COLUMNISTAS

Infierno cercano

Ricardo Jaime y Leonardo Fariña pusieron en la mira a la ex presidenta. Comodoro Py y Panamá Papers.

LENTES. Cristina Kirchner.
| Pablo Temes

Leonardo Fariña abrió la puerta del infierno para la familia Kirchner y su núcleo más cercano, que, en forma planificada, tomaron al Estado como un botín destinado a enriquecerlos en niveles que no dejan de producir asombro. En su extensa declaración, el así apodado “valijero” aportó datos que impactaron tanto al juez de la causa, Sebastián Casanello, como al fiscal, Guillermo Marijuan. Fariña cumplió así su promesa de que hablaría.

Néstor Kirchner montó una aceitada máquina de corrupción que funcionó a pleno durante los 12 años que duró el kirchnerato. Fue algo pensado e instrumentado por un hombre que, además de haber sido un corrupto, exhibía frente al dinero conductas patológicas. Le gustaba tocar la plata, ante cuya presencia enloquecía. “Desconfiaba de los bancos y por eso le gustaba guardar la plata en cajas fuertes”, recordó Ricardo Cirielli, quien fue subsecretario de Transporte Aéreo durante la gestión del ex presidente. El sistema que montó Kirchner una vez que llegó a la Presidencia fue simple: la plata le ingresaría a sus bolsillos a través de la obra pública. En esa operatoria, Lázaro Báez jugó un papel clave: el mismo que tuvo durante los dos períodos en que el ex presidente se desempeñó como gobernador de la provincia de Santa Cruz.

Austral Construcciones, la nave insignia del emporio montado por Báez, fue creada en mayo de 2003, poco antes de la asunción de Néstor Kirchner, ocurrida el 25 de mayo de ese año. A partir de ese momento, tanto uno como otro comenzaron a desandar un camino que los hizo inmensamente ricos a costa de sobreprecios de la obra pública. El volumen de dinero es a estas horas incalculable. Por eso, la imputación a Cristina Fernández de Kirchner que ha hecho el fiscal Guillermo Marijuan no sorprende. Como tampoco sorprenderán las que seguramente hará a otros conspicuos personajes del universo K.

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En su maratónica declaración, Fariña mencionó además al ex ministro de Planificación Julio De Vido, y al ex secretario de Transporte Ricardo Jaime. Hizo alusión también al fideicomiso del Banco Nación –con el que Báez tenía una deuda de 350 millones de pesos y a la que contribuyó a reestructurar– y a Ernesto Clarens, otro empresario que formó parte del universo K. Aportó documentación y describió la forma utilizada para la implementación de las maniobras de lavado de dinero. Puntualizó que el banco Lombard Odier, con sede en Ginebra, fue utilizado como vehículo para llevar adelante toda esta operatoria de corrupción. Al respecto, vale recordar que Federico Elaskar ya había mencionado a esta casa bancaria en la declaración que le hizo a Jorge Lanata en el programa PPT en 2013. Como dato significativo, hay que señalar que el Lombard Odier aparece involucrado en dos hechos relevantes de corrupción: el caso Bárcena –el tesorero del Partido Popular de España que transfirió 25 millones de euros de origen espurio– y el caso del Petrolão, que sacude a Brasil. Dio el nombre de una persona de quien dijo que podría corroborar toda la información presentada en su declaración. Ratificó la veracidad del video de La Rosadita, en el que se ve a Martín Báez, a Daniel Pérez Gadín, a Esteban Pérez Gadín y a Fabián Rossi contar dinero, y describió el modus operandi para movilizarlo dentro del país.

La detención de Lázaro Báez ordenada por el juez federal Sebastián Casanello le dio a la causa de la ruta del dinero K un vuelco copernicano. La medida adoptada por el magistrado produjo estragos dentro de ese submundo de complicidades que se armó entre el ex cajero del Banco de Santa Cruz y los Kirchner. “Seguramente esto también terminó de convencer a Fariña para que hablara”, señalaba un funcionario judicial de los tribunales de Comodoro Py que conoce el significado de todo lo que pasa allí. “Si la mujer de Báez habla o no es ahora de menor valor; la revelación de los negocios compartidos entre su esposo y los Kirchner ya ha sido detallada por Fariña”, agregaba la misma voz. Para decir todo esto, Fariña pidió entrar en el régimen del arrepentido. Esta figura que, como tal, aún no existe en la legislación argentina tiene una posibilidad de aplicación fáctica en las causas por lavado de dinero. Para otorgarle este beneficio –que representa la posibilidad de una quita significativa de la pena– es necesario que el acusado aporte datos que sean verificables o tengan sustento documental.

Esta semana ha sido mala para Cristina Fernández de Kirchner, no sólo por la imputación que le ha hecho el fiscal Marijuan sino también por la declaración que ante el juez federal Julián Ercolini hizo el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime. Allí, el ex funcionario dijo que en la operatoria de la compra de trenes a España y Portugal –que eran chatarra y por los que se pagaron sobreprecios escandalosos– obró siguiendo estrictas instrucciones del ex presidente y de la ex presidenta. Todos estos hechos exponen cómo, durante el kirchnerato, el país estuvo a merced de un grupo de corruptos provenientes de Santa Cruz.

Seguramente la detención de Báez terminó de convencer a Fariña para que hablara.

La revelación sobre los documentos de Panamá (Panamá Papers) salpicó a Mauricio Macri, que demoró en darse cuenta de su exacta dimensión. Recién cuando el fiscal federal Federico Delgado actuó, el Presidente reaccionó como correspondía y encomendó a sus abogados hacer una presentación ante un juez de la documentación que diera respaldo a sus explicaciones sobre la empresa offshore de la que fue director junto a su padre, Franco Macri.

Dicho sea de paso, tampoco la Justicia actuó en tiempo y forma. Conocida la información el domingo, un fiscal debió haber actuado de oficio el mismo lunes. “Nuestra reacción fue mala”, le reconoció a un confidente Marcos Peña. Contribuyó a ello la actitud de la titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso, más preocupada por justificar a Macri que por cumplir con las obligaciones de su cargo.

Por esas cosas del destino, en la Justicia Federal se vive un momento particular. Algunos de sus jueces son conscientes de la gravedad de la hora. “La sociedad, que está harta de la corrupción, nos está mirando”, reconoció uno de ellos. Es que, como nunca antes, la sociedad ha comenzado a tener noción exacta del impacto negativo que sobre aspectos concretos de su vida tiene la corrupción. La tragedia de Once, rutas en mal estado, obras mal hechas o inconclusas, obras anunciadas y o nunca concretadas, son parte de una realidad que en unos casos ha costado vidas, y en otros las ha afectado y las complica y pone en riesgo aún hoy.
“Nadie piensa donde todos lucran. Nadie piensa donde todos roban” (José Ingenieros).

Producción periodística: Guido Baistrocchi.