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Irse o volver al país

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Irse o volver al país. | cedoc

Décadas de decadencia económica en Argentina fueron generando, entre quienes tienen capital y pueden elegir alguna forma de extraterritorialidad, tres métodos diferentes de conducta. Vivir en la Argentina y tener sus ahorros en el exterior. Irse a vivir al exterior (por cuestiones tributarias, de inseguridad o incomodidad social) pero mantener sus activos en Argentina. O irse a vivir al exterior y vender sus activos en Argentina llevándose el dinero al exterior.

El primer caso fue el típico de siempre entre quienes tienen capacidad de ahorro en dólares, pero en alta escala fue un fenómeno creciente a finales de los años 90 entre quienes vendieron sus empresas durante el “uno a uno” de la convertibilidad. En 2002, hasta Néstor Kirchner se ufanaba por haber mandado a un banco extranjero los 500 millones de dólares que obtuvo Santa Cruz por la privatización de YPF antes de que estallara la convertibilidad y el “uno a uno” se redujera a uno a cuatro. 

Vivir en Argentina con ahorros en el exterior, vivir afuera con bienes en el país o todo afuera 

El segundo caso comenzó progresivamente con la implantación del Impuesto a los Bienes Personales y su posterior encarecimiento a partir de 2007 con Néstor Kirchner, promoviendo que algunas grandes fortunas establecieran su residencia fiscal en Uruguay. Pero a partir del triunfo en las PASO del Frente de Todos, en agosto de 2019, ya no solo un puñado de las grandes fortunas sino miles de personas decidieron mudarse a Uruguay y administrar desde la vecina orilla sus bienes en Argentina, yendo y viniendo con alguna periodicidad. 

Que en agosto de 2019 se hayan multiplicado por mil esos casos se explica en el blanqueo promovido por Macri el primer año de su gobierno, cuando en 2016 existía un optimismo convencido del cambio definitivo de rumbo económico del país y muchos argentinos decidieron declarar activos que mantenían ocultos, en muchos casos en el exterior. 

La derrota de Macri en 2019 dejó a muchos que exteriorizaron su riqueza en el blanqueo “desnudos” frente a una AFIP que pasaba a ser conducida por un gobierno no solo de signo contrario sino con mayoría kirchnerista, lo que derivó ya con Alberto Fernández presidente en la duplicación del porcentaje a pagar y lo cuadruplicó si los bienes estuvieran en el exterior, en ese caso 3% del patrimonio por año. 

Aún no había emergido el coronavirus y nadie imaginaba el impuesto extraordinario a la riqueza por la pandemia (aporte solidario y extraordinario, lo que volvió a motivar a más argentinos a residir fiscal y físicamente en Uruguay: en una década quienes tengan grandes ahorros en el exterior le terminarán pagando 1/3 de su patrimonio a la AFIP y, si se tratara de alguien de 50 años de edad, con la expectativa de vida actual, moriría habiendo usado todo su patrimonio para pagar Bienes Personales.

Pero el tercer caso de quienes ya queman todas las naves y venden completos sus activos argentinos y se van a vivir directamente al exterior es resultado de un desencanto mucho más profundo, más permanente y muy superior al costo tributario. Lo que no solo afectó a argentinos sino también a extranjeros, personas jurídicas en ese caso, que deciden dejar de operar en el país. Estos últimos son los más conocidos por ser marcas de mucha visibilidad como LAN, Falabella, Wal-Mart o recientemente Direct TV, entre tantas otras que decidieron irse, en principio, para siempre.

Pero al mismo tiempo se producen ejemplos inversos: argentinos que traen su dinero del exterior para comprarles a las multinacionales sus operaciones en la región, como el caso de Francisco de Narváez con Walmart o estos días de la familia Werthein con Direct TV, que además de Argentina incluye también la empresa en el resto de Sudamérica.

Casualmente, los Werthein y De Narváez tienen fama de comprar barato en los momentos de crisis y vender caro tras las recuperaciones. Hicieron eso cada uno en su rubro de mayor especialidad: telecomunicaciones los primeros con Telecom regresando ahora con Direct TV, y supermercados el segundo con Casa Tía y ahora regresando con Walmart.

Que con estos antecedentes vuelvan a comprar empresas indica que sus radares marcan un futuro económico argentino y sudamericano de mediano plazo nuevamente creciente. Porque el precio barato de una empresa es condición necesaria pero no suficiente para decidirse a invertir debido a que si el mercado no se recupera aún lo barato saldrá caro.

A pesar del pesimismo interno en Argentina, las señales internacionales son de las mejores para nuestro país: crecimiento de la economía mundial en franca recuperación poscovid, precios de la materias primas altos y previsiones del Fondo Monetario Internacional de que subirán aún más en el futuro, tasas de interés bajas y negativas por la propia necesidad de quien imprime los dólares y pasó a ser un gran deudor, inflación en dólares que licuará deudas, y aumento del valor de todos los activos reales (las propiedades están aumentando el 16% en dólares en Estados Unidos) en contra de los activos financieros. Argentina debe dólares que valdrán menos, y vende y tiene activos físicos que valdrán cada vez más.

Otro pronóstico optimista para quienes no tienen aversión al riesgo –y cuentan con recursos suficientes para cruzar 2022 y 2023 si se presentaran eventuales tormentas– anticipa el definitivo fracaso político y económico de las ideas antimercado del kirchnerismo más ideologizado y su reemplazo en 2023 por un gobierno que biológica y culturalmente deje atrás los ideas obsoletas de la Guerra Fría, dando paso a una recuperación económica del país.

Lo que comenzó como emigración de capitales terminó como emigración de personas

En los dos reportajes largos de este sábado en PERFIL, tanto a Carlos Heller, presidente de la Comisión de Presupuesto de Diputados y coautor, con Máximo Kirchner, del llamado impuesto a la riqueza (“el 50% de los bienes declarados por las personas alcanzadas por el aporte solidario están en el exterior”) como el nuevo presidente de la Rural, Nicolás Pino (“el campo no nos lo podemos llevar al exterior”) reflexionan sobre posibilidades y conveniencias de tener el corazón en Argentina y el dinero en el exterior.

Pero más importante que regrese parte del stock de capital que los argentinos tengan en el exterior, producto de riqueza generada en el pasado, será el flujo de nueva riqueza que los argentinos generarán. Es fundamental revertir la fuga de talentos, estén o no asociados al capital, y que lo que comenzó como emigración de capitales no termine también en emigración de personas.