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Afirmaciones

Funciones de un Estado necesario

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Papa. Actualiza las tradiciones de la Iglesia para lograr consentimiento. | AFP

En declaraciones recientes el papa Francisco sostuvo que: “El Estado es hoy más importante que nunca y está llamado a ejercer el papel central de redistribución y justicia social”. Afirmaciones que podrían considerarse de rutina si no fuera porque conocemos la concepción del Papa, en relación al Estado y la justicia social, desde la época en que “militaba” como Bergoglio.

Es obvio que no puede haber sociedad moderna sin Estado. Sin embargo, hay tantos tipos de Estados como ideologías que proponen diferentes modelos de sociedades, con consecuencias materiales y sociales también diferentes. Una de esas propuestas es la del liberalismo económico, que rechaza la participación del Estado en los asuntos económicos, aunque lo utiliza para la defensa de la propiedad privada y para garantizar el sometimiento de la fuerza de trabajo en la tarea productiva. Por su parte, el socialismo leninista promueve la participación exclusiva del Estado en la actividad económica, que se apoya en la apropiación de los medios de producción y lleva al control de la vida y hasta la consciencia de los ciudadanos. Una propuesta superadora viene del socialismo democrático europeo, que promueve un Estado que admite la función del capital privado, exigiéndole someterse a las leyes y principios que define ese Estado, al tiempo que interviene en la búsqueda de una distribución equitativa de lo que se produce.

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Pero el Estado que Francisco propone seguir ampliando es diferente a todos esos: está en las antípodas del liberalismo económico; se aproxima en algunos aspectos al socialismo leninista, aunque acepta la elección democrática de los que lo dirigen; y se diferencia del socialismo democrático europeo en lo que respecta al papel del capital privado, ya que Francisco ha declarado en varias oportunidades que “el capitalismo mata”. El Estado que promueve Francisco es un Estado “populista” como el que nos ha llevado al estancamiento económico y a la pobreza de millones de compatriotas, condenándolos a vivir sometidos a la voluntad de aquellos que manejan ese Estado. Un Estado que privilegia la existencia de empresarios poco competitivos, los que en tanto amigos del Poder comparten negociados con los funcionarios de turno. Un Estado con una “justicia social” que pretende distribuir lo que no se produce suficientemente; y que dadas las trabas que pone a la producción privada (creadora de empleo genuino y fuente de recursos a través de sus obligaciones impositiva) debe atender a los desocupados con empleo público ficticio que lo “engordan” enfermizamente, y con un asistencialismo económico que, además de alienar la consciencia de los ciudadanos, produce inevitables déficits que se atienden con una emisión monetaria que llevan a la inflación y al estancamiento económico.

Francisco actualiza viejas tradiciones de la Iglesia Católica en las que interviene para lograr formas de sometimiento, ya sea por acción o por omisión. Un caso en el que se combina acción y omisión tuvo lugar durante la Guerra Civil Española que enfrentara a ciudadanos republicanos con el general Franco (epopeya registrada en la película “Por quién doblan las campanas” basada en la obra de Ernest Hemingway). Por acción, dado el papel desempeñado por la “Asociación Católica Nacional de Propagandistas” (ligada a la represión), y por omisión, dado el silencio del Papa de turno por la matanza de ciudadanos republicanos (omisión que fuera denunciada por algunas de las muchas canciones republicanas que circularan por España y el mundo, al preguntarse “qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma, que están degollando a sus palomas”.

Las funciones de un Estado, siempre necesario, deben comprender tanto la garantía de instituciones republicanas, como el aliento a inversiones privadas que creen que la riqueza debe distribuirse equitativamente, respetando las leyes laborales y promoviendo la igualdad de oportunidades y la movilidad social ascendente.

*Sociólogo.