OPINIóN
Hacer las cosas bien

Lecciones del estoicismo para la generación Alfa

Un esfuerzo planificado creativamente permite evitar errores y sigue siendo un método inigualable para alcanzar grandes resultados. Lo enseñaba el estoicismo, tan de moda, por su resignación, pero desconocido en su invitación a la acción.

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Generación alfa. | X @AndyStalman @matematicascl

A propósito de la reciente celebración del Día Mundial de la Creatividad, renovó su sentido la importancia de desarrollar habilidades para encontrar soluciones a los problemas. La historia demuestra que el diseño creativo de alternativas para los cambios de orden del trabajo y otros aspectos de la vida es un magnífico motor para el autodesarrollo.

Sin embargo, en general se tiende a buscar fórmulas más sencillas, menos comprometidas con el esfuerzo, para crecer y alcanzar el bienestar. El negocio de la autoayuda da perfecta cuenta de ello, solo es cuestión de asumir una idea y hacerla propia a fuerza de repasarla una y otra vez.

Por ejemplo, si la consigna es “nadie lo hará por ti”, el efecto garantizado es ya no esperar la ayuda de los otros. Pero la decisión de tomar el control del asunto y empezar a hacer no está del todo asegurada, sobre todo por el esfuerzo y la incomodidad que implicaría.

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En medio de esa andanada de consignas y fórmulas que se ofrecen para estar bien y ser feliz, la filosofía dice presente. Madre de todas las ciencias, se reaviva con el paso del nuevo siglo y llama al rescate de sus enormes planteos sobre el hombre, el mundo y la trascendencia.

Es el estoicismo, corriente tan antigua como la historia de Occidente, uno de los sistemas de ideas filosóficas que concita mayor atención. Por necesidad o hábito, ingentes personas buscan en sus célebres citas orientación para su vida. Pero un primer contacto con esa escuela es suficiente para advertir que no se trata solo de incorporar un precepto como frase de cabecera para leer de tanto en cuando y aplacar con esperanza cualquier atribulación.

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El estoicismo es acción cotidiana, incorporar nuevos hábitos desde la claridad del pensamiento y la persistencia de la acción. El estoicismo demanda esfuerzo y creatividad para hacer lo de siempre de otra manera y obtener por fin un buen resultado.

En una reunión llevada a cabo en estos días en la universidad donde trabajo, compartimos con otros colegas educadores unas reflexiones sobre el perfil de los nuevos estudiantes. Tomamos como referencia lo que han dado por llamar, a partir de una investigación realizada en Australia, la “generación alfa”, los nacidos a partir del segundo lustro del nuevo siglo.

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Caracteriza a un individuo que teme quedar expuesto en la equivocación y demanda, aún en el caso de que no lo merezca, contención y ayuda. En este sentido, una de las complejidades de la tarea de los profesores es la necesidad de indicarle a estas personas que embarcarse en un esfuerzo planificado creativamente permite evitar errores – a los que tanto temen – y sigue siendo un método inigualable para alcanzar grandes resultados.

Desde el estoicismo y sus máximas se encontrarán recomendaciones similares. Abandonar cualquier actitud de queja, conformismo o dependencia y lanzarse sin temor a acciones orientadas por un claro propósito.

Aprender a sortear los obstáculos para pensar y aprender. Asumir que la exigencia de los profesores de elaborar un plan en el que se invierta creatividad y trabajo ánimos, permite aprender más. Como ha dicho sabiamente el escritor estadounidense John Updike, “cualquier tarea se vuelve creativa cuando su artífice se preocupa por hacerlo bien o mejor”.

*Doctor, Director del Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades de UADE