Una presentación flamante ante la Justicia, a la que PERFIL tuvo acceso, consagra la búsqueda del armisticio menos pensado: la de los enemigos íntimos Cristina Fernández de Kirchner y el ex espía Antonio Horacio Stiuso.
La excusa fue lo decidido el 7 de junio por el juez federal Sebastián Ramos, con el aval del fiscal Carlos Rívolo, de sobreseer a la actual vicepresidenta, al senador y ex jefe de la Secretaría de Inteligencia, Oscar Parrilli, y al viceministro de Justicia Juan Martín Mena en una causa que impulsó Stiuso por supuesta persecución en su contra tras la muerte de Alberto Nisman.
Los sobreseimientos abarcaron a otros cinco ex funcionarios de Inteligencia. Y la difusión de la noticia fue diseminada básicamente por medios cercanos al oficialismo.
Lo que no se contó hasta ahora es que hacia el fin de la semana “Jaime” (el alias de Stiuso) presentó un escrito ante el juzgado de Ramos, a través de sus abogados Santiago Blanco Bermúdez y Julián Subías, en el que le anuncia que no apelará la decisión de primera instancia en nombre de “estar aportando mi granito de arena para dejar atrás el pasado”. Conmovedor.
Pero como rápidamente resalta Stiuso en dicho documento, “dejar atrás el pasado no es olvidar, ni negar lo ocurrido”. Y a partir de allí disecciona el expediente y la actuación de jueces y fiscales de Comodoro Py, otrora uno de sus escenarios favoritos para intervenir.
Otra de las varias perlitas del escrito (que se puede leer completo en perfil.com) es que Stiuso se dice víctima del lawfare, el mismo concepto que viene intentando imponer el kirchnerismo, en especial en las causas abiertas que tiene la ex presidenta.
Este guiño de Stiuso hacia CFK no es súbito ni producto de un arranque emocional. Pasados los tiempos de haber sido durante diferentes gestiones el mandamás oculto de la SIDE y de convertirse en el prófugo estrella en el epílogo K, Stiuso creyó que el macrismo le abriría de par en par la puerta de la revancha. Apenas se la entreabrió, lo que fue percibido como un destrato por el protagonista estelar del documental de Netflix sobre Nisman.
Esas expectativas frustradas y el cambio de gobierno lo obligaron a recalcular, otra vez. Stiuso fue perdiendo peso en la política y en la Justicia, respecto a sus años dorados, y pasó a concentrarse más en sus servicios a empresas y a particulares, incluida gente de la política. Sorprendería el listado completo de su clientela. O no tanto.
Mientras, se rompió el vínculo con su antiguo operador favorito en el mundo judicial, el auditor Javier Fernández. Curiosamente, o no tanto, desde hace semanas Fernández ha vuelto a transitar ciertos pasillos interesado en cuestiones que desvelan a Cristina.
Tampoco eso llama la atención. La vicepresidenta observa con preocupación que el tiempo pasa y determinados procesos judiciales donde ella y su familia están acusadas y procesadas (Hotesur y Los Sauces) no se encarrilan hacia donde desea. Ello, más el consejo de algún influyente, la habrían convencido de volver a recurrir a Javier Fernández. A ver si todavía no logra resolver sus situaciones problemáticas antes de 2023.
Hasta donde se sabe, Stiuso no participa de ninguna de las gestiones que viene haciendo el auditor Fernández, con quien no recompuso aún y con quien comparte interlocutores de antaño.
Acaso haya que interpretar esta clara señal de no agresión enviada por Stiuso a la vicepresidenta no solo como un intento de “dejar atrás el pasado”, sino más bien en la búsqueda de un reciclado para recuperar poder e influencia. Para alejar el riesgo del dolor de ya no ser lo que fue.