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El mejor peronismo es el peronismo que distribuye

Sonrisas. Néstor y Cristina Kirchner, en la exitosa primera gestión K.
Sonrisas. Néstor y Cristina Kirchner, en la exitosa primera gestión K. | NA

Viene de: “El mejor peronismo es el peronismo perseguido”

 

“El mejor peronismo es el peronismo perseguido” es en realidad el segundo mejor. El primero mejor es el peronismo que distribuye, algo que solo pudo hacer Perón a mediados del siglo pasado y el kirchnerismo entre 2003 y 2012. Cuando no se puede distribuir, ser víctima de una persecución es la mejor salida para poner la responsabilidad del mal en cabeza de ese otro mítico con diferentes nombres según las épocas o la ocasión, manteniendo así la mística. 

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Alfonso Prat-Gay dijo que por primera vez al peronismo le toca practicar el ajuste que siempre les dejó a quienes lo sucedían. Y el periodista Alejandro Bercovich escribió: “El ajuste fiscal más ambicioso que haya instrumentado hasta ahora el Frente de Todos –que además de la suba de tarifas para reducir la carga de subsidios incluyó recortes sobre partidas sensibles, como el plan Conectar Igualdad, la infraestructura de jardines de infantes y los créditos subsidiados para pymes– pasó prácticamente inadvertido en medio del vendaval político que desató el pedido de 12 años de prisión para Cristina Kirchner”.

“Momento Churchill” o “Plan motosierra” más ‘Orden y regreso’ versus “No explotes por mí, Argentina”

Sectores más a la derecha de Juntos por el Cambio como sectores más a la izquierda que simpatizan con el Frente de Todos comparten una mirada pesimista de la economía argentina. Pero quizás se esté produciendo un fenómeno aún no debidamente registrado.

En Radio Perfil el libertario Carlos Maslatón, insospechado de ser kirchnerista, exlegislador de la Ucedé, dijo: “La economía no es resultado de aciertos o desaciertos de los gobiernos, sino consecuencia de múltiples factores, como los ciclos económicos internos y mundiales. Nuestro país vivió un proceso recesivo muy fuerte estos últimos cuatro años, donde se destruyó todo. Esa destrucción ya pasó, basta con observar lo que está pasando con la deuda pública o el mercado de valores. Esta recuperación es parte inicial de un proceso positivo y con un crecimiento definitivo”.

“Respecto de la inflación, es natural que en un país que se deflacionó en término reales, los precios suban. (...) Los precios subieron pero el país no está destruido, subieron porque hay un consumo enorme, esto significa algo que nadie va a reconocer,  que los ingresos están acompañando a la inflación o incluso están siendo superiores a la inflación”. “Esta inflación es propia de la salida económica en alta y va a seguir dos años más siendo alta, pero con un país en crecimiento, con expansión económica, mejoramiento de los activos, me refiero a propiedades inmuebles, bolsa de valores y con recuperación de la paridad de los bonos”.

“Si estuviésemos en una crisis, no existiría el consumo que estamos teniendo. Tenemos que reconocer que hay más actividad que hace cinco años. La desocupación está para abajo. El país no está arreglado, pero vamos a seguir mejorando. Tampoco se está negando la pobreza y la miseria, eso tiene que ser solucionado y así va a hacer”.

“Esa disonancia entre lo que se dice y lo que pasa es muy propia de los pisos de los mercados después de las caídas y las primeras subidas, que es donde está ahora la Argentina, donde la mejoría no puede ser reconocida, queda mal decir que a uno (los empresarios) le va mejor, la onda es ‘el país es una desgracia’, si se recorren los medios de comunicación, queda lindo decir que estamos pésimo, pero no estamos pésimo, si digo esto, parecería que soy oficialista pero no es así, la economía sigue caminos no necesariamente pegados a la política, puede ser a la inversa, buenos gobiernos con decadencia económica, pero no es el caso, acá tenemos un mal gobierno, casi disuelto, con un pulmotor (...) pero con la economía subiendo. (...) A veces sucede que se da una divergencia entre una mala política, un mal gobierno  y una realidad económica que sigue su curso (...) quizás como anticipando cambios políticos mejores. Esto muchas veces pasó”. 

“Si este gobierno acompañara con medidas adecuadas, la aceleración al alza sería mucho mayor”. 

También en Radio Perfil el jefe de Economía de Página/12, en las antípodas ideológicas del libertario Maslatón, coincidía en lo que llamó en su columna del domingo pasado “De la actual paradoja de la economía argentina: consumo explosivo y la plata no alcanza”. Escribió Zaiat: “Las dos caras de la economía argentina: existe boom de ventas y sectores productivos en máximos con inflación muy alta e ingresos insuficientes. Un factor relevante para comprender este proceso sorprendente es el incremento de la masa salarial global por la caída importante del desempleo”.

La tapa de la última edición de la excelente revista Crisis, dirigida por Mario Santucho, lleva como título: “No explotes por mí, Argentina” y en su editorial (creativamente lo llaman “manifiesto”), titulado “Game over”, se dice: “Por primera vez la bomba económica puede estallar en manos del peronismo en el gobierno” (...) “Es posible que no estemos apenas ante el fracaso de un gobierno –van dos en línea y de distinto signo–, sino de la puesta en cuestión del sistema político mismo”.

La nota principal de Crisis está titulada “Orden y regreso” donde desde distintos sectores de la oposición proponen cirugía mayor y terapia de shock en diciembre de 2023 para solucionar de raíz el problema macroeconómico argentino al que llaman “Momento Churchill” (sangre, sudor y lágrimas) y “Plan motosierra”.

Mucho más moderado, Eduardo Levy Yeyati, cuya  producción académica en los campos de las finanzas y el desarrollo está ranqueada en el primer lugar entre los economistas de Argentina por el sistema RePEc y Google Scholar, recomienda también para diciembre de 2023 no cometer los errores del gradualismo de Mauricio Macri en 2016/17 en el reportaje largo de esta edición de PERFIL. Levy Yeyati es decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, donde fundó y dirige el Centro para la Evaluación de Políticas basadas en la Evidencia y durante la implosión de 2002 fue economista jefe del Banco Central, cuando le tocó resolver la crisis de la caja de conversión.

Quizás con los años se trace un paralelo hoy impensado entre Eduardo Duhalde y Alberto Fernández, aquel presidente que formalmente conducía un país en el que nadie creía, y sin embargo estaba preparándose para resurgir de sus cenizas, como pronostica Carlos Maslatón.

Duhalde como Alberto, presidentes de un país en el que nadie creía pero iría a resurgir

Volviendo al peronismo, es probable, como sostiene Levy Yeyati, que no haya una explosión macroeconómica pero que a Massa no le alcance para generar percepciones de mejoras en la sociedad antes de las elecciones de dentro de un año. Y, como prevé Bercovich, el kirchnerismo –y no solo Alberto Fernández– pague un costo político con consecuencias electorales desfavorables para el peronismo en su conjunto más allá del efecto amalgamante del Frente de Todos detrás de Cristina Kirchner que en principio tuvo el pedido de 12 años de condena y el vibrante alegato del fiscal Luciani.

Pero, nadie sabe, como se decía en la columna precedente, la política (la economía auxiliarmente) es tan atractiva para sus amantes porque al mismo tiempo es inesperada y tan inasible como el amor mismo.