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La irrupción de la alt-rigth argentina

Derechas Temes
La nueva derecha argentina es una mezcla del fusionismo estadounidense y del antiperonismo local. | Pablo Temes

Juan Carlos Torre ya lo había anticipado: la crisis de la representación partidaria es el germen para el avance de lo antipolítico. En Los huérfanos de la política de partidos, el sociólogo que se especializó en estudios sobre el peronismo, ya se había adelantado en 2003 al clima de época actual, que se refleja en el rechazo de la sociedad civil sobre la dirigencia política a partir de una cada vez más evidente apatía social y un cada vez más claro cuestionamiento al sistema de valores instalados en el consenso posdictadura.

Es en ese contexto, multiplicado en las redes sociales que funcionan como catalizadoras de los discursos antisistema, donde más ha crecido la extrema derecha en los últimos años. El fallido atentado contra Cristina Kirchner, pergeñado por un grupo de atolondrados neofascitas, refleja la evidencia de un fenómeno internacional que acaba de interrumpir con virulencia en la escena local. Se trata de la presentación de la derecha alternativa (alternative right, en inglés, abreviado como alt-right) local: un flagelo mundial que ahora invade a la Argentina.

La mediáticamente bautizada “banda de los copitos” se constituye así como el fenómeno más visible de los que localmente se autoperciben como nacionalistas-libertarios que se enfrentan a lo que califican como una izquierda-populista. Luchan contra un sistema de valores que, sostienen, ha ganado hegemonía en este país a través de una triada basada en el keynesianismo económico y el asistencialismo estatal, el movimiento feminista y la ampliación de derechos sexuales, y la pérdida del rumbo de grandeza que había logrado imponer el liberalismo de principios del siglo pasado en Argentina.

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Se trata de un ecosistema político, económico y social que, advierten, es encarnado por el kirchnerismo, pero que, aclaran, no ha sido cuestionado ni siquiera con el triunfo de Mauricio Macri, ni tampoco Javier Milei se termina de decidir a contrarrestarlo seriamente.

Son lo que Cas Mudde denominó como “derechas extremas”, las que participan del juego democrático pero ponen en duda su legitimidad. En La extrema derecha hoy el politólogo holandés señala diferencias entre este sector y lo que denomina “derechas mainstream”, las que se comprometen con la democracia liberal, y “derechas radicales”, las que se rebelan pero permanecen dentro del sistema.

La derecha alternativa, un fenómeno mundial, que irrumpió en la Argentina.

En Realismo capitalista. ¿No hay alternativa?, el economista británico Frank Fisher analizó el “avance de la nueva derecha”, señalando que estos grupos marginales observan que sus horizontes se encuentran encorsetados en un escenario que no permite ninguna opción frente a la etapa actual del desarrollo capitalista. Por lo que se manifiestan presa de un aparato ideológico que opera naturalizando un esquema político que garantiza el status quo y, en ese contexto, plantean su lucha como una revolución emancipadora.

La alt-right es un movimiento de extrema derecha y nacionalismo blanco, que se originó en los Estados Unidos en las primeras décadas de ese siglo. Fue bautizado de esa forma por el neonazi Richard Spencer en 2010, al lanzar la publicación The Alternative Right que promueve el supremacismo blanco, el populismo de derecha, el racismo, el negacionismo del Holocausto, la xenofobia, la homofobia, el antisemitismo, el anticomunismo, el neonazismo, el neofascismo y la islamofobia.

La derecha alternativa impactó en la opinión pública estadounidense en 2015, cuando atrajo la atención de Breitbart News, un influyente portal de noticias para sectores ultraconservadores. Conocido como “El Huffington Post de la derecha”, este medio digital se convirtió en el único actor de la prensa que brindó su apoyo a Donald Trump en la campaña presidencial de 2017. Tras llegar a la Casa Blanca, no obstante, Trump intentó despegarse del movimiento que, entre otras cosas, impulsa mayores restricciones inmigratorias para asegurar una supuesta supremacía blanca en los Estados Unidos, promueve una sociedad más patriarcal y menos feminista, a la vez que rechaza todo tipo de proteccionismo económico y de intervención estatal en la economía.

Trump en Estados Unidos es tan solo un antecedente que se ha replicado en muchos países. Jair Bolsonaro en Brasil, el Brexit en Gran Bretaña, Marine Le Pen en Francia, Isabel Díaz Ayuso en España, Giorgia Meloni en Italia y los “iliberales”, así se definen, que forman gobiernos en Polonia y Hungría también proponen una “contrarevolución cultural”.

La derecha alternativa promueve el supremacismo blanco y apoyó a Trump.

Tras la detención de Gabriel Nicolás Carrizo, el jefe de los “copitos”, el titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Agustín Rossi, aportó esta semana audios que sugieren que integrantes de la agrupación libertaria Revolución Federal estuvieron vinculados con la planificación del atentado contra Cristina Kirchner. El material entregado a la jueza federal María Eugenia Capuchetti se escucha a integrantes de este grupo jactarse de su intención de asesinar al presidente Alberto Fernández y al diputado Máximo Kirchner.

Revolución Federal es un claro ejemplo de la irrupción de la alt-right argentina. Su cuenta de Twitter (@revolucionfed) se presenta con la imagen de letras en negro sobre un fondo blanco que dice: “#BASTA”. Y en su biografía se lee: “Si dios no demanda, la patria lo hará. No importa la ideología, importa Argentina”. Su tuit fijado anuncia: “’Fascistas’… ‘N4z!s’… Como es que nos llaman los Peronistas y KIRCHNERISTAS en estas horas? Qué curioso no? Proyectan el 100% las bases del régimen que tanto adoran y difunden  Imágenes educativas para TODOS”, y postean un video en el que Juan Domingo Perón habla sobre la doctrina peronista.

Los nexos de Revolución Federal con el ataque a la vicepresidenta surgieron de una foto que posteó Brenda Uliarte –pareja de Fernando Sabag Montiel, también detenida por el intento de magnicidio–, en la que se la ve en la marcha de las antorchas que atentó contra la Casa Rosada hace pocas semanas. Y esta semana una excelente crónica publicada en la revista Anfibia demuestra cómo Revolución Federal destila odio contra el kirchnerismo.

Revolución Federal es un claro ejemplo de la irrupción de la alt-right argentina.

En Neofascismo. ¿Cómo surgió la extrema derecha global (y cuáles pueden ser sus consecuencias)?, un muy interesante libro que acaba de ser editado por el sociólogo Pablo Stefanoni para Capital Intelectual, se incluye un ensayo de Ezequiel Ipar titulado Una rebelión contra la igualdad en Argentina, en el que el doctor en Ciencias Sociales e investigador del Conicet analiza el impacto de la pandemia en la sociedad argentina, que permitió la consolidación de grupos muy polarizados a través del crecimiento de la antipolítica que cuestionó el aislamiento social y que terminó de evidenciarse en el momentum electoral de Milei. 

A este fenómeno político el autor agrega el impacto de la inflación y de la imprevisibilidad económica, que colaboran con la repetición local de aquella narrativa que llevó a Trump al poder, revitalizada como una suerte de mitología que promete “Make Argentina Great Again”. Se trata, en definitiva, de un caldo de cultivo muy peligroso.

Ipar concluye: “Hoy no tenemos garantías de que la fatiga con las promesas incumplidas de la democracia no se terminen transformando en un odio hacia sus instituciones y, finalmente, sus valores”.