya pequeñas variaciones en la forma de que el virus infecte o que el virus sea capaz de reproducirse. Imagino que la variabilidad genética que observamos podrá tener un impacto funcional y quizás también en el diseño de las vacunas”, analizó.
Para el especialista, sería muy precipitado pensar que la vacuna esté disponible para finales del año. “Aunque sean dos años, ya sería una vacuna en tiempo récord”, finalizó.