Las campañas electorales exacerban un fenómeno últimamente muy extendido en la Argentina y el mundo, que es el de medir ciertos hechos con la vara de la creencia o conveniencia política definida de antemano a lo sucedido. Eso define qué se ensalza y qué se ignora.
Tampoco importa si esos sucesos tienen equivalencias en sus significados y en sus consecuencias judiciales. Lo que vale es que explote el termómetro de la indignación. Y de tan remanido el recurso, nada termina de indignar realmente.
Veamos dos ejemplos recientes de ambos lados de la grieta.
Por estas horas, estalló el caso de las visitas sociales que el Presidente y la primera dama recibieron el año pasado los días que cumplieron años, hasta altas horas de la madrugada, en la residencia oficial de Olivos. Nada grave, si no fuera que sucedió en plena cuarentena dura, cuando Alberto Fernández en persona nos decía a todos y todas que nos quedáramos en casa sin salir ni ver a familiares y amistades.
Acaso no haya allí un delito, pese a que en la justicia federal ya existe una denuncia al respecto, que será evaluada cuando termine la feria. Sí claramente hay una falta ética o moral prototípica: lo que vale para los demás no vale para mí.
Convendría además detenerse en las ramificaciones que hay comenzado a descubrirse en este suceso. La observada Sofía Pacchi trabajaba para Fabiola Yañez, por lo menos hasta hace unos meses. La aclaración no la hizo la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Julio Vitobello, que es lo que correspondería, sino que partió de boca de la candidata Victoria Tolosa Paz, en un reportaje el miércoles 28 en A24.
Según los registros oficiales, con Pacchi ingresaron el día del cumpleaños presidencial otras tres personas. Una de ellas es Emmanuel López, que también asesora a Yañez y fue con su pareja. El restante era el novio de Pacchi, Chien Chia Hong, quien fue el que más tardó en retirarse, cerca de las 3 AM.
El visitante olívense Chien tiene inscripta la sociedad Apache Solutions, dedicada a redes y tecnología. Con ella obtuvo numerosos contratos en el sector privado y en el Poder Judicial. Pero también desde el Poder Ejecutivo Nacional que encabeza Alberto Fernández se le otorgaron adjudicaciones millonarias el año pasado, de acuerdo a planillas del sistema Compr.ar que está difundiendo el sitio El Disenso.
Paralelamente, también cuando este lunes 2 la justicia retome su actividad, se reactivará la causa en el fuero Penal Económico por la que se investiga el presunto contrabando de armas y municiones en la gestión de Mauricio Macri a Bolivia, durante el alzamiento que derrocó a Evo Morales.
Los contundentes rechazos iniciales a la veracidad de la noticia, emanados de los implicados y sus fans, trocaron en una relativización pública y en una creciente inquietud privada.
Eso al menos es lo que se transmitió con la escueta difusión de un encuentro convocado por Patricia Bullrich (protagonista del caso como ministra de Seguridad en aquel momento) donde los también ex ministros Jorge Faurie y Oscar Aguad más el abogado de Macri, Pablo Lanusse, intentaron acordar estrategias defensivas.
Si la justicia argentina fuera justa, estos escándalos serían resueltos. Pero como sólo hace su aporte a la confusión general, impulsa que ya nada nos sorprenda. Ni siquiera la impunidad.