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Los nuevos archienemigos

En los últimos días se vio que los mayores rivales del Presidente son los economistas tan liberales o más que los libertarios.

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Archienemigo, Domingo Felipe Cavallo, en el personaje de ‘Chuky’. | Pablo Temes

La última semana del mes de abril surgieron ciertas dudas sobre el presente del gobierno de Javier Milei.

Marcha de la bronca. La movilización en la defensa de las universidades públicas tuvo unas dimensiones inesperadas, incluso para los mismos organizadores. Varios aprendizajes se desprenden del evento que tuvo su epicentro de la Plaza de Mayo y replicado en todo el país. La demolición del Estado, el único y verdadero plan del oficialismo parece encontrar algunos límites, que buena parte de la sociedad no está dispuesta a traspasar. Aunque Milei nunca planteó su intención de eliminar o intervenir las universidades públicas, sí durante la campaña expresó la idea de subsidiar a la demanda, lo que significaría de hecho, privatizar el sistema público de educación superior. 

La movilización contó con una importante dotación de personas independientes –jóvenes y no tanto–, que participaron en forma solitaria o en grupo y que no suele integrarse en este tipo de evento social. Para beneficio de inventario del Gobierno, las personas convocadas en el escenario y los discursos realizados –con la excepción de Piera Fernández de Piccoli, presidenta de la Federación Universitaria Argentina– fuera de secuencia en el panorama actual, le dieron un aire inesperado y un set argumentario al periodismo ultraoficialista, que pudieron mostrar su punto, es decir que la marcha era política, como si las demandas sobre las políticas públicas pudieran ser un ejercicio apolítico. Se debe decir que por fuera de estos periodistas, el Gobierno no tiene funcionarios que lo defienda en caliente, por eso no debe extrañar que el micrófono vuelva a la diputada Lilia Lemoine y sus curiosas explicaciones. También empieza a haber un límite en las capacidades legitimadoras de las redes sociales.

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La lucha por el sentido

Construyendo el enemigo. La semana contó, además, con dos participaciones peculiares del Presidente. El lunes utilizó ni más ni menos que la Cadena Nacional –una intromisión bien poco liberal– para leer en forma rápida y anodina un discurso técnico para demostrar que su gobierno tiene superávit fiscal. Bajo la expectativa de la movilización que se iba a realizar ese día, el discurso pasó sin pena ni gloria y preocupó a quienes generan el marketing político del oficialismo. Sin embargo, se debe rescatar que el superávit fiscal es una cruzada personal que Milei está dispuesto a llevar adelante sin importar las consecuencias.

Un par de días después, Javier Milei sacó sus dotes de stand-up en la cena de la Fundación Libertad. Frente a un selecto auditorio que incluía al presidente uruguayo Luis Lacalle Pou y el expresidente español José María Aznar, planteó su discurso en un tono sarcástico y burlón, que generó cierta incomodidad entre los presentes y que tuvo como blanco atacar en forma despiadada a quienes critican su programa económico.

Resulta muy interesante observar que en estos días los mayores enemigos del Presidente no son ni Cristina Kirchner, ni Axel Kicillof, ni siquiera la izquierda representada por Myriam Bregman, sino los economistas tan liberales o más que el libertario. Los nuevos blancos de sus filosos comentarios son los conocidos economistas Roberto Cachanosky, Carlos Rodríguez, y Carlos Melconian.

Enojo y depresión. Las críticas por parte de Rodríguez –en especial, en una entrevista en diario La Nación– fueron lapidarias. Entre muchas otras afirmaciones Rodríguez planteó que la economía se dirige a una depresión económica y que el brutal ajuste del gasto no sigue ningún patrón. En definitiva su planteo, y que pega en el blanco en la corazón de una gestión centrada en lo económico es que, precisamente, no hay un plan económico. Se debe recordar que el fundador del CEMA fue nombrado por Milei como jefe del equipo asesor económico durante la campaña, cargo que nunca se efectivizó, en el nunca aclarado cambio de equipo.  

La figura de Melconian es muy conocida, eterno participante de programas políticos en el prime-time e hincha fanático de Racing Club, fue el candidato a ministro de Economía de Patricia Bullrich, quien salió a bancar la campaña de la hoy ministra de Seguridad cuando naufragaba. Así y todo se ganó que el Presidente se burle de él en público, por su crítica a la imposible dolarización –los fideos con tucos sin fideos ni tucos–. También invitado a la cena de la Fundación Libertad se levantó y se retiró sin mayor escándalo.         

Te leo al revés

El caso de Cachanosky es particular. Aparentemente, su nombre fue vetado por Presidencia para ser invitado en tan prominente cena, junto con el nombre de Ricardo López Murphy, un papelón para los “amantes de la libertad”. La crítica que “Cacha”, como le suelen decir sus conocidos, es que el superávit que viene anunciando el Gobierno es el de caja y no el devengado. El primero sería la resta simple entre lo ingresado y lo egresado, mientras que para el cálculo del devengado se deben incorporar todos los gastos hayan sido erogados o no. La traducción a la economía personal es que si alguien no paga su tarjeta de crédito va a contabilizar un recurso que no es realista. Entre estos gastos no erogados se pueden contar por ejemplo, las deudas a las compañías eléctricas –a las cuales Caputo les está ofreciendo un bono–, a los importadores, y a todos los recortes, como a las universidades que no son sustentables en el tiempo.

¿No future? Otro nombre que parece que tiene probabilidades de sumarse a la lista de los archienemigos presidenciales, es nada menos el de Domingo Cavallo. El padre de la convertibilidad viene mostrando desde su blog (www.cavallo.com.ar) el encarecimiento abrupto de los precios internos en dólares, compartiendo con Rodríguez la impresión de que “los indicadores del nivel de actividad muestran una declinación muy acentuada”. Cavallo tampoco cree que se pueda abrir el cepo próximamente.

La expectativa del ala moderada del Gobierno es que se logre avanzar esta semana con la ley Bases. A pesar de que Milei dijo que no le importaba si salía, no pocos ven una crisis política en ciernes si nuevamente se estanca en la Cámara de Diputados. Por eso la impresión es –como dice un funcionario– “algo tiene que salir”.

*Sociólogo.