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Es la campaña, estúpido

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Alberto Fernández. | captura TV

Se veía venir. Una pizca de encuestas de circulación restringida. Un toque con el pedido de ciertos gobernadores e intendentes. Y una cucharada de arriarle la bandera aperturista a la oposición. Con esa receta, Alberto Fernández fue cocinando el plato principal del nuevo menú oficial: flexibilizar al máximo las restricciones sanitarias.

A años luz parece haber quedado la falsa dicotomía entre salud y economía del primer semestre de 2020, algo en crisis particularmente en estos días al enterarnos de que Olivos se convirtió en un desfile de personal no esencial ni estratégico, mientras los anfitriones nos exigían encierro, no ver a nadie ni despedir a nuestros muertos.

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Lo cierto es que el Presidente viene recibiendo señales alarmantes del estado de ánimo social. Así lo reflejan estudios cuanti y cualitativos sobre las preocupaciones en los principales centros urbanos del país, con la situación económica y la inseguridad a la cabeza, ya por encima del temor al covid.

La pregunta que inquieta en lo alto del poder es el impacto que esta percepción puede tener en el resultado electoral de medio término, clave para Alberto F en la definición de cómo será su última mitad de mandato. Y si hay 2023 para él. Esto es, reelección.

Dirigentes provinciales y municipales pusieron al Presidente al tanto del clima social espeso, más allá de cortes de calles o movilizaciones. Las caídas del nivel de empleo (formal e informal), del salario real y de las jubilaciones alimentan un empobrecimiento general pocas veces visto. Incómodo, además, para una gestión que apunta a ganar las legislativas.

En ese marco hay que contextualizar las palabras presidenciales sobre el porvenir venturoso que nos espera. Fe, entusiasmo, optimismo, a lo Scioli. Acaso no casualmente haya sumado como uno de sus estrategas de comunicación de campaña al ex funcionario sciolista Juan Courel.

Ese positivismo tal vez algo hueco es acompañado por el clásico festival de anuncios de medidas y planes, con más ruido que nueces en muchos de los casos.

Este cambio de piel no es privativo de Alberto F, por cierto. Ahí está su vice, Cristina Fernández de Kirchner, presa de un rayo abuenador por el que ahora apoya que los fondos extraordinarios que nos enviará el FMI se usen para pagar parte de lo que les debemos. O también se anota en el tono electoralista el ministro Martín Guzmán, que de explicar  la inflación como el resultado de nuestros desequilibrios macroeconómicos, pasó a echarles la culpa a empresarios y a nuestra cultura indexatoria.

No todos y todas en el FdT se suben con entusiasmo a este modo electoral. Sin que se difunda, en el Ministerio de Salud se tiene la previsión de que hacia fin de este mes se propagaría la circulación comunitaria en la Argentina de la variante delta del covid. Hasta ahora, la delta multiplica los contagios pero resulta menos letal, al menos en los países con la dosis completa de vacunación. Por eso la aceleración del plan vacunatorio.

El Presidente apuró la flexibilización sanitaria a pesar de que está al tanto de la alerta emanada por el ministerio que encabeza Carla Vizzotti. No vaya a ser que la realidad arruine la campaña deseada.