A la hora de los vínculos y, también, de las relaciones de poder, cada persona, ciudadano, poblador, ocupa, alternativamente, el rol de algún fiambre. ¿En cuántas situaciones hemos sido o somos el “salame” o el “salamín” al que la realidad, unas veces lo pica fino y, en otras, lo pica grueso?
La vice. “Tiene mucho carácter, pero yo también”, dijo sobre Karina Milei. |
AFP
Hablar de fiambre en Semana Santa puede sonar extemporáneo. Un tiempo, gastronómicamente, propicio para los pescados y pastas y, yendo un poco más allá, dejar de lado la carne, para asignarle algo de espacio al espíritu y las buenas obras.
Pero la frase de la vicepresidenta/e (?), en un reciente reportaje en “¿La ves?” de TN, nos da lugar para hablar de fiambres y afines.
La vice, al referirse al “Jefe”/a (?), a la hermana del Presidente, y al supuesto vínculo complicado entre las dos, dijo: “Tiene mucho carácter, pero yo también”, “Es brava, pero nos llevamos bien” y, riéndose, agregó: “Somos parecidas en algunas cosas, y en otras, no”, “En el medio está Javier, pobre jamoncito”.
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En Argentina somos propensos a los apodos y frases que provienen de diversos oficios y profesiones. Muchas tienen origen en los alimentos. “Sos un panqueque”, “es un flan”, “estás a la parrilla”.
Los fiambres no escapan a ser incluidos en nuestras conversaciones.
Fiambre es una carne que, después de ser asada, curada o cocida, se come fría y permite su conservación por bastante tiempo.
En nuestras fiambrerías (por un giro comercial y algo tilingo algunos las llaman “delicatessen”), los fiambres conviven con los embutidos y los quesos.
Nuestros jubilados están atados, a fórmulas que no hacen más que confundirlos
La vice, al decir, “en el medio está Javier, pobre jamoncito”, deja picando algunos conceptos de nuestra habla cotidiana: al Presidente nos lo comemos entre dos panes (ella misma y Karina), siendo él el jamón en el medio.
No es lo mismo el jamón “del” medio (la parte más gustosa de los crudos) que el jamón “en” el medio. Por otra parte, la vice habló de jamón, producto vedado para la religión judía, a la que se va incorporando nuestro Presidente. En la dieta Kosher es recomendable, y sabroso, el pastrón para ir al sándwich.
A la hora de los vínculos y, también, de las relaciones de poder, cada persona, ciudadano, poblador, ocupa, alternativamente, el rol de algún fiambre.
¿En cuántas situaciones hemos sido o somos el “salame” o el “salamín” al que la realidad, unas veces lo pica fino y, en otras, lo pica grueso?
¿En qué momentos nos ubican en el rol de “los maderos de San Juan” que, entre aserrín y aserrán, piden pan y no les dan, piden queso y les dan hueso…?
Puede, también, que nos hayan tratado como el “fiambrín”, ese fiambre mitad queso, mitad salame y, por nuestra torpeza, somos los últimos elegidos en el “pisar” del pan y queso de los juegos infantiles.
Victoria Villarruel y Javier Milei
Y, hablando de quesos, en alguna oportunidad, ante un abuso, una injusticia, producto del miedo, del qué dirán, nos hemos quedado “muzzarella”.
Por estos días somos y sufrimos la “picada” del mosquito del dengue, ante la inacción de ciertos estados, y funcionarios, en algunos casos ineficientes y, en otros, deliberadamente omitidos. De estas picadas sabe, históricamente, la vinchuca y el consecuente Mal de Chagas.
Nuestros jubilados están atados de pies y manos, como un matambre, a fórmulas que no hacen más que confundirlos y fundirlos como un queso, agujereando sus bolsillos, como un gruyere.
Hubo, no hace mucho, una Mesa Contra El Hambre que, al parecer, no hizo más que ir en favor de la escasez y la carencia.
Y así se van conformando nuevas mesas del poder, que se empecinan en decirnos que, sobre esas tablas, el fiambre somos nosotros.
