COLUMNISTAS
Clase media

Ese infierno tan temido

El 4,7% de inflación en marzo hizo crujir los cimientos de un discurso oficial que, en su paroxismo, creyó poder suplantar la realidad a fuerza de relato.

20190420_1405_columnas_1545082207181217031
Cultura low cost. Una aspiración a la que no todos pueden acceder. | cedoc perfil

Fue un dato demasiado contundente, indisimulable. El 4,7% de inflación en marzo de 2019 hizo crujir los cimientos de un discurso oficial que, en su paroxismo, creyó poder suplantar la realidad a fuerza de relato.

En plena cuenta regresiva de un calendario electoral repleto de especulaciones y falto de certezas, Cambiemos apeló, una vez más, a cierto oportunismo enmascarado en “pragmatismo”. Poco importa que este “nuevo” discurso implique desandar un camino asfaltado de ortodoxia ideológica y excesivamente estrecho en su comprensión política. La tríada inflación, recesión, devaluación demuestra que el “mejor equipo de los últimos cincuenta años” estaría chocando la calesita.

Es el corolario de seis derrotas consecutivas en las urnas, del desplome económico plagado de impericias, de la volatilidad de la confianza de un “círculo rojo” dispuesto a apoyarlo pero no a inmolarse y, sobre todo, del hartazgo que muestra el humor social que se respira en la calle y se traduce en encuestas.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Hace unos días, Marcos Peña –una de las mentes mas influyentes del macrismo– precisaba los lineamientos de campaña: soslayar los reveses cotidianos acentuando los objetivos estratégicos. La metodología a incorporar –en connivencia con la artillería compuesta de trolls, big data, medios amigos, periodistas/espías, fake news, pauta, etc.– consistiría en plantear la contienda electoral como una “guerra de guerrillas”. Deben ser “más vietnamitas”, recalcó, tratando de arengar a una tropa que tiene “conectividad” a falta de territorio. Infíltrense en todos lados, en los grupos privados de WhatsApp, incluso en los de “las mamis” del colegio. “La pelea por el alma de nuestro país mata la pelea por el bolsillo, afirmaba el jefe de Gabinete apostando a la fidelización del voto de una clase media que, en su enojo, consagró a Macri presidente.

Los primeros tres años y medio de Cambiemos se retroalimentaron de promesas a futuro que requerían de temple, paciencia, sufrimiento.

Parte de esos sectores medios encontraron en la “grieta” la fundamentación que les permitió apoyar un modelo reñido con sus intereses, mientras la fragmentación social hizo el resto.

Hoy, tratando de esquivar el “fuego amigo” de medidas diseñadas por el FMI y ejecutadas desde Balcarse 50, este sector que se define a sí mismo como “ni rico ni pobre”, que en términos técnicos lo conforma el 45% de la población argentina pero que, desde la “autopercepción”, se incluye un 82%, está preocupado y molesto. Su “condición” social se diluye, pierde peso y protagonismo.

Esa clase media que nació de la movilidad social ascendente no solo ha detenido su escalada, también enfrenta un declive que puede convertirse en descenso. Si el sueño fue la casa propia, las vacaciones y un futuro sin sobresaltos, hoy las aspiraciones parecen reducirse a conservar la prepaga, pagar la cuota del colegio parroquial, conservar un auto cargado de kilómetros y tanque vacío, mantener la conectividad aunque haya que sacrificar la TV por cable. La “austeridad” la impulsó a consumir en “modo” outlets, mayoristas, ferias. Caminar, buscar, ajustar. El placer a “bajo costo” o la cultura “low cost” le evitó sentirse expulsada del “paraíso capitalista” aunque le dejó en claro que la sofisticación es solo una aspiración de la que no forma parte.

Los últimos guiños del Gobierno parecen desacompasados del ánimo de parte del sector que, a fuerza de frustración, parece darle la espalda. El arreglo con los docentes tras años de enfrentarlos o el “congelamiento” de tarifas hablan de proyecciones electorales que preocupan a un Gobierno que subestimó, en demasía, a propios y ajenos. La clase media, vapuleada, desempleada, empobrecida, es la que definirá las próximas elecciones. Sus gastos han crecido por encima de sus ingresos y la inflación ha triturado sus ahorros y desorganizado sus vidas. Es empecinada, versátil, cambiante, orgullosa, luchadora. Tiene memoria, quiere futuro y no parece dispuesta a amar a sus verdugos.   
 


 *Politóloga. Experta en medios,  contenidos y comunicación.