La situación de los gitanos ha empeorado en los últimos años, debido al crecimiento de la gitanofobia en nuestro país y en la región. Para debatir el tema, días atrás se realizó en Buenos Aires el segundo taller sobre “La realidad romá en las Américas”, con la participación de Fernand de Varennes y Karim Ghezraoui, del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, y delegaciones de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Canadá.
En particular, los representantes de Chile aportaron un video en el que se ve cómo un campamento de Puerto Mont es abrasado por las llamas. Días antes, un joven chileno había sido atropellado por una camioneta que testigos vieron estacionada junto a una carpa. Los vecinos, enardecidos, acusaron a los gitanos de “asesinos, ladrones y sucios” y luego arremetieron con furia sobre la población. Golpearon y apalearon adultos, animales y hasta a una niña de 3 años. También quemaron sus tiendas, autos, colchones y alfombras. Sus ahorros y el oro familiar fueron devorados por las llamas. Luego de las pericias, los carabineros determinaron que ésa no era la camioneta en cuestión.
La delegación argentina presentó dos hechos ocurridos en la provincia de Córdoba. Guillermo Tráico contó que una veintena de gitanos fueron a una clínica a realizar una “cadena de fuerza” para un familiar que estaba muy enfermo. Los directivos de la clínica se molestaron y llamaron a la policía que los sacó con violencia y los encerró durante tres días. Tráico hizo la denuncia por abuso de autoridad, pero como contrapartida la policía allanó su domicilio y le quitó todo lo que halló de valor, hasta los anillos y cadenas de oro que llevaba en el cuello y en las manos. Van tres meses y todavía nada les fue devuelto. Otro gitano, Stele Tráico, tiene un hijo discapacitado al que le armaron una causa por asociación ilícita, pese a que las autoridades lo saben, y el joven sigue preso sin recibir los cuidados pertinentes.
En Mar del Plata, la policía secuestró a gitanos más de 200 vehículos, por un supuesto lavado de dinero. La Justicia no halló ninguna irregularidad en los vehículos, pero a los gitanos aún no les devuelven sus pertenencias.
Durante el taller, Daniel Yoryevich recordó el caso de su hija Yanela Ayelén, a quien en 2014 la mató la policía porque la vio en un Mini Cooper, y creyó que era robado. La adolescente tenía 14 años y el auto lo acababa de comprar el padre.
Todavía hoy en nuestro país las autoridades se empecinan en mantenernos invisibilizados a los gitanos. Llevo casi veinte años transitando los ministerios llevando programas de alfabetización para la población gitana: me escuchan y no me reciben más.
*Escritor, editor y docente. Su última novela es El alma de los parias.