El 3 de febrero de 1999, el Boletín Oficial publicó el decreto del Poder Ejecutivo Nacional que puso en vigencia plena el Código de Conducta de la Función Pública, un pormenorizado paneo por lo que pueden y no deben hacer quienes forman parte de la administración central, desde el Presidente hasta el último de los funcionarios. Esa disposición incluye algunos artículos que adquieren hoy particular actualidad por lo sucedido con la celebración, en la residencia de Olivos, del cumpleaños de la esposa del señor Alberto Fernández, con asistencia de amigos de ella cuando la cuarentena estaba en plena vigencia y las reuniones sociales podían ser sometidas a sanciones judiciales o administrativas.
El conocimiento público de aquel festejo está generando un verdadero escándalo, fundado en la ausencia de explicaciones racionales o disculpas por parte del Presidente o sus funcionarios dependientes. Se trata, así, de una cuestión que afecta al menos dos áreas; una, la del propio mandatario y su entorno, afectados en su imagen por un hecho que implica doble estándar: mientras el Gobierno prohibía, so pena de sanciones, toda reunión social, en su propia casa celebraba un cumpleaños con amigos; otra, la de la obligada información en tiempo y forma por parte de voceros oficiales.
Las tardías, sesgadas y, en algunos casos, mentirosas y hasta delirantes explicaciones surgidas en las últimas horas de boca de algunos funcionarios y allegados al oficialismo compitieron con las urgentes, sesgadas y, en algunos casos, mentirosas y hasta delirantes declaraciones de connotados personajes de la oposición.
En el medio, la sociedad, de la que forma parte el colectivo de lectores de este diario, que merecen un mejor trato de sus dirigentes.
Tiene razón. La lectora Renata Vieira es una asidua concurrente a estas páginas con sus aportes para el Correo. El domingo 1° envió una carta que este ombudsman tituló “Candidatos”. En esta edición se reproduce otro mail de Vieira en el que cuestiona el corte que le hice a su envío anterior, puntualizando su desagrado por esa decisión, motivada –quiero aclararlo– por razones de espacio. Tiene razón al quejarse: algunas veces, este ombudsman se equivoca al seleccionar partes de un texto que deben ser abreviadas o directamente suprimidas; es este el caso: efectivamente, he cometido un error grave al reducir su carta al primer párrafo, omitiendo el resto, que contiene críticas a las posturas de los candidatos. Solo me queda reproducir el mail completo, con las disculpas del caso:
“Felicito a PERFIL del domingo 1° por la propuesta de entrevistar a los candidatos del ‘escenario electoral’ 2021. Como electora en busca de un voto responsable, esa es la manera de comparar ‘propuestas concretas, racionales, fundadas, no mágicas’, según Vidal o de promover ‘una discusión más sobre ideas, más allá de los posicionamientos internos de las fuerzas políticas’, según Randazzo.
”Hay palabras que se repiten en las respuestas de los candidatos, fruto del accionar de sus respectivos ‘coaching’. Además, los candidatos manifiestan sus deseos sin tener una hoja de ruta clara como, por ejemplo, la propuesta de Randazzo de hacer ‘el gasto del Estado más eficiente’, o de Vidal de seguir apuntando ‘los problemas de economía que no resolvieron’. Desperdicié mi tiempo, leyendo dos cartas de intenciones, altamente frustrantes.
“No obstante, cuando Randazzo propone ‘eliminar las indemnizaciones con seguro de desempleo’ encuentro una propuesta concreta, un pequeño paso para actualizar la ley laboral argentina. Eso me lleva a preguntar: ¿cómo un candidato peronista pretende convencer a los sindicalistas? O bien, ¿cómo él propondría compensar la pérdida de recaudación de los sindicatos, ya que sin ese apoyo el voto en el Congreso no estaría asegurado?”.