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Por los derechos

La traición sindical

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Historia. En el peronismo con la CGT nacería una burocracia sindical. | cedoc

Los sindicatos nacieron en un momento decisivo de la historia de la Humanidad. El que va del último tercio del siglo XVIII hasta mediados del XIX. Tramo marcado por la Revolución Francesa, la Independencia de Estados Unidos y la Revolución Industrial. Entre otros significativos fenómenos sociales, culturales, políticos y económicos emergía la democracia liberal, la ciencia daba saltos gigantescos y se alumbraba la noción de individuo y de sus derechos. Con la Revolución Industrial aparecían las fábricas y talleres, grandes masas campesinas se mudaban a las ciudades como mano de obra industrial y surgía el proletariado como nueva clase social. En Europa, especialmente en Inglaterra, se constituían las primeras asociaciones obreras, antecedentes de los sindicatos, que darían sus primeras grandes luchas por las condiciones de trabajo, la cantidad de horas de labor y los salarios. En 1830, en Londres, John Doherty fundaba la Asociación Nacional para la Protección del Trabajo, que agrupaba a 150 sindicatos y tenía 100 mil miembros. A lo largo de su historia los sindicatos en todo el mundo se identificarían por gremio, empresa, industria o trabajadores independientes, y funcionarían, en teoría, como el sistema democrático, con renovación periódica de sus dirigentes a partir de elecciones libres de sus afiliados. La diversidad ideológica de los miembros estaba aceptada en los fundamentos sindicales, porque la prioridad no era la actividad política, sino la defensa de los derechos e intereses de los trabajadores, omitidos en el comienzo por las patronales.

Solidaridad sin generosidad

La Constitución argentina de 1853 incluyó el derecho a la libre asociación y en 1857 se creó la Sociedad Tipográfica Bonaerense, cuyo objetivo era la asistencia de los trabajadores del gremio en caso de enfermedad. Ya en 1879 la Unión Tipográfica, creada un año antes, declaró una huelga que redujo la jornada laboral a 12 horas, eliminó el trabajo de los menores de 12 años y consiguió un aumento de sueldos. Y los sindicatos se reprodujeron a partir de las grandes inmigraciones de extranjeros, muchos de ellos anarquistas y socialistas, que trabajaban en el tendido de los ferrocarriles, en la conducción de las locomotoras, en la yesería, la panadería y la industria harinera. Una intensa historia sindical, que incluiría hitos violentos como el que dejó ocho muertos en Plaza Once tras un enfrentamiento entre trabajadores y policía durante la conmemoración del 1º de mayo en 1909, o la Semana Trágica de 1919, llevaría en 1930, tras el golpe de Estado, a la fundación de la Confederación General del Trabajo (CGT), que agrupó a sindicatos de todas las actividades y se declaró, en principio, apartidaria. En esta síntesis cabe recordar a organizaciones como la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), la UGT (Unión General de Trabajadores) y la FOA (Federación Obrera Argentina), todas previas a la CGT y con tintes anarquistas, socialistas y comunistas.

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El otro analfabetismo

Esos rasgos ideológicos no ligaron a estos movimientos con ningún partido político y, mucho menos con el poder de turno. Privilegiaban las batallas por los derechos laborales. Esto cambiaría a partir del advenimiento del peronismo, que convertiría a la CGT en su brazo sindical y ésta pasaría a jugar (siempre en el supuesto de la defensa de intereses proletarios) roles importantes en las internas y las transas de ese movimiento político. Nacería una burguesía sindical cada vez más alejada de los fundamentos de la organización y de las prioridades de los trabajadores, hasta que hoy, convertida en patética caricatura de aquel comienzo, es una corporación que agrupa a dirigentes millonarios, cuyas fortunas de dudoso origen son el interés prioritario, que los convierte en agentes políticos aun cuando apenas representen a un 25% del total de los 22 millones de trabajadores del país (un creciente número de ellos en negro). Abandonados esos trabajadores a la deriva durante largos años de deterioro de salarios y pérdidas de fuentes de trabajo, la CGT reapareció con ánimo patotero el miércoles 24 con un paro en defensa de las jugosas cajas de las que sus dirigentes vienen mamando.

*Escritor y periodista.