Es poco lo que se sabe sobre los procesos creativos, hay un relativo desconocimiento sobre cómo los artistas entran en contacto con sus ideas para transformarlas en representaciones artísticas. Aquellos que no transitan la experiencia creativa tienen la creencia de que la obra surge de manera espontánea, que se materializa después de una revelación. Quizás en algunos genios opere así, pero generalmente los artistas llevan adelante largos procesos para poder atrapar sus ideas y transformarlas en representaciones susceptibles de ser significadas por el espectador.
Los artistas se enfrentan durante esos procesos a constantes frustraciones, asumen riesgos y luchan contra diversos obstáculos, algunos de ellos inclusive financieros, para la consolidación de su obra. Pero también en ese transitar van descubriendo mecanismos para que las ideas fluyan con mayor lucidez. Algunos como David Lynch, acuden a la meditación trascendental para capturar esa gran idea, otros viajan o se aíslan y otros acuden a la experimentación con sustancias, por citar algunos ejemplos.
Gustavo Cerati recurría a distintos mecanismos para ponerse en contacto con sus ideas musicales. Era una persona con múltiples inquietudes que buscaba siempre desplazarse a la periferia del discurso musical para experimentar con diferentes recursos y así ensanchar su universo. Se sumergía durante largas horas con sus instrumentos y con aparatos tecnológicos en el estudio para ir en busca de nuevas sonoridades, como una especie de científico absorto en sus investigaciones e inmerso en su gabinete que iba experimentando con distintos químicos y descubriendo otros compuestos. En algunos casos sampleando la obra de otros músicos para la elaboración de nuevas piezas, una práctica habitual en muchos artistas y que Gustavo incorporó también como una práctica creativa.
Era una persona obstinada en su ejercicio artístico, que trabajaba intensamente junto a otros artistas, muchos de ellos, más jóvenes que él y que también lo influenciaron, para lograr piezas musicales susceptibles de ser releídas constantemente. Entendía cuál era el lugar dónde debía posicionarse como artista, procurando no repetirse y evitando aferrarse a las convenciones del discurso musical para obtener simplemente un impacto comercial. Intentaba ser fiel a su instinto, oficiando como un aprendiz y buscando ampliar todo el tiempo sus fronteras musicales. Para él, primero estaba la música.
Cada uno de los trabajos que Gustavo realizó tienen algo que los diferencia entre sí y en todos se evidencia la necesidad de internarse en terrenos distintos. Pocos como Gustavo en la música de Latinoamérica han pasado por la new wave, el rock, el shoegazing, la composición de bandas sonoras para películas, la música electrónica, el folk, el rock alternativo, etcétera. Todos esos aspectos conllevan a que su obra no perezca y que continúe en constante expansión, abriéndose a nuevas generaciones y llenando cada vez más espacios dentro de la música latinoamericana.
El espectador que vea Un hombre alado se encontrará con un documental que se sumergirá en el mundo creativo y artístico de Gustavo, a través de conversaciones con distintas personas que lo acompañaron en la elaboración de su obra y otras que lo conocieron. No intenta aportar el dato biográfico para armar una curva que atraviese toda su vida, sino que se interna en el proceso, en los detalles en los que iba trabajando para confeccionar su música.
Es un homenaje al hombre que supo construir una obra que continúa trascendiendo en todo el continente e influenciando a nuevos artistas. Un documental que intenta dialogar con su mundo para poder transmitir desde ahí otras sensaciones al espectador e invitarlo a sumergirse en su universo. Y también, porqué no, para que transiten el delirio creativo.
*Director del documental en proceso Un hombre alado.
