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Convicción sin responsabilidad

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Max Weber. Padre de la moderna sociología. | cedoc

Había terminado recientemente la Primera Guerra Mundial, el 11 de noviembre de 1918, y Alemania estaba devastada y humillada por la derrota, cuando Max Weber (1864-1920) pronunció en la Asociación de Estudiantes de Munich la conferencia que se convertiría poco después en uno de sus textos clásicos sobre política. Aquella era la segunda de dos exposiciones que Weber, filósofo, economista y padre de la moderna sociología, brindaba en su ciudad natal a los jóvenes integrantes de la Asociación. Pronunciada el 28 de enero de 1919, llevaba como título “La política como vocación y como profesión”. Fue publicada como texto durante el siguiente verano, a partir de la versión taquigráfica que el propio Weber revisó y editó. Dueño de un pensamiento autónomo y crítico en el mejor sentido de la palabra, y reacio a cualquier alineamiento político e ideológico, este notable pensador estudió a fondo los efectos del capitalismo sobre la cultura occidental, así como las consecuencias de un racionalismo y positivismo extremos sobre la psicología colectiva de las sociedades de su época. Cavó en profundidad, mucho más allá de la superficie de los fenómenos políticos, sociales y religiosos, y dejó una huella que perdura hoy.

Las virtudes perdidas

En aquella célebre conferencia, Weber definía la política como aspiración a participar en el poder, ejercerlo y distribuirlo en cualquier asociación humana, sean organizaciones, familia, trabajo o Estado, aunque centraba su mirada en este último escenario. “Quien hace política aspira al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder por el poder, para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere”, señalaba. Y quien tiene el poder, añadía, debe tener también el monopolio de la fuerza, porque de lo contrario se impondrá la anarquía. No entendía fuerza como represión sino como imposición de la ley. Rica y brillante en consideraciones sobre la actividad política y también sobre las vinculaciones del empresariado y el periodismo con ella, sobre todo con los aspectos oscuros de esas relaciones (tema en el que el pensamiento de Weber es implacablemente actual), una cuestión nodal de “La política como vocación y como profesión” es la distinción entre ética de la convicción y ética de la responsabilidad como guías de la actividad política. En este punto conviene advertir una diferencia entre moral y ética. Mientras la moral dice lo que se debe hacer, a partir de valores socialmente consensuados para posibilitar la convivencia, la ética de cada persona exhibe lo que esta elige hacer. Por eso puede haber (y abunda) ética sin moral, o inmoral.

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En el país de las pesadillas

De acuerdo con Weber, quienes se orientan por la ética de la convicción en un escenario complejo y cambiante como es la política van por sobre todas las cosas en busca de un fin, y en tanto los impulsa ese fin no pueden detenerse, y no se detienen, en medir las consecuencias. “Lo primero que hago es cuestionar la solidez interior que existe tras esta ética de la convicción”, decía apuntando a la cuestión moral. Luego agregaba: “Es infinitamente conmovedora la actitud de un hombre que siente realmente, y con toda su alma, esta responsabilidad por las consecuencias y actúa conforme a una ética de responsabilidad”. Llegado un momento, pensaba Weber, esa persona dirá: “No puedo hacer otra cosa, aquí me detengo”. Donde hay responsabilidad, el otro está presente, porque las consecuencias de las acciones afectan siempre a otro u otros. Convicción sin responsabilidad significa que vale todo. El texto de Weber es, aun con la distancia en el tiempo y el contexto, de una lucidez, una profundidad y una vigencia notables. Lo rescatado en este breve espacio sirve para mostrar cómo en la actual campaña (y en el ejercicio de la política aquí y ahora) convicción y responsabilidad marchan en direcciones opuestas. La bajeza, la hipocresía y la desvergüenza de los candidatos (con el oficialista como líder en esos rubros, aunque los opositores no se privan) anuncian a diario que vale todo y que la responsabilidad es para ellos materia desconocida.

*Escritor y periodista.