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El factor Gabriela y los dilemas de Macri

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Hace unas semanas, a Mauricio Macri todo le sonreía. Entonces, el acuerdo con la UCR coronaba un ciclo exitoso que incluía las alianzas con Lilita y con Carlos Reutemann. Además, las encuestas lo ubicaban como el opositor con mayores chances de ingresar en un ballottage. Pero “apareció” Gabriela para recordar que la realidad suele contradecir las suposiciones ingenuas basadas en meros voluntarismos. En clave de crónica austera, podría decirse: desde hacía tiempo Gabriela Michetti aspiraba ser candidata a jefa de Gobierno. Para ella, ese deseo quedaba justificado por sus contribuciones y “sacrificios” para la causa. Si siempre cumplió con lo que Mauricio le pidió, ¿no merecía ahora que, en reconocimiento al deber cumplido, su jefe le concediera aquel viejo anhelo?

Pero el jefe tenía otros planes: su sucesor debía ser Horacio Rodríguez Larreta, porque éste era quien tendría mejores cualidades para continuar la gestión del cambio. En contraposición, Gabriela debía realizar un nuevo sacrificio en calidad de candidata a vice, en aras de coronar la epopeya “Macri presidente”.

El final era previsible: Gabriela se plantó diciendo “yo quiero ser candidata a jefa de Gobierno”, mientras que Macri redobló la apuesta diciendo “pero yo apoyo a Rodríguez Larreta”. Entonces, el PRO ya no pudo disimular un conflicto evidente de final incierto.

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La rebelión anunciada de Michetti rompió ese espejo idílico que pretende representar la quintaesencia discursiva del PRO. Esto es, la idea de un nuevo modo de hacer política cuyo fin es resolver los problemas de la gente, partiendo de un modo de organización basado en un liderazgo promotor de equipos eficientes que sustituyen la politiquería de los partidos tradicionales.

¿Cómo conciliar esa visión edulcorada con la áspera realidad de una disputa que revela salvajemente la existencia de pasiones políticas tan clásicas como la ambición, el personalismo y la traición? ¿Se equivocó entonces Mauricio Macri al permitir el surgimiento de un conflicto tan inoportuno como de consecuencias imprevisibles? ¿No previó acaso que Gabriela pueda ganar la interna y dejarlo entonces mal parado? O quizás algo aun más grave: ¿no evaluó que si Larreta se impusiera sobre Michetti, podría sobrevenir en el electorado no macrista (vía identificación empática con una Gabriela derrotada) un posterior apoyo a Martín Lousteau como castigo al PRO, comprometiendo, por ende, el descontado triunfo en la Capital?

A modo de conclusión: aunque sus recientes éxitos justificaban la tentación de atribuir a Mauricio Macri el don de la estrategia, el episodio de Gabriela Michetti parece mostrarlo como el artífice de un laberinto disyuntivo donde podría terminar perdiendo suceda lo que suceda. El 26 de abril comenzará a develarse cuál es el caso.

*Director de González & Valladares.