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El ‘único’ tema importante

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Suma de asalariados registrados privados. Distribución de la fuerza laboral urbana argentina. | Infografía G.P.

El primer debate presidencial se generó sin que nadie se lo propusiera. Durante la presentación en la Bolsa del lanzamiento del canal de noticias económicas (Canal E) el martes pasado, el presidente Alberto Fernández, que en ese momento estaba en Brasil, y su ministro de Economía en China, pidió que el jefe de Gabinete en representación del Gobierno dirigiera un mensaje a los empresarios economistas y dirigentes allí reunidos. Subió al escenario Agustín Rossi y dedicó su exposición al éxito del Gobierno en la creación de empleo y la baja del índice de desempleo. Tras lo cual subió al escenario el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y criticó al Gobierno por lo opuesto al decir que el empleo privado está estancado desde hace doce años y que los números que exponía el jefe de Gabinete nacional eran de empleados públicos y planes sociales registrados como trabajadores. Agustín Rossi lanzó su precandidatura presidencial por el Frente de Todos la semana anterior al igual que Horacio Rodríguez Larreta lo hizo hace varios meses.

Es auspicioso que la primera confrontación de ideas tenga como foco el trabajo, el ‘único’ tema importante, porque de su existencia depende también la baja de la inseguridad, y su crecimiento es consecuencia asimismo de la suba del nivel de educación. El trabajo es causa y consecuencia de la economía, la educación y la seguridad. La polémica continuó al día siguiente en Radio Perfil, cuando volvió sobre el tema Rodríguez Larreta y la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, pidió derecho a réplica.

Es cierto que el trabajo privado registrado está estancado desde hace doce años como reiteró Rodríguez Larreta, pero en ese período, en los cuatro años del gobierno de Macri, hubo un descenso de 245 mil trabajadores, mientras que en lo que va del gobierno de Alberto Fernández hubo una suba de 289 mil trabajadores privados registrados. Como refleja uno de los gráficos que ilustran esta columna, Cristina Kirchner deja el gobierno en diciembre de 2015 con 6.259.000 trabajadores privados registrados, Macri lo entrega en diciembre de 2019 con 6.014.000 y el primer trimestre de este 2023 había 6.303.000. No es lo mismo aumentar un 4% el total de trabajadores privados registrados que bajar el 4%. Ese es el gran talón de Aquiles de la campaña de Juntos por el Cambio para las próximas elecciones: el fracaso económico del gobierno de Macri, que competirá con el gran fracaso económico del Frente del Todos: la inflación.

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En los últimos doce meses, los mayores porcentajes de aumento de trabajadores privados registrados se dieron: 17% en hoteles y restaurantes, 12,5% en construcción y 8% en minería. Esto último se refleja en provincias como Neuquén, por Vaca Muerta, donde aumentó el 12% el total de trabajadores, y en Catamarca, donde un tercio de su producto bruto proviene de la minería y aumentó un 20% el total de trabajadores también en los últimos doce meses.

Pero al mismo tiempo que el gobierno de Alberto Fernández puede exhibir como un logro que a pesar de la pandemia, que en todo el mundo generó serias consecuencias económicas negativas, el empleo privado registrado cambió la tendencia decreciente que había dejado Macri, no mejoró la situación económica de los trabajadores, incluyendo ahora también al trabajo no registrado. 

El segundo gráfico que acompaña esta columna compara la evolución de los trabajadores registrados privados, públicos y autónomos agrupados bajo la categoría “Segmento primario”; los trabajadores no registrados, pero que tienen ingresos regulares que superan la canasta básica agrupados en la categoría “Segmento secundario”, y los trabajadores no registrados, pero que sus ingresos son fluctuantes dependiendo de las changas que consigan y sus ingresos promedios no alcanzan a cubrir la canasta básica, agrupados en la categoría “Segmento marginal”.

Como esta serie comienza en 2003, allí se puede percibir claramente la “década ganada” del kirchnerismo, cuando se pasa en 2003 de un 45% de la población desempleada y con empleo marginal y changas a 2013, cuando la suma de desocupados y trabajadores marginales desciende a solo el 18% del total. A partir de 2014, la situación se mantiene estable hasta mediados de 2017, cuando aparecen las devaluaciones de Macri y comienza a empeorar. A fines de 2018, el total de desocupados y trabajadores marginales llegó al 24%; a fines de 2019 llegó al 27%; a fines de 2019, al 30%; a fines de 2020, en plena pandemia, superó el 30%, mientras que tanto a fines de 2021 como de 2022, último registro, se estacionó en el 25% del total de los trabajadores, valores similares a los que dejó Macri en 2019.

Y lo que es peor, para el total de los ocupados registrados, tanto privados como públicos, no registrados y marginales, el ingreso cayó drásticamente desde su máximo en 2011. Lo que era 100 en diciembre de 2012 fue 90 al final del segundo mandato de Cristina, 79 al final del gobierno de Macri y 69 a diciembre de 2022. Los argentinos ganamos en promedio un 31% menos que en 2011. Y tanto con Mauricio Macri como con Alberto 

Fernández, ambos por efecto de la inflación, donde siempre pierden los que perciben remuneraciones fijas, los ingresos de los argentinos bajaron a un ritmo del 15% por cada período presidencial.  

¿Privilegiará el votante asalariado que haya más trabajo aunque peor pago? ¿Privilegiarán el empresario y el comerciante que haya más inflación, pero con mayor actividad? Este último es el argumento del exministro de Economía Martín Guzmán en el reportaje largo de esta edición (ver páginas 34 a 41), quien dice coincidir con Cristina Kirchner en que “el gobierno de Alberto Fernández fue infinitamente mejor de lo que hubiese sido un segundo de  Macri”, en lo que parece ser una pelea por el último puesto.

El debate está abierto; la sociedad argentina lo decidirá en octubre y, probablemente, noviembre próximos.