Saliendo por unos días de la pantalla de TN, Elisa Carrió anda de gira por Corrientes, Formosa y su Chaco natal. Vía redes sociales, nos va teniendo al tanto de reuniones con productores, con amigas, dirigentes políticos. Con su tradicional histrionismo, subió imágenes y videos bailando, riendo, disfrutando de la vida. Merecido.
Estas misceláneas continuas de la diputada no llamarían la atención dentro de la normalidad lilista. Pasa que suceden mientras sale a la luz pública el “aportegate”, el escándalo por el falso financiamiento de la campaña electoral que afecta en especial a Cambiemos (aunque es una mancha venenosa que se extiende a todas las fuerzas), que hizo de la transparencia una de sus banderas.
Tanto flamenco bailado y encuentros continuos se ve que dejaron sin tiempo a Carrió, fiscal de la República y líder moral, de decir una palabra sobre los aportes truchos a las campañas del frente político que integra. Tuvo tiempo para dedicarle a Luis D’Elía una diatriba sobre su violenta y condenable frase contra el Presidente. Pero de los falsos aportantes, ni mu.
Lilita contagió de este inusual mutismo a otra investigadora y denunciante implacable, Graciela Ocaña. Acaso tenga que ver con que la diputada fue la cabeza de lista de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, centro del volcán de irregularidades. Tampoco los socios radicales emitieron algún sonido identificable al respecto.
Quien sí tomó la posta fue Margarita Stolbizer, que extrañaba las luces del centro desde que dejó de denunciar solo al kirchnerismo y empezó a apuntar contra el macrismo. Pese a que ahora tomó distancia o la distanciaron, Stolbizer debería administrar las ollas que destapa sobre el financiamiento anómalo de campañas: fue candidata bonaerense a senadora el año pasado por 1País, el frente de Sergio Massa, y hay quienes dan por descontado que si se revisan bien los números allí también habría sorpresas. Más peronistas, obviamente.
No pocos kirchneristas se subieron súbitamente a esta ola ética de los fondos de campaña. No alcanzarían todas las páginas de esta edición de PERFIL para exponer la contradicción de que el muerto se ría del degollado. Serían simpáticos si no fueran tan patéticos. Menos mal que a Cristina Fernández de Kirchner le sigue resultando conveniente, según las encuestas serias, mantener la boca cerrada.
Por suerte, detrás del impulso a las denuncias judiciales está La Alameda, la organización no gubernamental liderada por Gustavo Vera, supuesto amigo papal y ex socio electoral de Guillermo Moreno en un grupúsculo peronista porteño en la campaña 2017. No pasaron de las PASO siquiera (es a los únicos que les ganó Daniel Filmus). Mejor Vera dedicado a estos menesteres éticos que salpicado por el barro de los servicios de inteligencia.
Por último, para completar un panorama alentador, menos mal que en la investigación judicial del caso intervienen fiscales y jueces federales de Comodoro Py. Garantía de éxito y ecuanimidad hasta las últimas consecuencias. Cartón lleno.