Gabriel Petrucelli tiene 37 años, es analista de sistemas e hincha fanático de Independiente. A la alegría por el ascenso a primera del club de sus amores se suma hoy –Día del Padre– un motivo especial de festejo: sus hijas Paloma y Malena, que nacieron a fines de 2012 tras un largo e intenso camino.
Es que Gabriel pudo ser papá después de haber atravesado un cáncer testicular y gracias a haber criopreservado (conservado en frío) muestras de su esperma durante 13 años. Se trata de uno de los períodos más largos de almacenamiento de semen que han dado lugar a un nacimiento en el país (el récord mundial lo tiene una pareja inglesa con 21 años).
“Cuando nos enteramos de que el resultado de la fertilización in vitro era positivo, no lo podíamos creer. Fue inesperado que los tres óvulos fecundados ‘prendieran’ en el primer intento, aunque después quedaron sólo dos. Tener a las nenas con nosotros es una sensación imposible de describir con palabras, que demuestra que todo lo que pasamos valió la pena”, dijo a PERFIL Gabriel desde Río de Janeiro, Brasil, donde vive ahora junto a su mujer, Bernarda Sagula, y sus mellizas.
En 1999, luego de su primera cirugía y ante una recidiva (reaparición del tumor), Gabriel debía empezar sesiones de rayos y quimioterapia para vencer el cáncer. En ese momento decidió criopreservar espermatozoides gracias al consejo de su oncólogo, que le advirtió que el tratamiento podía afectar su fertilidad. Hoy, 15 años después, todavía hay cinco muestras de él “esperando” en Cryobank, el centro fundado hace 26 años por Raymond Osés, especialista en medicina reproductiva.
“Le estoy muy agradecido al médico que en ese momento me dio la opción, porque yo tenía 20 años, no conocía a Bernarda y no pensaba en tener hijos ni tenía el deseo. Eso fue apareciendo con los años. Pero de no haber sido por la criopreservación, hoy no sería padre biológico”, agregó Gabriel.
Este método, por el cual miles de espermatozoides se congelan a -196 °C en tubos de nitrógeno líquido, es la única posibilidad para los hombres que por patologías oncológicas, enfermedades laborales derivadas de la exposición a químicos o rayos, operaciones que comprometen la fertilidad e incluso vasectomías programadas pierden su capacidad reproductiva.
“La criopreservación da a los pacientes una esperanza desde la ciencia, pero además es muy útil desde lo psicológico porque genera una idea de futuro”, explicó Osés, director de Paternity Bank, el programa de paternidad diferida de Cryobank. Una vez que el paciente toma la decisión de ser padre, la muestra de esperma se descongela y, luego de realizar estudios ginecológicos en la mujer, comienza la estimulación ovárica y se realiza una inseminación artificial o una fertilización in vitro.
“Al principio pensamos en la adopción, pero dado que Gabriel sufría por no poder darme hijos, le dimos una chance al tratamiento, que fue intenso. Estamos juntos desde 2007 y atravesamos muchas cosas: las sesiones de rayos y quimio, el tratamiento de fertilización, la mudanza a Brasil y, finalmente, el parto de las nenas a los ocho meses de gestación. Pero lo importante es que todo valió la pena”, sostuvo Bernarda.
Aunque no se sabe con exactitud cuántos años pueden conservarse las muestras congeladas, se está trabajando por la difusión de los casos y para fomentar la concientización del cuidado de la fertilidad. “Hay una movida internacional que se denomina ‘oncofertilidad’ que apunta a que los hombres y las mujeres con cáncer sepan que pueden preservar su fertilidad, aunque es importante aclarar que no toda persona que atraviesa un tratamiento oncológico pierde su capacidad reproductiva, e incluso de hacerlo puede recuperarla en algún momento”, sostuvo Osés.
“Creo que todas las personas tendrían que pensar en las variantes que nos ofrece la ciencia, estén o no en situación de enfermedad, porque significa la posibilidad de dar vida”, concluyó Gabriel.
Una opción pensando en el futuro
En nuestro país, la posibilidad de congelar espermatozoides para programar la paternidad a futuro está disponible desde 1983. Si bien al principio costó que se instalara, sobre todo porque los oncólogos no lo recomendaban por estar preocupados en salvarles la vida a sus pacientes, en los últimos diez años la criopreservación creció mucho e incluso hoy se utiliza también para su función de banco anónimo de donantes de semen.
“En el país actualmente todos los centros de fertilidad tienen la capacidad de criopreservar semen por tiempo indeterminado. Hay aproximadamente unos veinte, y salvo el Hospital de Clínicas y dos centros del conurbano bonaerense, todos son privados”, refirió Fernando Gorosito, ginecólogo especialista en oncología y fertilidad, integrante del Hospital de Clínicas, la Unidad de Fertilidad San Isidro y el Centro Médico de la Mujer.
Los costos varían de acuerdo con el centro. Para dejar las muestras –por lo general se recomienda que sean tres– va de los $ 500 a los $ 3 mil, mientras que el costo de mantenimiento anual ronda los $ 2.500; es decir, aproximadamente $ 200 por mes.