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El horno está para bollos

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Frase. “Ponele que andabas por ahí, rondando candidatos, humillado, en modo Scioli”. | NA

Ponele que conseguiste abrochar un carguito. En un acto de campaña te escucharon cantar “se viene el estallido” unos minutos antes de que Milei detonara. Uno de barba candado dijo: “Ése”. Te acompañaron a un rincón sombrío. Querían saber cómo te diste cuenta. Dónde aprendiste a leer al líder. Preguntaron qué tenías que hacer los próximos cuatro años. 

Ponele que estabas solo, de madrugada, a la salida de un boliche en Laferrere, aburrido, algo bebido, al paso te hiciste un videíto gritando: “Viva la libertad, carajo”. Lograron identificarte una semana más tarde. Tenías unos manguitos para poner. Como sea, sobaste, lamiste, besaste, la pegaste. El caballo resultó ganador.

Ponele que no, que sos un tipo decente, laburante, experto en tu tema, honesto, sin prontuario, orgulloso de ser llamado por sus méritos a dar una mano. Te alegrás. Sabés que será jodido. Que arriesgas cosas valiosas. Honra, salud, familia, patrimonio. Aceptás. Por tus viejos, tus hijos, por todos los que condenaron a la miseria. Vas dispuesto a resistir sobornos, transas, denuncias, insultos, amenazas, escraches, mafias sindicales, aprietes de los parásitos que desangran el Estado. 

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Ponele que andabas por ahí, descolgado, desvalido, rondando candidatos, humillado, en modo Scioli, el trajecito salpicado de barro, o algo peor, maloliente, diciendo cualquiera sin hacerte cargo de nada, a la espera de que los giles se olviden, o pase el tiempo necesario para negar todo, cuando de pronto te vieron, se acuerdan, das lástima, necesitan llenar, te deben un favor, te ponen. La cuestión es que ligaste, seguís en carrera. 

Ponele, león, que ojo por ojo te ven clavando los colmillos en carne que no debés

Ponele que estabas en la lista de Bullrich, o bajo la sábana en la boleta de Kicillof,  entraste en la tira, sos senador, diputado, nacional, provincial, concejal. Mejor todavía, te inventan una Secretaría para las Relaciones Institucionales con las Instituciones de las Comunidades Originarias Instituidas para mantener las Relaciones Instituyentes de la Igualdad en la Diversidad. Alto cargo, buen salario, algún diezmo. Tarjeta extralarge. Asesores, vacantes disponibles para devolver favores, coche, chofer, viáticos.

Como sea, llegó el día. Hoy el juramento, mañana la traición.

Ponele que ensayás cómo extender el brazo sobre la Biblia, la Torá, el Corán, la Constitución Nacional, el “Manual de instrucciones para apretar el botón de voto en la Cámara”, un certificado de antecedentes penales actualizado, el último recibo de cuota alimentaria, si cabe, además de una declaración jurada de que vos no fuiste, no importa de qué te acusen, vos no fuiste. Cuidate con las declaraciones antes de poner la mano, no te dejes llevar por la ansiedad de, al fin, ser alguien. Todo lo que digas siempre será usado en tu contra.

Ponele que, atendiendo a la ocasión, se te da por pensar. Querés decir algo para la historia. Tomás apuntes. Hablar con “e”. Anotás: “Per les jubilades, les infancies, les chiques poleamoroses, les géneres fluides, les percebides cualquiere, les desecupades, les veganes, les hueves de gallines felices, le Guardie Imperiel, le Dece, les Borraches del Tablén”. Dudás, pero la libertad te avanza. Tratá de terminar a lo grande. Con una bandera. “¡Oh, Argentina, es un sentimiento!”. Cantá. “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”. Grita: “¡Viva la Santa Federación!”. No es joda, pasó, googleá diría Massa. ¿Te acordás de Massa?

Ponele que elegís ir con algo más clásico. Guarda con atender a la foto sin escuchar el final, total después ni la Patria, ni la Justicia, nadie te va a demandar. Ya no es tan así. Hay gente con tobillera, otros al caer. Jurás, firmás, te comprometés. Nada de hacer negocios con amigos que cobran de más, pero retornan tu parte, nada de empezar a juntarla para encadenarte al sillón, nada de llevarte una moneda ajena. La mano de la época aprieta. Se cierra en el cogote del que no cumple con el mandato.

Ponele, león, que ojo por ojo te ven metiendo la garra, clavando los colmillos en carne que no debés porque no la pagaste con la tuya. Nadie te va a pedir explicaciones. En cuanto te hagas el boludo, con carita de no sabía, te van a bajar la sonrisita diente por diente. El horno está para bollos.

*Periodista.