COLUMNISTAS
Herencia de la dictadura

La cuestión militar, el gran trauma de la sociedad argentina

En países como Brasil, Estados Unidos o Israel, la carrera militar es merecedora de gran prestigio y hasta de buen dinero. Es elegida frecuentemente y por diferentes estratos sociales. En Argentina, sin embargo, la imagen de las Fuerzas Armadas no ha logrado recuperarse del todo desde la última dictadura. Según encuestas, el 55% de los argentinos desconfían de los militares.

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Encuesta. Según Poliarquia Consultores, el nivel de confianza de los argentinos hacia los militares ha variado en los últimos años: 30% de aceptación en 2003; 50% en 2013; 44% en 2021. Aún es mayoría el rechazo de la población. | cedoc

Es interesante notar que, a menor edad, entre aquellos que no vivieron la dictadura, la opinión sobre las Fuerzas Armadas (FF.AA.) se vuelve más positiva. También a destacar: países como Chile o Brasil, que también vivieron dictaduras, tienen una mejor percepción de las FF.AA. que la que tiene Argentina. 

“En el mundo urbano y universitario hay una visión negativa hacia las Fuerzas Armadas, y esa idea está relacionada con la historia, con los abusos de las FF.AA. durante los golpes y el terrorismo de Estado. La mirada crítica hacia las Fuerzas es más, diría, de la academia urbana. Esto ha sido muy fuerte en los inicios de la democracia, pero está cambiando de a poquito”, expresa la politóloga y doctora en Relaciones Internacionales (RRII) María Lourdes Puente Olivera, que se desempeñó durante más de veinte años como analista en RR.II. de la Armada Argentina, y luego en el Ministerio de Defensa como directora nacional de Inteligencia Estratégica Militar. 

“A partir del Juicio a las Juntas, alzamientos, carapintadas y la derrota de Malvinas, los detenidos desaparecidos y la apropiación de niños, las Fuerzas, desde mediados de los 80, se convirtieron en una institución despreciada. Hasta los militares más jóvenes, que nada tenían que ver con ese período oscuro de la historia, eran hostigados. Efectivamente esto generó resentimiento entre quienes se sumaban a las Fuerzas”, afirma la exministra de Seguridad de la Nación y antropóloga Sabina Frederic.

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Las FF.AA. generan desconfianza en la mayoría de la población: el 55% de los argentinos no confía en ella. Sin embargo, con el 43% de aceptación, son la segunda institución (después de las universidades) que más confianza genera. El resto de las estructuras democráticas, como los poderes Legislativo y Judicial, los medios o los partidos políticos logran un mayor número de desconfianza. De modo que, a pesar de que la mayoría no confía en las FF.AA, confía más en ellas que, por ejemplo, en los sindicatos, que tienen la desconfianza de más del 70% de la población. 

Estos datos fueron recabados por Poliarquía Consultores como parte del trabajo de investigación La cara de la democracia en Brasil y Argentina, llevado adelante por el Instituto de la Democracia de Belo Horizonte y la Universidad Federal de Mina Gerais. 

“La buena valoración comparativa de las Fuerzas Armadas es motivo de interés, controversia e hipótesis: ¿se debe a su relevancia o, paradójicamente, al perfil bajo que exhiben?”, se preguntaron en aquel momento en Poliarquía Consultores. El perfil bajo de las FF.AA., por un fantasma que aún persiste, podría ser el motivo de su buena valoración. La consultora notó: “El 55% que expresa desconfianza por las Fuerzas Armadas es el mismo porcentaje que en Latinobarómetro (encuestadora) afirma que en la Argentina ‘en ninguna circunstancia apoyaría un gobierno militar’”. 

La memoria colectiva parece estar atada a un grupo etario específico. Un estudio del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (Lapop) de 2017, La cultura política de la democracia en las Américas, muestra que a menor edad mayor es el apoyo a un posible golpe militar. El 48,5% de las personas de la región latinoamericana de entre 16 y 25 años lo apoyaría. En el rango etario de entre 26 y 35, el 44,6% estaría de acuerdo con un golpe. Los porcentajes van cayendo, y entre los mayores de 66 solo un 34,8% estaría de acuerdo. No hay diferencias de género. 

Esta conclusión podría estar relacionada con la decepción con la democracia en América Latina, y con las percepciones de los jóvenes latinos que han vivido toda su vida en crisis económicas. Un informe del Latinobarómetro (2023) muestra que a la mayoría de las personas de la región “no les importa que un gobierno no democrático llegara al poder si resuelve los problemas”.

Argentina, Uruguay, Nicaragua, y también Chile, según Latinobarómetro, víctimas de dictaduras militares, coinciden en la mirada negativa hacia un golpe militar. En el caso estadounidense, que, con mejor calidad de vida, y a pesar de que sus FF.AA cuentan con gran aceptación y confianza de la población, aun así, no apoyarían un golpe. 

El Barómetro de las Américas (Lapop), en 2008, afirmó que casi el 75% de los estadounidenses confiaba en aquel momento en sus FF.AA. Era un 36% de confianza en el caso de Argentina; de modo que, en los últimos 15 años, la confianza en las FF.AA. ha crecido. “Todavía hay muchas familias en las que el concepto de patria es muy grande. En lo simbólico representa la idea de que hay algo más allá, no las Fuerzas Armadas, sino el hecho de que hay alguien que se pone uniforme por algo superior, que es la patria, la comunidad o dar la vida por nosotros”, explica Olivera. 

“En Estados Unidos, cada vez que se ve a un militar se le dice ‘gracias por su servicio’. Hay una valoración muy fuerte del servicio que brindan las Fuerzas Armadas, bajo la idea de que la persona decide una profesión que significa dar la vida por todos. ¿Qué pasa? Cuando está en crisis ese conjunto, cuando yo no creo en ese ‘todos’, entonces hay un problema en la valoración de la profesión. Quizá yo doy la vida por mi causa, por los derechos humanos, pero no doy la vida por mi patria”, afirma. 

“Está desvirtuada la pertenencia a la patria, entonces está desvirtuada la profesión”, afirma. Es una crisis general. En muchos países, incluso en Estados Unidos, están recurriendo a compañías privadas militarizadas”, señala.

El caso chileno y brasileño. “Según Poliarquía Consultores, el nivel de confianza de los argentinos hacia los militares ha variado en los últimos años: el 30% de aceptación en 2003; el 50% en 2013; el 44% en 2021. “Las FF.AA. provocan un rechazo en la mayoría de la población, lo que impediría, por falta de consenso, el protagonismo político que tienen en Brasil”, eplicó la consultora. 

En Brasil, los resabios de la dictadura (1964-1985) parecen haberse borrado o, por lo menos, no manifestarse en el rechazo hacia las Fuerzas. En 2018, la confianza en las Fuerzas Armadas en Brasil alcanzó un 64%. Al año siguiente, asumió el militar retirado Jair Bolsonaro. Un informe del Barómetro de las Américas mostró que uno de cada tres brasileños justificaría un golpe “si hay mucha corrupción”. 

“En Chile y Brasil, las Fuerzas Armadas son consultadas en todos los temas que tengan que ver con lo estratégico. Tienen estatus y un poder político mucho más fuerte que en Argentina. No solamente se ven como un vehículo social, sino que también son un vehículo político dentro de la estructura de poder. En Argentina, cuando llegamos a la democracia, eso se fue erosionando. Les hizo perder un poco el espacio y finalmente se desdibujaron demasiado. La política no le da tanta importancia ni a la defensa, ni a las Fuerzas”, explica Puente Olivera. 

Entre la población chilena, para mediados de 2023, el 48% de la población confiaba en las Fuerzas Armadas. La valoración fue fluctuando a lo largo de los años: el 63% de confianza en 2009; el 24% en 2019, durante el estallido social. La mayoría de los años la posición se mantuvo por encima del 40%. Los datos fueron logrados por el Centro de Estudios Públicos (CEP) en el estudio Confianza en Instituciones y corrupción. Al igual que en Argentina, las universidades son las instituciones que generan mayor nivel de confianza; siguen las iglesias; luego la Policía; y finalmente las Fuerzas Armadas. Las siguientes son las que reciben menos valoración positiva (menos del 20% en todos los casos): los tribunales de Justicia; los sindicatos; el Congreso y los partidos políticos. 

Desde la dictadura chilena (1973-1990), Puente Olivera menciona que “la capacidad de influir de las FF.AA. fue mermando, pero todavía es fuerte”. “En el caso de Brasil las Fuerzas fueron una parte del gobierno. En algunos temas, ellos son los lugares de consulta para la decisión política, pero eso no ocurre en la Argentina”, agrega. 

Ascenso social. “En 2007 se hizo una encuesta dentro de la Armada sobre los motivos de ingreso a las Fuerzas. El 60% de los suboficiales entraba con intención de lograr un ascenso social, lo mismo el 30% de los oficiales. Cada vez es mayor la cantidad de personas que comienzan la carrera por ascenso social. Vi la graduación de los suboficiales y las familias que vienen, sobre todo del norte y del interior del país, de sectores muy vulnerables. Lloran de orgullo al ver a sus hijos con el uniforme”, apunta Olivera. 

Sin embargo, a pesar de que las FF.AA. significan la posibilidad de ascenso social para algunos, sus salarios son bajos con respecto a otros países. Según las actualizaciones salariales publicadas por el Ministerio de Defensa, el rango más alto dentro de las FF.AA. a principios de este año obtuvo un salario de $ 384 mil. El puesto de menor rango cobraba en el mismo período $ 83 mil. En España, por año, los generales ganan 59 mil euros. 

“Cuando no sos consultado en los temas en los que deberías poder opinar, cuando no sos utilizado en la función en la que deberías estar, entonces, todo pierde bastante sentido. En una época era prestigioso y entonces estaban las familias militares: todavía hay algunas, pero cada vez son menos, que lo hacen por tradición, pero ya no participan de la élite del poder”, explica la politóloga.

“Tal vez el precio del prestigio en la institución tiene que ver con la memoria de las jóvenes generaciones. La Argentina hizo mucho para resarcir el daño que generó. Creo que ese desprestigio se explica con otras instituciones de seguridad mucho más expuestas a la vida cotidiana. Las FF.AA. están retiradas porque su objetivo principal es prepararse para la guerra. Tienen misiones subsidiarias, en las que han hecho muy bien su trabajo. Un ejemplo: su participación en la Misión de Estabilización de la Paz en Haití mostró que las FF.AA. cumplieron un rol muy importante. También fue muy significativo el papel que llevaron adelante en catástrofes socioambientales. Me acuerdo de las inundaciones en Comodoro o en zonas aisladas, cuando hay crecidas o nevadas. Cumplen un papel importante y sin embargo no tienen ese reconocimiento”, asegura la exministra Frederic.

“Creo que en la última década han mostrado que tienen un grado de profesionalismo y de relación con la sociedad muy diferente del que tuvieron en el pasado. Una parte de la Argentina tiene una relación traumática respecto de esta porción de la historia. Y como todo trauma, a veces no es tan fácil de superar”, concluye la funcionaria.

Mirada de coronel. “En los últimos cuarenta años, no he tenido inconvenientes con respecto a mi función. He estado en distintos ámbitos; he trabajado con jóvenes y con gente grande, en el interior y en la Capital. Inevitablemente hemos compartido opiniones sobre el rol de la FF.AA., pero sobre todo he vivido en la acción concreta, en el apoyo a la comunidad o en la relación directa con la gente”, afirma un coronel de las Fuerzas Armadas argentinas que prefirió permanecer en el anonimato.

“Nuestro pueblo, nuestra gente, es el que constituye las Fuerzas Armadas. No vienen de otro lugar. Y todos los días tenemos cada vez más personas que quieren ser parte. Viajo de uniforme en el transporte público desde los 13 años. Siempre me han elogiado. No tengo nadie en mi familia militar. Somos parte de la misma comunidad que nos nutre y nos recibe en cada rincón con cariño y agradecimiento. Viví muchos años ayudando en clubes de barrio y todos sabían que era militar. Siempre me sirvió para sumar”, reconoce. 

“Soy también docente en la formación de líderes y compartimos con los jóvenes que la defensa es una sola, la de una República saludable, fuerte, robusta. Y en eso estamos todos”, concluye.