COLUMNISTAS
DECADENCIA

La casta es el otro

En los 90 se culpaba al Estado elefantiásico; hoy, a la clase política.

 20230212_milei_temes_g
Javier Milei. | Pablo Temes

No hay dudas de que la Argentina de la pospandemia ha girado hacia la derecha. Las razones son múltiples. Quizá la principal es esa sensación socialmente compartida de que el país está estancado; y el futuro, empeñado. No hay cifra o valoración que pueda desmentir esa convicción.

Diferencias. Más que nunca existen dos países, uno cada vez más pequeño (¿10%, 15% de la población?) con alta capacidad de consumo, con posibilidades de accesos globalizados, y el resto de la sociedad, un mosaico heterogéneo luchando para no descender de estrato social. Por ejemplo, para el último informe de la Dirección de Estadísticas y Censos de la ciudad de Buenos Aires, una familia de cuatro integrantes necesitó entre 251.244 y 804.554 pesos en diciembre del año pasado para ser clase media; por menos de esos 251 mil pesos, la familia entra en una situación de fragilidad que la ubica cerca de la pobreza. Esa cifra de un cuarto de millón de pesos es un umbral difícil de alcanzar por la mayoría de los hogares. Otro informe del INDEC de diciembre del año pasado planteaba que para el tercer trimestre de 2022 el ingreso medio del decil más rico promediaba los 164 mil pesos, que a dólar oficial de septiembre significaban unos 1.100 dólares y al paralelo unos 580 de la moneda estadounidense. El deterioro de los ingresos es el origen central del malestar actual.

Aunque Alberto Fernández vea colas inmensas en los restaurantes y crea que Argentina es el país que más crece en el mundo después de China, la sociedad solo manifiesta fastidio que arranca obviamente por la inflación y termina en un sinnúmero de problemas como seguridad, educación, etcétera. Ahora cuando se pregunta sobre el origen de todos estos males, la respuesta es unívoca: la culpa es de los políticos. Sin embargo, hay una diferencia entre el planteo de la UCeDé (el partido fundado por Álvaro Alsogaray) en los 80 y 90 y el actual. En aquellos días, la culpa era del Estado; se debe recordar aquel elefante que montó Alberto Albamonte en la campaña de 1991, bajo el lema de achicar el “Estado elefantiásico”, también fue emblemático el personaje de Antonio Gasalla de la empleada pública irritante y maltratadora.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Manual de instrucciones

Hoy, a diferencia de aquellos años, la culpa se ha trasladado a los políticos que habrían colonizado el Estado para su beneficio propio y luego (casi en el otro extremo de la pirámide social) quienes reciben el rechazo social son los receptores de planes sociales. Como nota al pie de página hay que señalar que en los focus groups el tema de los planes sociales (y los “planeros”) pasa a absorber en forma espontánea buena parte del discurso sobre lo social, curiosamente al plan social se lo observa como una especie de “privilegio” lejos de una herramienta de justicia social que en teoría los originó. En este orden, los primeros planes fueron instrumentados en el gobierno de Carlos Menem, incluso bajo la recomendación de los organismos multilaterales de crédito.

Castas y castos. En síntesis, el tema de “la casta” ingresó de lleno en el discurso político, al punto que Luis Juez puede referirse de esta forma para hablar del peronismo cordobés, sin percatarse de que ocupó diferentes cargos públicos prácticamente en forma ininterrumpida desde 2003. Claro que el concepto de casta tradicionalmente tuvo otro uso, mayormente referido al sistema social de la India como un modo se estratificación social definida desde el nacimiento y que permanece a lo largo de la vida. Cinco fueron las castas de la India en un sistema muy vinculado a la religión (y cayendo en desuso): Brahmanes (sacerdotes y profesores); Kshatriyas (guerreros y gobernantes); Vaishyas (granjeros y comerciantes); Shudras (obreros) y Dalits (parias).

El uso político más actual para el término casta lo generaron los indignados en España tras la crisis subprime de 2008 que impactó en el país con la ejecución de cientos de miles de hipotecas. En esos días, unos jóvenes profesores de ciencia política como Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón comenzaron a popularizar el término desde una perspectiva de izquierda en un programa de televisión que compartían. Ellos, con el uso del término, acusaban al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y al Partido Popular (PP) de ser cómplices en la crisis y estar en connivencia con las empresas del Ibex 35, las empresas más grandes que cotizan en bolsa; sus ataques se orientaron en particular a los grandes bancos que se dedicaron a embargar las propiedades de quienes no podían pagar la cuota. Ese grupo fundó el Partido Podemos (hoy Unidas Podemos), y hoy es el principal socio en el gobierno con Pedro Sánchez líder del PSOE.

Contrargumentos. Hoy la dirigencia política argentina se está preparando para afrontar las elecciones, y una de las principales tareas será mostrar que no son parte de la casta. Para esto ensayan diferentes respuestas a las posibles preguntas sobre esto. El ejemplo que se daba de Luis Juez es la primera de las respuestas a mano: la casta son los demás. Este argumento será uno de los predilectos para los candidatos de Juntos por el Cambio que rápidamente hacen el conteo de los años que el peronismo está en el poder desde el retorno a la democracia en una fuerte vinculación del sistema de castas con el populismo. En cambio, el argumento que dará el peronismo es la acepción más cercana a la de Iglesias y su grupo de vincular a los dirigentes de JxC con “el poder real” como le gusta decir a Cristina Kirchner, es decir, las grandes empresas y medios de comunicación. Es un artilugio interesante, porque en la historia argentina muchos grandes empresarios funcionaron (y funcionan) como casta real batallando por privilegios en forma de subsidios, protección arancelaria, dólar preferencial, prestamos a tasas diferenciales, etcétera. De hecho, las grandes fortunas del país se hicieron en una fuerte ligazón con las políticas estatales, y serán las protagonistas silenciosas de la campaña electoral preparándose para afrontar las contingencias del cambio de gobierno.

*Sociólogo @cfdeangelis