La política argentina se vuelve a crispar, también la sociedad. Pero no parecen funcionar en espejo.
Reconfiguraciones. El fin de las comparecencias conjuntas entre Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof para anunciar a la sociedad la continuidad de la cuarentena y las necesarias explicaciones sobre la proliferación del virus marca una discordia evidente y que probablemente se extenderá en el tiempo. La ilustración más superficial (pero real) es que emergieron discrepancias en cómo seguir con la cuarentena, especialmente sobre la reapertura parcial de las escuelas en la Ciudad vetada por Nación.
Pero otras razones también abrevan en el final de la relación cordial que parecía ubicar a dos de las figuras más importantes de la política actual (Fernández y Larreta) en el centro del arco, con expectativas de jubilar en algún tiempo a los líderes de la polarización. Esa centralidad se podía leer como el surgimiento de un partido de la moderación que los ponía por fuera de sus respectivas alianzas políticas, y por lo tanto se podía presumir un horizonte de rupturas que ninguno de los dos puede transitar en esta instancia.
Las discusiones sobre la potencial rivalidad entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández se manifestaron por muchos medios de prensa desde aquel día de mayo cuando la expresidenta anunciaba el ofrecimiento a su exjefe de Gabinete, y que es aún hoy cotilleo permanente. De hecho, la primera comparación que hicieron algunos analistas e incluso algunos dirigentes de la oposición fue con la elección de Cámpora por parte de Perón en 1973, omitiendo que éste último estaba proscripto. La otra comparación fue con cuándo, en 2005, Néstor Kirchner rompió con Eduardo Duhalde (uno de los protagonistas de la semana).
Si en una época debía conocer a las cúpulas militares y su pensamiento, hoy el Partido Militar no existe
Enemistades. Aquella disputa se dirimió en las urnas cuando Cristina y Chiche Duhalde compitieron por la senaduría de la provincia de Buenos, con el triunfo de la primera 45,7% contra el 20,4 de la segunda. A pesar de las comparaciones descontextualizadas, pensar que entre Fernández y Kirchner no van a existir tensiones es negar la base conflictual de la política y ésta probablemente se amplificara en la medida que se acerquen las elecciones de 2021.
La situación de Horacio Rodríguez Larreta recuerda aquella situación cuando Kwai Chang Caine (David Carradine), el famoso personaje de la serie Kung Fu, para transformarse en monje debía caminar por un frágil papel de arroz sin dejar marcas. El alcalde de la Ciudad de Buenos Aires hoy es el político con mejor imagen de la Argentina lo cual resulta una sorpresa para muchos, especialmente para Mauricio Macri. Como lo saben muchos veloces escaladores de la política argentina los ascensos rápidos a veces son peligrosos, sin embargo, Larreta es un hábil surfista, aunque tiene que mantener los guarismos hasta entrado 2022 para convertirse en el obvio candidato presidencial por su espacio. El apoyo de María Eugenia Vidal no es un dato menor, la exgobernadora no descarta ser candidata en CABA o en PBA, ya que Larreta la necesitaría en los dos distritos a la vez especialmente si se suspendieran las PASO. En la Ciudad obviamente Patricia Bullrich pesa fuerte, y en la Provincia, Mauricio Macri podría intentar encabezar la lista.
Antipolítica. Más allá de las tribulaciones de la clase dirigente, en parte de la sociedad crece un sentimiento de antipolítica. El argumento es sencillamente culpar a los políticos de todos los males del país. La antipolítica se resumió muy en el 2001 cuando la frase “que se vayan todos” fue un reclamo de las movilizaciones de ese fin de año trágico. El remate actual es que “se quedaron todos”. Desde este punto de vista se considera a los políticos como una casta que se enquista en el Estado para beneficio propio. Curiosamente la idea de “casta” fue planteada por Podemos en España en sus inicios, incluyendo en su definición a los partidos clásicos: el PP y el PSOE, para terminar, siendo socios minoritarios del gobierno de este último partido. Hoy el discurso antipolítica lo enarbola el cantante de cumbia El Dipy (Daniel Adrián Martínez), con una capacidad de síntesis con una lógica que elogia la sencillez: “Tienen un país para ellos y otro para nosotros”.
Tal vez sea descabellado pensar que un cantante pueda encabezar un movimiento político, pero una simple búsqueda en Google de El Dipy arroja 4.700.000 resultados. Hay experiencias previas como en Brasil con el artista y payaso Tiririca (hoy diputado) que no llegó a la presidencia, pero fue un buen proxi de Jair Bolsonaro. También en Italia el cómico Beppe Grillo fundó el Movimento 5 Stelle y terminó cogobernando con la derechista La Liga. En este marco se puede contextualizar las declaraciones de Eduardo Duhalde. El gran hermeneuta francés Paul Ricœur planteó que la obra se “desarraiga” del autor. De alguna forma y sintetizando las palabras hablan por sí mismas lejos de quién las dice.
Black mirror. La postura del expresidente que hasta aquí se había posicionado como un asesor “ut et orbi” de los presidentes rotó hacia el planteo que la Argentina se enfrenta a un golpe de Estado inminente, declaración de la que se distanció rápidamente aduciendo “psicosis”. Sin embargo, en los submundos de internet hay gente (incluso muchos jóvenes) que reivindica al dictador Jorge Rafael Videla sin estar muy interiorizado por las acciones del exgeneral y de la jerarquía de las Fuerzas Armadas que asaltaron al país en 1976 y lo abandonaron recién en 1983. Si en una época todo analista político debía conocer a las cúpulas militares, y sondear su pensamiento, hoy desapareció completamente lo que se conoció como el Partido Militar. Se debe decir que la totalidad de las Fuerzas Armadas actuales se formaron en democracia y sus preocupaciones se remiten a sus quehaceres profesionales (obviamente no los retirados, muchos presos por delitos de lesa humanidad). Pero la declaración del veterano político de Banfield puso nuevamente el foco en los militares y han regresado de un plumazo los fantasmas del pasado.
*Sociólogo (@cfdeangelis)