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Bienvenidos al posperonismo

Va cobrando forma el sector no kirchnerista que intenta terciar en la polarización entre Mauricio Macri y CFK.

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‘ESTA BOCA ES MIA’ Cristina Kirchner | DIBUJO: PABLO TEMES

No se sabe si el filósofo rumano Mircea Eliade pensó en Argentina cuando escribió  El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición. Fue en 1949, apenas cuatro años después del nacimiento del peronismo. Lo que sí está claro es que el movimiento creado por Juan Perón sigue con vida finalizando la segunda década del siglo XXI. Evidentemente los gritos enardecidos enfrentados de “vamos a volver” y “no vuelven más” van a escucharse más fuerte que nunca de aquí a las elecciones.

Cristina is back. No hay forma de saber si la frase adjudicada a la dos veces presidenta “si me traen uno que mida, no soy candidata” fue honesta o un artilugio para dejar claro que es la poseedora personal del voto de por lo menos un tercio de los argentinos, y que su único adversario es Mauricio Macri.  

Lo que sí es público y notorio es que en sus dos últimas apariciones públicas Cristina Kirchner dejó sentadas las bases de la estrategia discursiva de campaña para intentar ser nuevamente protagonista de la historia. Primero en su exposición en el Senado por la discusión sobre la ley de Presupuesto del año 2019 dejó claro que según ella “no se sale de la recesión ajustando el gasto público. Con este presupuesto vamos a profundizar el sufrimiento de la sociedad argentina”. También dejó un misterioso pronóstico: “Va a ser un sacrificio inútil”.

La segunda exposición fue en el ámbito más amable del microestadio de Ferro con motivo del Primer Foro de Pensamiento Crítico, organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Allí en su presentación de una hora rechazó la idea de que se tratara de una “contracumbre” en oposición al G20, como había quedado medianamente establecido, sino como espacio progresista que “excede a izquierdas y derechas”, para ingresar –siempre según sus palabras– en una nueva categoría de pensamiento: el pueblo. Allí Cristina encuentra al menos una coincidencia con el PRO que siempre rechazó su caracterización de derecha para autodefinirse como posideológico.

También la ex presidenta dejó en su exposición dos definiciones que dieron tela para cortar. En primera instancia propuso analizar, para oponer, dos modelos de gobierno: el neoliberalismo encarnado en Cambiemos contra la década de su gobierno caracterizada como “populista”. Hasta ahora el término había sido empleado por algunos medios masivos, básicamente como sinónimo de “demagogia” en términos peyorativos. No casualmente Chantal Mouffe, compañera del fallecido Ernesto Laclau, presentaba esta semana en la Argentina su nuevo libro Por un populismo de izquierda. En una segunda definición hizo su esperada convocatoria a la construcción “de un nuevo frente social, cívico y patriótico que agrupe a todos los sectores agredidos por el neoliberalismo”, a lo que agregó que “no puede ser la división entre los que rezan y los que no rezan, un lujo que no nos podemos permitir, porque en nuestro espacio hay pañuelos verdes, pero también hay pañuelos celestes, y tenemos que aprender a aceptar eso”. Una parte del movimiento feminista, que a su modo subpolarizó la disputa con los sectores antiabortistas, se atragantó con la definición.

¿Podrá la Cristina ecuménica romper esa paridad que muestran prácticamente todas las encuestas de opinión hasta el momento y que la lleva a un empate con Mauricio Macri? Evidentemente es un juego político distinto al de 2017. En aquellos días el Gobierno apostaba fuerte a la polarización porque contaba con una economía que si bien no era floreciente presentaba un crecimiento aceptable, con el soporte de la obra pública difuminada en todo el país ayudando al nivel de actividad, y por otro lado tenía a su mayor contrincante atravesada por las causas judiciales.  

Hoy la polarización entraña una contingencia que es obviamente el desempeño de las variables económicas. A favor del Gobierno se muestra el freno al dólar al costo de una caída general de la actividad con pocos precedentes y brumoso horizonte. Cristina cuenta con la profundización de la crisis, e incluso con la necesidad de que el Gobierno precise  ampliar aún más la ayuda del FMI. El Fondo es un enemigo de bajo costo –en lo interno– para el kirchnerismo reloaded que de aquí en más tendrá que escuchar con frecuencia la palabra “reestructuración”, un verdadero diablo en los círculos financieros internacionales.

Ampliación. Frente al nuevo escenario, el Gobierno comienza a discutir un cambio histórico en su estrategia tendiente a ampliar la base de sustentación de Cambiemos (¿se seguirá llamando así para 2019?). Los rumores sobre la posible incorporación de Miguel Angel Pichetto, Juan Manuel Urtubey y algunos intendentes en la nueva versión 2019 fueron completamente performativos, generando alarmas en el radicalismo, en el “lilitismo”, pero también en el peronismo no K.

El radicalismo se encuentra en pacífica rebelión por la derrota en el Consejo de la Magistratura, pero ahora se agregó esto. Saben que si se integrara el peronismo a la alianza nunca va a ser para un gentil acompañamiento, no solo que va a discutir claras porciones de poder sino también la línea política. Además, la especie funcionó dramáticamente para el peronismo de las múltiples denominaciones. Una fuga de esas características sería el final, porque implicaría dar la razón a los que creen que han sido funcionales al modelo macrista. Por eso se han movido con mayor velocidad esta semana que en los últimos tres años. Desde el vamos tienen nueva marca: Alternativa Federal, que al menos codifica la denominación.

La nueva arquitectura muestra una mesa más densa con nueve gobernadores, incluso el resistido Juan Manzur, además de Sergio Massa y Pichetto. También se propone abrir la convocatoria al progresismo de Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín, y quizás al socialismo santafesino. Pensando en este factor se eliminó la palabra “peronismo” de la denominación. Pero como no podía ser de otra forma se abrieron dos hipótesis. La primera es que realmente del Alt-fed debe salir una candidatura por algún mecanismo a consensuar. Puede ser mediante una encuesta, no hay PASO posible para tanta gente. El deseo de máxima en esta versión es dejar tercero al macrismo y tener un mano a mano con Cristina en un ballottage para sellar a pleno el posperonismo. La otra hipótesis es que todo el armado es para decirle a Cristina que ahora sí hay un candidato que mide, ofrecerle una salida digna y que el proyecto ahora puede seguir en buenas manos. ¿Será posible?

*Sociólogo (@cfdeangelis)