CIENCIA
Prohibido para menores de 18 años

Proponen restricciones a la compra de pastillas para adelgazar

Durante los meses de verano hay un aumento en las ventas de este tipo de medicamentos. También influyen sobre su consumo los contenidos de las redes sociales.

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Alternativas. Bajar de peso en forma sostenible requiere de cambios permanentes en el estilo de vida. | Shutterstock

La vuelta de las vacaciones siempre es difícil, más aún al contemplar los kilos extras que se traen del receso. Este punto se acentúa en los jóvenes, quienes al encontrarse ante una exhibición constante en redes sociales se exponen a la desinformación sobre los métodos mágicos para bajar de peso. Y eso ayuda a explicar que en la Argentina ya se haya presentado un proyecto de ley que busca prohibir la venta de pastillas para adelgazar a los menores de 18 años. Y también propone restricciones a la publicidad engañosa que las acompaña.

La iniciativa, impulsada por Roberto Basualdo, senador nacional por la provincia de San Juan, contempla sancionar a las farmacias que inciten el consumo de estos productos y que faciliten su compra por parte de los jóvenes.

“El verdadero problema de estas pastillas en adolescentes es su efecto adverso: al inhibir el apetito, hacen de antesala a la aparición de trastornos de  la alimentación como la bulimia y la anorexia” le dijo a PERFIL el representante sanjuanino del bloque Producción y Trabajo.

En el país, la venta de estos fármacos se triplicó desde 2005 (de 52 a 153 millones de unidades) y, según la Asociación Argentina de Farmacia y Bioquímica, casi el 20% de estos consumidores son menores de 18 años.

“No existe una molécula mágica que por su cuenta genere pérdida de peso significativa. El problema de las pastillas en adolescentes es la falta de control ya que no hay tratamiento que no incluya cambios en la conducta. Siempre debe ser recetado y, su ingesta, acompañada de elementos que regulen cuánto se come, cuánto uno se mueve y de qué manera las emociones controlan el acto de comer”, asegura Mónica Katz, directora de la Diplomatura en Obesidad de la Universidad Favaloro.

Según datos de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (Saota), casi el 30% de los jóvenes posee algún trastorno de alimentación. En relación con ello, Beatriz Grippo, licenciada en Nutrición y miembro del Programa de Adolescencia del Hospital de Clínicas, confirma que es más frecuente detectar al adolescente con estas patologías en verano ya que buscan adelgazar de inmediato. “Digo ‘detectar’ porque los jóvenes esconden su problema. Se acercan al Hospital por un apto físico o a través de la queja ‘hago de todo para bajar de peso y no lo consigo’. En general no buscan visibilizarlo, y dejar de comer es solo un síntoma”, manifestó la nutricionista.

Por su parte, Rosa Labanca, médica nutricionista y miembro de la Comisión Directiva de Saota, asegura que todo problema estético es área del profesional de nutrición ya que puede desencadenar una restricción intensa en la ingesta de comidas y así generar un problema mayor. “Siempre que haya una obsesión con el peso, sea objetiva o subjetiva –no estar conformes visualmente con su cuerpo– amerita una consulta con un especialista. Comenzar a tomar pastillas por su cuenta no resuelve ningún problema”.

Las especialistas sugirieron un tratamiento que incluya cambios permanentes en el estilo de vida. “Los ejes de esta transformacion son tres: ejercicio, dieta saludable y bienestar mental”.
La actividad física regular es vital, sea bajo el método que sea. El ideal para este grupo etario es realizar, al menos, 12 mil pasos cada día; algo que se logra en parte reduciendo el “consumo” de horas de pantalla, acompañando a los padres en sus tareas cotidianas o jugando con amigos.

Por otra parte, la dieta debe ser lógica y completa, adecuada a esta etapa del desarrollo y maduración. Esto significa que, para los jóvenes, no están indicadas las dietas restrictivas, salvo que se trate de un caso de morbilidad patológica.

Y, finalmente, deben aprender a manejar el hambre “emocional”. Esto es el estrés, materializado en consumo emocional de alimentos, algo que se vuelve un fenómeno muy común.
En otras palabras, según Katz, “comer en demasía, ya sea por aburrimiento o por ansiedad, no se soluciona consumiendo pastillas y medicamentos para adelgazar”.