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La salud del Presidente

Tras el episodio en Bali, hay dudas por la “dieta Alberto” y gran una certeza: el poder enferma.

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Lo que importa, es la salud. Alberto Fernández. | Pablo Temes

Según reconoció el propio Alberto Fernández en el reportaje que le concedió el miércoles pasado a Radio 10, los problemas de acidez y molestias estomacales que lo aquejan, le vienen sucediendo desde hace tiempo. En su cercanía señalan que, en los últimos días, esos problemas se habían acentuado. Nadie sabe a ciencia cierta si esa circunstancia fue coincidente con la dieta para adelgazar que el Presidente comenzó a realizar hace unas semanas.

La dieta “Alberto” que, según él mismo comentó, consiste esencialmente en largos ayunos y la supresión de dulces y harinas, fue objeto de muchas críticas de varios destacados especialistas en nutrición. No se sabe si esa dieta fue consultada con el médico personal del Presidente, Dr. Federico Walter Saavedra.

Lo cierto es que, en la madrugada del martes pasado –hora de la Argentina– se vivieron momentos de gran angustia en la comitiva presidencial cuando el Dr. Fernández estuvo a punto de desmayarse en el transcurso de la conversación que mantenía con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en el marco de la cumbre el G20 desarrollada en Bali. “A doctor, please a doctor” gritó con toda su voz el excelente traductor presidencial, Walter Kerr, cuando advirtió la gravedad de lo que estaba pasando.

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Más allá del intento de Alberto F de bajarle el tono, su problema de salud fue grave

Todo lo que sobrevino a este instante tuvo tintes que fueron de un intenso dramatismo. Parte de ello quedó reflejado en la cara de angustia de Sánchez. En el ascensor que lo llevaba desde el salón a la entrada en donde estaba apostada la ambulancia AF sufrió otro desmayo y no se desplomó porque fue tomado de los brazos por quienes lo acompañaban, entre los que estaba el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello.

Conmoción interna. La angustia y el temor se apoderaron de la delegación argentina. Más allá de las desmentidas del Presidente, quien intentó bajarle el tono al hecho, el episodio fue grave. “Perdió bastante sangre” reconoció uno de los funcionarios que acompañó al jefe de Estado a lo largo de esas horas de gran tensión. Una vez en el hospital se le realizaron análisis de sangre y una endoscopía que permitió dar con la causa del problema: una hemorragia producida por una gastritis erosiva.   

Se define como gastritis erosiva a la inflamación de la mucosa del estómago que lleva a una erosión que puede terminar generando una hemorragia. Las causas más frecuentes de esta patología son la ingesta de alcohol, de medicamentos antiinflamatorios y el estrés. En general se trata de un cuadro agudo que, en los casos leves, puede ser asintomático o presentar síntomas como dispepsia, náuseas, vómito y/o dolor. En los casos más severos puede originar una hemorragia que se manifiesta en la forma de vómito de sangre –hematemesis–o de sangre oculta en la materia fecal –melena–. Cuando la pérdida de sangre es importante puede generar una caída de la presión arterial –hipotensión– que, en los casos más severos, puede llegar a producir desvanecimientos.    

El diagnóstico de la afección se hace por medio de una endoscopía. El tratamiento de los casos severos consiste en la eliminación de la noxa –esto es, el agente que causa el daño de la mucosa gástrica–, hidratación por vía endovenosa y la hemostasia por vía endoscópica. Si el sangrado no cesa puede haber necesidad de recurrir a la cirugía.

Es de buena práctica mantener al paciente que padece un episodio de sangrado gástrico internado en un centro médico durante por lo menos 24 a 48 horas a fin de garantizar el reposo, iniciar el tratamiento, controlar su evolución y prevenir posibles complicaciones.

El no hacerlo así representó un riesgo para el Presidente. Algunos de los periodistas que cubrieron la gira presidencial, aseguran que en la comunicación que el jefe de la Unidad Médica Presidencial, Dr. Federico Saavedra, tuvo con el Dr. Manuel Estigarribia, quien fue el médico asignado a esta gira, y alguno de los miembros de la comitiva que acompañó a AF, dio la orden que lo sacaran del Sanglah General Hospital lo antes posible y que evitaran a toda costa que le hiciesen una transfusión.

La razón para ello fue la falta de elementos en el centro médico. Es curioso que así sea dado que fue allí donde se le realizó la endoscopía que permitió llegar al diagnóstico. La endoscopía requiere de un médico especialista y de un anestesista que suministre por vía endovenosa el propofol, que es el sedante que se utiliza para este procedimiento.

Maraña sin salida

Lo que sigue. El Dr. Horacio Rubio, ex presidente de la Sociedad Interamericana de Endoscopía, dijo con toda claridad que si “la persona tuvo una hemorragia digestiva se debe evaluar si hemodinámicamente está estabilizada; en la gran mayoría de los casos quedan internados 24 o 48 horas”. “Cuando hay una hemorragia digestiva, hay que internar; es una de las urgencias en la gastroenterología” afirmó por su parte el Dr. Fabio Nachman, jefe del Servicio de Gastroenterología del Hospital Universitario.

Ayer por la mañana, como es de práctica, se le realizó al Presidente una endoscopía de control en el Sanatorio Otamendi. El escueto parte médico emitido por la Unidad Médica Presidencial informó que no se encontraron “lesiones con sangrado activo” y que se le prescribió “reposo y retomar en forma paulatina sus actividades laborales”.

No se especifica el tratamiento instituido al Dr. Fernández que, además del reposo, incluye seguramente protectores de la mucosa gástrica y dieta.

El viernes 9 de abril de 2004, el entonces presidente Néstor Kirchner sufrió una hemorragia digestiva alta producida por una duodenitis erosiva causada por la ingesta de ketorolac, un potente antiinflamatorio. Su médico, el Dr. Luis Bonomo, decidió, con buen criterio, internarlo por 48 horas en el Hospital de Río Gallegos. Como se ve, el poder enferma.