Vi en la vidriera de una librería Contra la igualdad de oportunidades. Un panfleto igualitarista, de César Rendueles, ensayista y sociólogo español que vengo leyendo desde hace tiempo. Pregunté el precio, suponiendo que era importado y que me saldría un ojo de la cara y, mientras me preparaba para cordialmente dejar el libro en el mostrador, el vendedor me dio la grata noticia de que el Grupo Planeta, a través del sello Seix Barral, había hecho una edición local a precio aceptable (primera edición en la Argentina, diciembre de 2020, tirada de 900 ejemplares, según consta en la página de legales).
Conocí a Rendueles por su muy aguda introducción a una edición de Panóptico, de Bentham, publicada hace unos diez años, y luego leí con interés Sociofobia: el cambio político en la era de la utopía digital (Capitán Swing, Barcelona, 2013) y Capitalismo canalla. Una historia personal del capitalismo a través de la literatura (Seix Barral, Barcelona, 2015). Contra la igualdad de oportunidades es, tal vez, un libro con menos carga teórica que los anteriores, que abusa del formato “anécdota ejemplar”, tomada muchas veces de la vida cotidiana y de observaciones y experiencias personales del autor (lo que agrava el déficit de rigor intelectual del texto, que tiende a volverse demasiado impresionista) y que, en segundo plano, cae en la tentación de buscar rasgos biológicos o de las ciencias naturales para explicar fenómenos sociales y económicos; pero que, sin embargo, pese a estos tropiezos, es una formidable pieza ensayística, llena de ideas para pensar críticamente los imaginarios del capitalismo contemporáneo, entendiendo el neoliberalismo, ante todo, como un modo de estar en el mundo que hace de la desigualdad económica y social el horizonte aceptado y “natural” de nuestro tiempo.
Rendueles desmonta esa naturalidad y su mito de origen: el discurso de la supuesta igualdad de oportunidades, en el que compiten gallinas y lobos, amparados todos por la misma ley. Varios capítulos son notables, entre ellos “Ideología educativa y la derrota de la igualdad”, del que me permito transcribir el comienzo: “Hay una ley universal de las discusiones políticas que predice que, a medida que se alarga cualquier debate (…) relacionado con la igualdad, la probabilidad de que alguien pronuncie la frase ‘esto se arregla con educación’ tiende a uno. En el ambiente meritocrático contemporáneo, el sistema educativo ha asumido una carga desmesurada. La escuela ha dejado de ser un lugar al que uno acude a aprender algo, para convertirse en el único mecanismo de justicia social aceptado. Se trata de un extraño y eficaz juego de manos del elitismo que ha tenido consecuencias catastróficas (…) La derecha contemporánea (…) ha atribuido al sistema educativo una misión imposible y, al mismo tiempo, desarrollado un eficaz sistema de estratificación pedagógica larvada. Las instituciones educativas –no el sistema fiscal o la negociación sindical o las políticas de vivienda– son hoy el único espacio social al que aspiramos que se devuelvan los privilegios heredados y se generen otros basados en el mérito. En el mejor de los casos, es una pretensión desproporcionada que excede la capacidad de intervención social de la educación; en el peor, una farsa que encubre el papel que desempeña el sistema escolar en la transmisión de la posición de clase”.