Cierto día, siendo intendente de la ciudad de Córdoba, Luis Juez recibió un llamado del entonces presidente Kirchner. “Hay 2.500 viviendas para tu ciudad”, le dijo Néstor. “Hablá con Julio por los detalles”, completó. Julio era –es– Julio de Vido, ministro de Planificación e Infraestructura. Y así lo hizo Juez, quien por ese entonces comulgaba con el incipiente kirchnerismo.
La reunión con el poderoso ministro lo puso frente a una realidad muy distinta. “La obra la va a hacer Electroingeniería”, fue la orden que emanó del ex funcionario hoy –y seguramente por bastante tiempo más– preso. “Si hacemos eso vamos todos a parar a la cárcel. Hay que hacer una licitación y cumplir la ley”, respondió Juez. Fue el final de aquel proyecto.
Días después el mismísimo Kirchner le recriminó: “¿Qué tiene de malo que Electroingeniería haga la obra?”.
Manos a la obra. La ciudad de Córdoba se quedó sin esas 2.500 viviendas que fueron a parar a otro lado en donde las autoridades seguramente dijeron amén a esta orden de Kirchner y a su ministro De Vido. Juez contó eso hace muchos años, pero casi nadie le prestó debida atención.
El mismo Kirchner le recriminó: "¿Qué tiene de malo que Electroingeniería haga la obra?"
Lo que se está viviendo en la Argentina de hoy es inédito. Los cuadernos de Centeno han producido un efecto dominó que es imparable en su dinámica e imprevisible en su alcance y consecuencias. En ese devenir incierto hay varias cosas que señalar. Una de ellas, la declaración de Carlos Wagner, que ha sido una bisagra. Hasta su testimonio, toda la plata negra circulante de la que se habla en los cuadernos habían caído dentro del rubro aportes para las campañas electorales. A partir del testimonio de Wagner, que fue presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, la escena cambió. Ya no se habla solo de aportes de campaña sino de coimas para logra la adjudicación de obras públicas. Pero el poderoso empresario hizo algo más: reconoció también la cartelización. Se presentaban siempre las mismas firmas a una licitación de resultado ya fijado y acordado de antemano. Señaló que quien arreglaba esa distribución era De Vido con la aquiescencia de todos los participantes de esta pantomima.
Esta declaración y lo que sucedió con los directivos de Techint terminó por alertar a otros empresarios que no habían aparecido aún en el caso, que comprendieron la gravedad de lo que estas declaraciones significaban también para ellos. Por eso, el viernes se vivió un clima de frenesí en los tribunales de Comodoro Py. Se comprende: cuanto más tarde declara un protagonista de esta historia delictiva más datos comprobables tiene que aportar para poder ingresar al régimen del arrepentido. “Mire que los boletos de la clase económica se agotaron; ahora quedan solo los de clase ejecutiva”, es la frase con la que en los pasillos de Tribunales se grafica esta situación.
Hay un detalle que no es menor: ninguno de los que se han presentado a declarar conocen qué y cuánto saben el juez y el fiscal. Este es un dato para tener muy en cuenta. Stornelli ha recabado y obtenido un sustancioso cuerpo probatorio. El trabajo que se hizo desde el mismo momento en que nuestro destacado colega Diego Cabot presentó las copias de los cuadernos a la Justicia ha sido intenso y fructífero. Por eso, cuando en su desesperación por desacreditar toda la investigación el kirchnerismo furioso cuestiona la ausencia de los cuadernos originales, comete un error de apreciación grosero. Los testimonios han sido tan contundentes y resonantes que la etapa de los cuadernos como elemento de prueba ya ha sido superada. En verdad –y para hablar con propiedad– ya no son testimonios sino confesiones.
El juez federal Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli supieron tener una relación tormentosa en otros días de sus carreras judiciales. Esto ha cambiado y hoy lo que impera entre ellos es la armonía. La incorporación del fiscal Carlos Rívolo es un hecho positivo para la investigación.
Es importante tener noción de que lo que estamos viendo es una novela trágica por capítulos, de cuya dimensión no todos tienen una idea acabada. Hay que entender un dato: el halo del “Club de la Obra Pública” se extiende sobre todo el país. Esto quiere decir que, los mismos fenómenos de corrupción que se están descubriendo en obras a nivel nacional, se van a encontrar en muchas otras de nivel provincial y municipal. Y, en este marco, es relevante recordar que todavía falta el “Capítulo Odebrecht”.
Hay temas de fondo. Lo que ponen sobre la mesa los cuadernos no es solo la corrupción del kirchnerismo, sino el financiamiento de las campañas políticas de todos los partidos. El “Club de la Obra Pública” no limitó sus aportes solo al kirchnerismo. Esta situación tiene además consecuencias económicas directas. Uno de los temas en los que se había sembrado una fuerte expectativa es el sistema de PPP (Participación Público Privada). Para lo que fuera el último trimestre de este año, había que empezar a mostrar cierta actividad en las obras.
Cristinizados. Hoy, todos los participantes en las PPP, tienen directa o indirectamente involucramiento con el tema de los cuadernos, tanto Roggio como Techint, como Esuco, y tantas otras, están todas directa o indirectamente –porque lo hicieron en forma de UTE (unión transitoria de empresas)– en el pasado alguna de las obras vinculadas al kirchnerismo. El riesgo país en 620 puntos indica que hay mucha gente vendiendo títulos de Argentina, sacándoselos de encima y perdiendo plata.
La presencia de Cristina Fernández de Kirchner en el Senado es una carga pesadísima para el Partido Justicialista. Durante la sesión del miércoles pasado en la que se debatió el proyecto sobre despenalización del aborto, en los pasillos del Senado el tema era el pedido de allanamiento a las oficinas de la ex presidenta. Fuera de su núcleo duro, su figura genera en el peronismo un rechazo profundo. Más allá de lo que se le pueda comprobar, gobernadores y legisladores del peronismo conocen el sistema de corrupción edificado durante el kirchnerato. Muchos de ellos también debieron sufrirlos a Julio de Vido y a José López. Y muchos de ellos buscan explicaciones sobre la fortuna que amasaron los Kirchner durante sus 12 años en el poder.
Es el momento de la Justicia que tiene una deuda enorme con la sociedad. Solo con una Justicia honesta, independiente y con responsabilidad republicana, se podrá recorrer el largo y arduo camino para la construcción de un país más decente y libre de una corrupción que asquea y mata.
Producción periodística: Lucía Di Carlo