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PANORAMA / CORTE SUPREMA

Justicia picante

El fallo que el Gobierno no quería puso más en evidencia la guerra fría entre los jueces.

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CORTES A MEDIDA Carlos Rosenkrantz | DIBUJO: PABLO TEMES

No hubo buenas noticias para el Gobierno en la semana: el fallo adverso al Estado de la Corte Suprema, el índice de desempleo, la suba del riesgo país a niveles que no se daban desde la crisis de 2014, las críticas de la cúpula del Episcopado son parte de un combo letal que afecta la vida de muchísima gente y complica el futuro electoral del Gobierno.

Carlos Rosenkrantz fue una sugerencia de Mario Quintana que Mauricio Macri "compró" tras hacer un análisis que tuvo la profundidad de un arroyo seco. Rosenkrantz es un abogado y académico –fue rector de la Universidad de San Andrés– de prestigio que entre sus clientes tenía a Quintana. Este abogado exitoso ha devenido en un presidente de la Corte falto de liderazgo y vaciado de poder. Llegó a la presidencia del supremo tribunal tras un verdadero golpe de mando que "derrocó" a Ricardo Lorenzetti y se quedó sin poder tras otro golpe de mando que le propinaron sus pares el miércoles pasado. El Gobierno se entusiasmó con Rosenkrantz, a quien vio como una alternativa para conformar a Elisa Carrió en su embate permanente contra Ricardo Lorenzetti.

Uno de los detonantes de la crisis en la Corte se produjo cuando el actual presidente decidió delegar las facultades de superintendencia en Elena Highton de Nolasco. Ella debería haberse jubilado por haber superado la edad de 75 años y porque su situación es diferente a la de Carlos Fayt, quien defendió su permanencia en la Corte arguyendo que a él no se le podían aplicar las normas de la Constitución de 1994 porque él había sido designado según lo establecido por la Constitución de 1853. En cambio, a Higton sí le cabe la reglamentación de la nueva Constitución que establece que los jueces deben jubilarse a los 75 años. Esto hace que su situación sea de debilidad.

En la última reunión de la Asociación de Empresarios Argentinos quedó en evidencia el malestar de los empresarios con el Gobierno. Algunos creen que el país se acerca, peligrosamente, a los niveles de caída del 2002.

A Rosenkrantz le llueven las críticas. Su planteo de culpar a los medios por la mala imagen de la Justicia generó mucha preocupación dentro de la Corte, donde esta visión no es compartida.

“No tiene predisposición al diálogo ni tiene una cabal comprensión de lo que es y de cómo funciona un cuerpo colegiado”, señala un conocedor de lo que está pasando en el cuarto piso del Palacio de los Tribunales, donde funciona la Corte.

Otra de las cosas que inquietó mucho en ese mundo en el que el secreto tiene el valor de un dogma fue la aparición de filtraciones de cosas importantes que se hablaban a puertas cerradas. “No pasó ni cuando estaba Zaffaroni con su kirchnerismo rabioso”, cuenta otra garganta profunda.

A los pares de Rosenkrantz les llamó la atención su voto –que quedó en absoluta minoría– en el caso Blanco, en el que el fallo de la Corte fue coherente con la posición histórica que viene manteniendo el tribunal en las causas que atañen a los jubilados. En sí era la posición que pretendía el Gobierno, que mandó al ministro de Justicia, Germán Garavano, el día anterior al de la sentencia para que hablara con Highton y no lo dejara solo a Rosenkrantz. Esa conversación ocurrió en el domicilio de la ministra de la Corte y lo cierto es que la gestión resultó ser infructuosa, ya que ella terminó votando a favor del demandante. El Gobierno buscaba patear el fallo para febrero, pero lo que habían acordado los ministros era fijar una agenda de fallos y la del miércoles era la fecha establecida para este caso. Rosenkrantz intentó que el fallo fuese en febrero, objetivo que no consiguió. Ante tamaño vaciamiento de poder, el actual presidente de la Corte planteó la posibilidad de su renuncia, circunstancia que no fue aceptada por sus pares que lo eligieron por amplia mayoría. Lo que sí es incierto es su futuro respecto del  vínculo con sus pares. Si avanza en una postura mucho más rígida, se va a hacer muy complicada la convivencia y mucho más si concreta la denuncia contra la acordada que le quitó el manejo administrativo de la Corte.  

Mudanza. Una de las novedades políticas resonantes dentro del Gobierno es la idea de Mauricio Macri de postular a Rogelio Frigerio como representante argentino en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La consecuencia directa de esta decisión es que Frigerio va a quedar fuera de la carrera electoral por la Gobernación de la provincia de Entre Ríos a la que pretendía aspirar.

La reunión de fin de año de la Asociación de Empresarios Argentinos (AEA) fue un glosario del mucho malestar existente contra el Gobierno ante la falta de medidas tendientes a fomentar el crecimiento. Allí se habló de que el país se está acercando peligrosamente a los niveles de caída de 2002. Es lo que muestra la última medición del índice de confianza del consumidor que mide la Universidad Torcuato Di Tella.  

Todo esto está poniendo sobre la mesa un cuadro de situación que es mucho más grave de lo que el propio gobierno expresa y cree. Los últimos siete meses han mostrado una caída muy fuerte del producto que no ve un horizonte de inflexión como para empezar a retomar en términos de la industria. “Y lo peor es que el Gobierno no se está sentando con el empresariado para ver qué medidas son necesarias para la reactivación”, sentencia un analista económico que sabe lo que se habló en esa reunión en la que había poco para festejar.

Producción periodística:

Lucía Di Carlo