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Macri vs. CFK: inicio con falsos buenos modales

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| Cedoc

En lo que puede interpretarse como el inicio informal de la campaña electoral, esta semana la ex presidenta y el Presidente empezaron a mostrar las cartas con las que buscan desafiarse en público.

Ella desde la Feria del Libro y él desde la nueva estación en altura del tren Mitre emitieron mensajes de concordia acuerdista hacia el tercio votante no K ni M (clave para el ballottage), autoelogiaron sus logros (reales o ficticios) y dispararon por elevación al otro lado de la grieta. Todo sin siquiera mencionarse.

Semejante elegancia, más propia de alguna alfombra de la realeza europea que de las embarradas calles del Conurbano, no debería sin embargo llevarnos a la falsa idea de que el proselitismo al que asistiremos transcurrirá por estos buenos modales. Es previsible que dure poco. Muy poco.

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Amén de las obvias tensiones entre quienes pugnarán por el triunfo en la carrera presidencial, a cuarenta días del cierre de listas, ambas candidaturas deben lidiar con situaciones internas complicadas, además de una situación socioeconómica que no da para el optimismo.

Cristina, que aún no anunció si es presidenciable, debe lidiar con un peronismo alternativo que ya le ha mostrado que no se deja seducir solo con palabras, aunque se registraron gestos de distensión poco difundidos, sobre todo en el escenario clave de la provincia de Buenos Aires. Cada vez toma más cuerpo la opción de una postulación que represente a todo el PJ bonaerense con tal de vencer a la estrella de Cambiemos, María Eugenia Vidal.
El principal operador dialoguista de CFK, Alberto Fernández (el duro es su hijo Máximo), confía en que las fricciones pendientes sean aceitadas por el rol que pueda tener a partir de este domingo Schiaretti, triunfador cómodo de los comicios cordobeses y uno de los padres fundadores de Alternativa Federal. Son amigos desde los años 90, cuando eran escuderos de Cavallo.

El previsible triunfo peronista en Córdoba (capital incluida) ya no le quita el sueño a Macri, quien prefiere íntimamente la reelección de Schiaretti antes que un batacazo de Mestre, que encima daría aire a la rebelión nacional de algunos dirigentes radicales. Bastante ya con no haber convencido a Negri de que se bajara.

Los resultados en la provincia mediterránea, antiguo corazón del voto macrista, oscurecerán por unos días estos tiempos de sosiego oficialista con calma financiera e iniciativa política gracias a los diez puntos.
Allí, ahora, se piensa en estirar todo lo posible esa tertulia prefabricada y que el Presidente empiece una sucesión interminable de inauguraciones con Vidal y Larreta, para ver si levanta su alicaída consideración social. No basta con buenos modales.n