COLUMNISTAS
EL MUNDO EDITORIAL EN LENGUA ESPAÑOLA, DE DUELO

Con Muchnik se fue un modelo de editor y fotógrafo

En Madrid falleció el gran editor argentino Mario Muchnik. Cultivó la fotografía y la edición con pasión equivalente. De una intuición envidiable, publicó en nuestro idioma a los premios Nobel Canetti y Gurnah.

20220402_muchnik_cedoc_g
Muchnik. Pertenecía a la rara estirpe de los editores intuitivos y salvajes. Amaba la fotografía. | cedoc

“Me da mucho más margen de libertad el blanco y negro que el color. El color es para mí como una prisión, agrega un elemento innecesario a lo que es la fotografía. El hecho de que el suéter de este hombre sea azul o rojo me da igual (y señala su foto de Ernesto Sabato). La foto es abstracción, es bidimensional, la realidad es multidimensional”. De esta manera, Mario Muchnik presentaba la exposición Retratos literarios en el Instituto Cervantes de Frankfurt en 2008. Constaba de 58 fotografías sobre escritores y pensadores del siglo XX. Como buen editor, corregía el título, le parecía más pertinente llamarlas “Vivencias literarias”, porque con su cámara Leica, que llevaba a todos lados, las tomaba por sorpresa, sin poses de los retratados. 

Sus últimas fotos de Cortázar las tomó en 1983, en las sierras de Segovia, y las llamaba “El último verano de Julio”. En una de ellas aparece reflejado en los lentes de sol redondos, estilo Isabel Perón, que el escritor lucía a propósito. A su manera, quería que su editor estuviera en la escena como Diego Velázquez en Las meninas. El domingo pasado, Mario Muchnik falleció en Madrid, a los 91 años. Además de la trayectoria, vale la pena rescatar la huella de su paso en la historia de la literatura, que algunos llaman intuición, pero de la que podemos pensar en el carácter intelectual del editor de un libro, cómo el mismo tiene un efecto tardío como señal, resurgiendo una obra o marcando el destino de nuevos lectores y escritores.

Es que en la definición fotográfica del principio anida la esencia del oficio de editor: la página tiene el blanco del papel, la tipografía el negro de la tinta, y el resultado es una gama de contrastes sucesivos que conforman el acto de lectura; allí se consolida el artificio del tiempo, que puede generar retardo, un viaje al pasado, otros al futuro. En sí, actos de imaginación. Y tal vez por esto último el libro perdura como objeto analógico de papel pese al avance tecnológico. El carácter predictivo editorial de Muchnik se hizo evidente con el último Premio Nobel de Literatura: en la década del 80 fue el primero en publicar en nuestra lengua las novelas Paraíso y Precario silencio, de Abdulrazak Gurnah. En 1981 ocurrió algo parecido con Elías Canetti, cuando ganó el mismo premio: había publicado tres títulos del búlgaro de origen sefardí que dormían en el depósito, acierto que luego insufló un aire de ventas indispensable a su editorial en Barcelona.

Todo esto lo plasmó en casi veinte libros, entre autobiográficos y técnicos. En Lo peor no son los autores. Autobiografía editorial 1966-1997, recuerda el trato con autores como Italo Calvino, Elías Canetti, Bruce Chatwin, Julio Cortázar, Primo Levi, Ismael Kadaré y Amos Oz, entre otros, vale decir que allí escribe retratando, a la vez que tira por tierra la nefasta leyenda: “Los escritores son insoportables”

De su sabiduría editorial resulta magistral Editar Guerra y paz, allí publica sus apreciaciones y cartas con la traductora en torno al clásico de Tolstoi. Con Editing-Arte de poner los puntos sobre las íes y difundirlas; Banco de pruebas: memorias de trabajo, 1949-1999; Normas de estilo (y una posterior actualización), y Léxico editorial: para uso de quienes todavía creen en la edición cultural, libros publicados entre 2000 y 2002, da testimonio de las normas indispensables para la edición de estilo (tironeando con los autores, amargo combate que no cesa) y edición editorial con corrección de pruebas de página, algo que debería ser obligatorio antes de autorizar un número de ISBN, al menos en la Argentina. Para más prestigio, cultivó una profunda amistad con editores como Giulio Einaudi y Carlos Barral, lo que da cuenta de su personalidad atractiva y buen trato.

El aspecto fundamental es la formación, entre la academia y la práctica. Muchnik, luego de estudios secundarios en Buenos Aires (nació en Ramos Mejía), obtuvo en 1953 la licenciatura en Física en la Universidad de Columbia, el doctorado en la Università degli Studi, y fue profesor en el Instituto de Física Nuclear, ambos en Roma, hasta 1966, donde optó por la fotografía y, luego de retratar el Mayo del 68 en París, se dedicó a la edición junto a su padre, Jacobo Muchnik, quien estableció una editorial en Buenos Aires (1955) que más tarde tomaría el nombre de Fabril Editora, donde publicó, entre otros, a Rafael Alberti, Witold Gombrowicz, Franz Kafka, Arthur Miller y Ernesto Sábato. De origen judío eskenazí, emigraron de Argentina como sus ancestros de Rusia; Jacobo marcó para siempre el medio editorial argentino, y ambos, al mercado español.