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dilema

Caranchear o animarse a más

La tentación del ‘sálvese quien pueda’ pelea codo a codo con los esfuerzos de quienes creen en que tenemos un destino común.

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Rapaz. Patricia Bullrich. | pablo temes

Tres temas sobresalen esta semana en la agenda política, uno de índole social –droga adulterada y consecuencias–, otro político –la renuncia del jefe del bloque del oficialismo– y otro internacional, la gira presidencial. 

La cuestión del narcotráfico empieza a poner contra las cuerdas a la sociedad argentina y, principalmente, a sus dirigentes. No sabemos por cuanto tiempo, la muerte de al menos 23 personas y la milagrosa salvación de más de cincuenta por una buena respuesta del sistema de salud bonaerense, ocupará la primera plana de los diarios. 

La tragedia social no evitó el “carancheo” (algo así como tomar del objeto desordenadamente para mi provecho) de la política. Funcionarios y líderes políticos de cualquier grupo o sector, tratan de obtener réditos políticos dañando a otros miembros de la propia coalición o de la contraria. Mientras tanto, la falta de respuesta afecta directa o indirectamente al hombre y la mujer argentina en su pertenencia a una comunidad. Ese bien común del que desconfiamos y ya casi no creemos, pero el único que justifica la estructura de un país y la conducción del mismo. ¿Tanto nos perdimos?

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Los temas de la agenda de los políticos no tiene nada que ver con el ciudadano de a pie

Quienes conviven con el fenómeno, realidad gravísima y concreta en nuestro país, constatan que solo se hace agenda por un hecho como el ocurrido, o a veces por alguna matanza entre bandas. 

En esas ciudades y pequeñas localidades saben y viven que el problema no se explica solo con Justicia y policía. 

Tantas veces el narcotráfico se convierte en ordenador de una comunidad, o en competencia desigual en la oferta de trabajo, que es sesgado, interesado, mezquino o hasta inocente creer que algo de tanta encarnadura puede ser sujeto de carancheo político. 

La necesidad de encarar este tema no es local, ni tampoco nacional. El impacto social, económico y criminal del tráfico de drogas, es uno de los grandes temas de la agenda global, ya que no se ha logrado en el mundo una estrategia exitosa en términos comunitarios. 

Hay experiencias valiosas, pero no hay victoria. Por tanto, exige hacia afuera una activa cooperación regional y global y hacia adentro la imprescindible participación de la sociedad civil, a través de sus organizaciones, en especial de los movimientos sociales y de las distintas iglesias en territorio, pero también de la Justicia, de la agencias de salud pública y privada, de los centros de estudios y especialistas y de los agentes de seguridad pública.

La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque oficialista ha sido el tema de todos los análisis políticos de los último días, por el sacudón que provoca lo que su figura, por cargo y apellido, significa para la política argentina. Ya se ha dicho casi todo. La sensación del ciudadano de a pie, es que los temas que ocupan la agenda de los políticos poco tienen que ver con su destino. Y, sin embargo, siempre tienen el carácter de grave y hacen pensar que puede caerse todo. 

Vivir con esa incertidumbre es una constante. Su problema es llegar a fin de mes y si podrá contar con algo para el descanso. O si mantendrá o conseguirá trabajo. 

O si lo que emprendió no se caerá con las últimas medidas. ¿Qué motiva todos estos movimientos estelares de los políticos? Los carancheos que una acción así provoca, que la misma acción significa, ¿qué beneficio colectivo traen? 

No hay tiempo para líderes cuyas convicciones se anteponen a encontrar respuestas comunes a las urgencias coyunturales y estructurales de un país tan quebrado. La sensación es de lejanía y divorcio. Y solo crece la incertidumbre. Parecía que con el acuerdo anunciado –pendiente desde que empezó el Gobierno– podría venir algo de certidumbre, algunos se encargaron de avisar que no. Y que no les importa. 

Lo que es peor para la confianza que se necesita recrear.

Por último, la gira del Presidente. La política exterior no puede en este siglo ser un nicho, es parte estructural y transversal de la política de desarrollo que tiene que darse un país. Nuestro talón de Aquiles. Eso que no logramos acordar. Por lo tanto no sorprende que hoy solo exprese lo mismo que pasa en la política doméstica y que tan bien lo explicita Esteban Actis en su reciente artículo en revista Panamá

Se maneja en “pequeñas mesas separadas y distintas” y no en el tablero general. 

No hay política doméstica que no requiera mirada internacional ni hay vinculación bilateral que no necesite articularse con la global. Se acabaron las mesas individuales.

Pero además, la inevitabilidad de tener que articular con todas las potencias que compiten entre sí, requiere para nuestros países hacerlo empoderándonos con todo lo que podamos. Hacerlos solos, sin Brasil al menos, nos deja a la merced de sus intereses. Siempre lo estamos, por nuestras pocas capacidades, pero no hay chance de lograr ventajas estructurales si no juntamos fuerzas con otros actores

No somos ni tan importante ni tan imprescindibles para que sus intereses nos comprendan.  

La agenda global, que tiene directo impacto local (financiera, medioambiental, de salud, de seguridad) está plagada de actores poderosos, públicos y privados. No hay manera de dar respuestas locales sin esa mirada global (esa mesa grande al decir de Actis), pero sobre todo, sin juntar y sumar actores parecidos para incrementar el volumen y la estatura a la hora de intentar que, más que plegamiento pueda haber negociación.

Y como con el grave problema del narcotráfico, la política exterior requiere un anclaje global y local imprescindible, con la participación de actores relevantes y pertinentes, que abonen a esa construcción que necesitamos de articular política de desarrollo con política exterior. Si hasta la política exterior es sujeto del carancheo político, lo que se daña es la escasa capacidad que retenemos de hacer algo fructíferos nuestros intereses. 

No es tiempo de carancheo, es tiempo de resignificar. ¿Seremos capaces? La tentación de sacar tajada y “sálvese quien pueda” pelea codo a codo con los esfuerzos significativos de pequeños grupos de todos los colores y sectores, que con energía joven y más energía femenina, cree que es hombro con hombro y con destino común. 

Ahí esta la esperanza. 

 

*Directora de la Escuela de Política y Gobierno de la UCA.