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El fin de la pandemia

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El Covid sigue amenazando en la Argentina, pero en el mundo hay señales muy positivas. | Pablo Temes

El informático estadounidense Bill Gates, el sacerdote argentino Jorge Bergoglio, la economista búlgara Kristalina Georgieva y los médicos alemanes Ugur Sahin y Özlem Türeci tienen trayectorias muy disímiles. Pero fundados en razonamiento estadístico, plegarias religiosas, prestamos financieros y análisis científico, el inventor de Microsoft, el jefe del Vaticano, la directora del FMI y los creadores del laboratorio que desarrolló la vacuna Pfizer coinciden en algo: la pandemia podría terminar en 2022.

Cuando el Covid inició su paso mortal en 2020, las noticias que llegaban desde el hemisferio norte anticipaban horror para la Argentina. Eran imágenes dramáticas, que mostraban miles de muertes diarias, hospitales colapsados y jefes de terapia intensiva decidiendo a quién entregar un respirador o la “última cama” en Estados Unidos y Europa.

Desde el pico mundial de enero, los contagios y las muertes cayeron a la mitad.

En cambio, el viaje al futuro es ahora más esperanzador. Y en los últimos días se repitieron buenas noticias que anticipan un mejor desempeño contra el Covid.

Esta semana, por caso, se acumularon ejemplos alentadores: el presidente francés Emanuel Macron reinauguró restaurantes en París y declaró el regreso a la normalidad en Francia; el alcalde Andrew Cuomo anunció el fin de las restricciones en New York y hubo una fiesta de fuegos artificiales en Manhattan; y el flamante gobierno israelí del premier Naftalí Bennett decretó que ya no es necesario el uso de barbijos y una maestra logró un video emocionante cuando grabó la alegría de los niños a los que les dijo que podían sacarse los tapabocas dentro del aula.

Es cierto que América del Sur es ahora el epicentro mundial de la pandemia y que las cifras de contagios y muertes siguen siendo aterradoras. Pero todo parece indicar que el principio del fin ya comenzó.

La mayor esperanza está fundada en las vacunas. La evidencia demuestra que donde se avanzó agresivamente con un plan de vacunación, las muertes por Covid han caído drásticamente. El Reino Unido es el mejor ejemplo: pasó del triste récord de 1.826 muertes el 20 enero último, a tener esta semana un promedio de solo 8 fallecidos por día, gracias a que el 62% de los británicos recibió al menos una dosis contra el coronavirus.

El Reino Unido pasó de 1.826 muertes a solo 8 porque el 62% ya está vacunado.

El cambio de la tendencia en el mundo se produjo por la cada vez más creciente campaña de vacunación. De acuerdo a las estadísticas provistas por la base de datos Our World in Data, el 21% de la población mundial ya ha sido vacunada con al menos una dosis. La información elaborada por la Universidad de Oxford en colaboración con otras prestigiosas universidades, como Harvard, Stanford, Berkeley, Cambridge y MIT demuestra que cada día se genera un nuevo récord de inmunizados a nivel mundial.

Es verdad que la inequidad de la vacunación es altamente escandalosa, ya que mientras Estados Unidos vacunó al 56% de su población y la Unión Europea el 46%, las cifras no son tan alentadoras en América del Sur, que llega al 17%, y en África, donde solamente se alcanzó el 2% del continente.

Pero es bueno saber que la inmunidad de rebaño podría llegar, al menos, en el segundo semestre de 2022, cuando se vacune un piso del 60% de todo el planeta.

Es que las vacunas están evitando nuevas muertes. A nivel mundial, las cifras de fallecimientos por Covid están cayendo abruptamente . El pico se produjo el 20 de enero pasado, con 18.050 decesos, mientras que el viernes de esta semana se contabilizaron 9.294 muertes, lo que representa un descenso del 48%.

A nivel mundial, la caída de casos confirmados también es evidente. Desde fines de abril, los contagios diarios por Covid vienen bajando, desde los 906.008 enfermos que generaron un récord el 28 de abril pasado, a los 394.412 de este viernes, lo que representa una disminución del 56%.

Otro estimulante antecedente es la confirmación de que la producción de vacunas se incrementará en los próximos meses. A las que ya se están aplicando en forma más extendida, como Pfizer, Moderna, Sptunik V, AstraZeneca y Sinopharm, por nombrar solo algunas de las más efectivas, se están multiplicando nuevas opciones, como las estadounidenses Johnson&Johnson y Novavax y la alemana Curavac, que lideran una nueva era de inmunización aún más eficaz, porque son inyecciones que pueden distribuirse con mayor facilidad, protegen de las nuevas variantes y, en su mayoría, son de una sola dosis.

Con una potente campaña de inoculación mundial, la pandemia terminará en 2022.

Con nuevas vacunas y una cada vez más potente campaña de inoculación, es posible advertir que se aproxima un tiempo mejor en la batalla contra la pandemia. Con reparos, es cierto, pero después de tanto dolor es muy gratificante saber que lo peor empieza a quedar atrás.

Sobre esa hipótesis trabaja Nicholas Christakis, sociólogo y médico estadounidense, especializado en el análisis evolutivo del comportamiento humano. Profesor de la Universidad de Yale y miembro de la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias, publicó recientemente La flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en la forma en que vivimos, un ensayo muy provocador y, a la vez, sumamente optimista.

Christakis advierte que el Covid podrá permanecer entre nosotros, como ha sucedido con otros virus a lo largo de la historia, pero vaticina que en un máximo de tres años la pandemia será historia y que la humanidad vivirá una nueva era de felicidad, liberación y consumo.

El autor sostiene que para 2024 el mundo regresará a la “nueva normalidad”: podrá seguir habiendo un excesivo control en los hábitos de limpieza, se mantendrá la atención médica por teléfono o Internet y persistirá el home office y la educación virtual, pero la humanidad habrá triunfado en la guerra contra el virus.

Las plagas siempre terminan, recuerda Christakis, y con su epílogo comienza una era festiva. En ese contexto, la segunda década del siglo veintiuno podría recordar lo experimentado cien años antes.

 Argentina tendrá una mayor población vacunada y un mejor clima en septiembre.

Tras la pandemia de la gripe española de 1918 y la finalización de la Primera Guerra Mundial, la segunda década del siglo veinte produjo una pronunciada prosperidad económica y un inusitado dinamismo social y cultural. Los “felices años veinte” significaron un renacer alentador para el mundo occidental, que se vio reflejado en la música, la arquitectura y las finanzas.

En un reciente informe titulado ¿Cómo terminan las pandemias?, el New York Times demostró que, según los historiadores, las pandemias tienen dos tipos de final: el médico, que ocurre cuando las tasas de incidencia y muerte caen; y el social, cuando disminuye el miedo a la enfermedad. Esa combinación mágica podría llegar a la Argentina en pocos meses, en septiembre, cuando en la primavera aumente la vacunación y la temperatura. Ambas condiciones pondrán freno al Covid.

El libro de Christakis recuerda a Apolo, uno de los principales dioses de la mitología griega. El hijo de Zeus era uno de los dioses del Olimpo más venerado de la Antigüedad porque con su arco y flecha protegía de los males y podía anticipar el futuro.

Un futuro, ojalá, sin pandemia.