La historia muestra que los conflictos bélicos escalan por error de cálculo y esto puede estar sucediendo en la crisis entre la OTAN y Rusia.
El fracaso de las negociaciones de Rusia con Estados Unidos y sus aliados en la segunda semana de enero, puede aumentar la tensión militar en torno a Ucrania. La reunión de vicecancilleres de Rusia y Estados Unidos en Ginebra; la del Consejo OTAN-Rusia de Bruselas; y la de la Organización de Seguridad y Cooperación Europea (OSCE) en Viena, no mostraron ningún avance. Estados Unidos mantuvo su posición de que aceptarán la incorporación a la OTAN de cualquier país que lo solicite, en ejercicio de su soberanía, como es el caso de Ucrania. Rusia, por su parte, sostuvo que sin un compromiso “vinculante” de Estados Unidos y la OTAN de no desplegar misiles en las ex Repúblicas Soviéticas, no replegará sus tropas de la frontera con Ucrania.
Los voceros occidentales dijeron que el diálogo está abierto y los de Rusia que sin gestos concretos, era difícil que se reanudara. El Secretario de Defensa británico sostuvo que su país entregará armamento defensivo a Ucrania y que tropas inglesas estarán brevemente en dicho país a los fines de entrenamiento. La ministra de Defensa de Alemania sostuvo que también entregará este tipo de armamento a Kiev en las próximas semanas. Lo mismo harán Estonia, Letonia y Lituania. Suecia -que junto con Finlandia son dos países europeos que si bien no integran la OTAN, sí cooperan con ella- ha reforzado sus Fuerzas en una isla de su soberanía en medio del Mar Báltico. El ministro de Defensa sueco dijo que no podía descartarse un ataque en este momento. Dinamarca sumó 4 aviones F16 al patrullaje aéreo de la OTAN en el Báltico.
Rusia, por su parte, mantiene y refuerza su despliegue militar ante Ucrania y está realizando ejercicios militares en la frontera con Georgia, la otra ex República Soviética que quiere incorporarse a la OTAN.
En este contexto, Estados Unidos logra que se retome un precario diálogo, mientras Rusia “dobla la apuesta” desplegando tropas en Bielorrusia. El miércoles 19, el Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, visitó Ucrania, buscando contener las ansiedades y temores de su gobierno. Dos días después se reunió con sus pares de Berlín, Londres y París, ratificando la advertencia de que Rusia pagará un “alto costo” si penetra con sus tropas en Ucrania. El encuentro con el canciller no parece haber cambiado la situación.
Por su parte, Rusia, a partir del 17 de enero, ha desplegado un contingente militar indeterminado en Bielorrusia, que realizará ejercicios militares combinados entre Moscú y Minsk a lo largo de la primera quincena de febrero. Algunas fuentes occidentales sostienen que este despliegue incluiría misiles. Desde Bielorrusia puede haber una vía de penetración en Ucrania. Voceros de la OTAN han dicho que la opción militar rusa sobre Ucrania puede tener lugar en cualquier momento.
La alianza occidental, articulada en la OTAN, enfrenta esta situación no sin problemas internos. El primero es entre Washington y Kiev. Es que el gobierno ucraniano teme estar al margen de las decisiones adoptadas entre Estados Unidos y Rusia que la involucren. Es claro que la OTAN no irá a la guerra por defender a Ucrania, que al no formar parte de la Alianza, no tiene su garantía de seguridad. Se limitará a apoyar con armamentos la “guerra asimétrica” que llevarían las fuerzas ucranianas contra el ocupante ruso.
Por otro lado, la relación entre Estados Unidos y los otros 29 miembros de la OTAN, también enfrenta problemas. Varios de los países de esta alianza temen las consecuencias de un conflicto militar en torno a Ucrania y ven con preocupación quedar ajenos a las decisiones. Entre Francia y Alemania no hay unidad concreta, y mientras que entre los países nórdicos y de Europa Central y Oriental la amenaza rusa es prioridad, para los que están sobre el Mediterráneo ésta es menor.
El arma cibernética ha comenzado a ser usada por Rusia en Ucrania, denunciando Estados Unidos y sus aliados que los servicios de inteligencia rusos la han utilizado para sabotear las páginas web de siete ministerios ucranianos. También han denunciado que Moscú ha desplegado fuerzas especiales encubiertas para realizar una operación de “bandera falsa”, es decir, producir agresiones contra minorías de habla rusa en Ucrania para justificar su intervención militar.
Quizás Biden y Putin deberían consultar a los historiadores de los orígenes de las dos guerras mundiales, para advertir el riesgo por “error de cálculo” al permitir que la escalada bélica siga avanzando.
*Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.