La confirmación por parte del senador por Santiago del Estero Emilio Rached del episodio del ofrecimiento de una coima en la dramática madrugada del 17 de julio de 2008 –en la que se rechazó la Resolución 125–, descripto en esta columna la semana pasada, perturbó al oficialismo y lo obligó a salir con los tapones de punta con la intención de evitar daños mayores. Fue en este contexto que el jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Angel Pichetto, produjo una definición brutal que, por sí sola, ilustra el criterio con el que se manejan las transas de votos por fondos públicos. “La política de obras públicas, o Ayudas del Tesoro Nacional (ATN), son decisiones del Poder Ejecutivo Nacional, y fundamentalmente me parece lógico, y hace a la naturaleza política, ayudar a los que ayudan.” El mensaje, pues, es claro: gobernador que no diga amén a las exigencias del matrimonio presidencial se quedará sin fondos para obra pública o sin ATN. Este es el mecanismo por medio del cual el kirchnerismo “convence”. Lo notable de esta circunstancia es que, a partir de la divulgación de este hecho que tuvo como protagonista al senador Rached, el manto de silencio ha comenzado a levantarse de a poco y así, entonces, el anecdotario concerniente a esas maniobras ha empezado a surgir con mayor fluencia. Los casos de los 19 legisladores expuestos en la edición de ayer de PERFIL son un aporte a esta realidad. La verdad es que, mientras la Argentina siga siendo un país que se declama federal pero que se conduce con criterio absolutamente centralista, la concentración de fondos que administra el gobierno de turno hará que la discrecionalidad en el manejo de los dineros públicos se perpetúe. De hecho, muchos gobernadores hacen con los municipios de sus provincias lo mismo: benefician a los que apoyan y castigan a los que son críticos.
En este marco de controversia, el Gobierno se encontró esta semana que pasó con un dato inesperado: la revelación de la encuesta de opinión pública sobre la situación socioeconómica del país que hace periódicamente la consultora Poliarquía. La relevancia de estos datos radica en que esta consultora fue la que predijo con exactitud el sorpresivo triunfo de Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires en la elección del 28 de junio de 2009. He aquí algunas de las conclusiones más significativas del estudio en cuestión:
Hay una recuperación clara de la imagen tanto de Cristina Fernández de Kirchner como de Néstor Kirchner.
La evaluación de la gestión presidencial ha mejorado.
Los consultados consideran que el principal problema del país es la inseguridad. Este es un asunto mayoritariamente ausente del discurso y las declaraciones tanto de la Presidenta como del ex presidente en funciones.
Los otros temas de preocupación de la ciudadanía son el desempleo, los problemas económicos, la corrupción y la clase dirigente.
Con vista a los comicios presidenciales del año próximo, Néstor Kirchner está, hoy en día, en condiciones de ser uno de los candidatos más votados en la primera vuelta pero sin posibilidad para evitar la segunda. Y en segunda vuelta, hasta ahora, no hay ninguna encuesta que le augure una victoria.
La imagen negativa de Eduardo Duhalde ha comenzado a disminuir.
El tema de las escuchas telefónicas ilegales no ha afectado hasta aquí la imagen de Mauricio Macri.
En el radicalismo, el ascenso de la figura de Ricardo Alfonsín es sostenido.
En los sectores más carecientes del Conurbano que están recibiendo los beneficios del plan de asistencia por hijos, la figura de Néstor Kirchner obtiene niveles de aprobación muy altos. Allí, nadie de la oposición alcanza a pisarle los talones.
Seguramente tocados por estos datos, los referentes del Peronismo Federal se dieron cita en la casa de Héctor Magnetto, en una cena que levantó polvareda e irritó al Gobierno. La resultante más clara de lo allí conversado es la evidencia de que al peronismo disidente le falta todavía mucho para poder constituir una estructura mínimamente homogénea a fin de reunir la suficiente masa crítica para aspirar a enfrentar al kircherismo con una propuesta clara y con posibilidades de éxito. Los personalismos persisten. Una muestra de ello son las diferencias entre Eduardo Duhalde y Felipe Solá. “Duhalde insiste en comportarse como si estos últimos diez años no hubieran pasado; se cree el dueño de la provincia de Buenos Aires”, le recriminan desde los sectores afines a Solá.
Fue también durante ese encuentro que Carlos Reutemann expresó ante los presentes que no tiene ganas de ser candidato presidencial. Fue la ratificación del adelanto que le hizo hace algunos meses a Joaquín Morales Solá y que luego el ex piloto de Fórmula 1 intentó desmentir. El descorazonamiento que esto produjo entre sus seguidores es, al día de hoy, enorme. Es que a muchos de ellos esta confirmación los ha dejado a la más cruda intemperie y con la incertidumbre de no saber dónde ponerse de ahora en más.
Mientras tanto, el país se ha visto conmovido por otro episodio de violencia brutal que se llevó la vida de un bebé, Isidro, y tiene en jaque la de su mamá, Carolina Píparo. Ante la reacción que el hecho ha desatado en la opinión pública, se han escuchado las voces de funcionarios que han dicho cosas ya expresadas por ellos y por otros, habiéndose, a su vez, generado debates ya dados a causa de otros casos igualmente impactantes. Son estas evidencias de que la inseguridad es un asunto que buena parte de la dirigencia política mira de lejos mientras la sociedad lo padece en carne propia día a día, hora tras hora.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.