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Nadie escapa a la politización

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Cafiero. Ante el Senado respondió tal como a su público le gusta escuchar. | NA.

Quien quiera comprar el libro de Thomas Piketty “Capital e ideología”, en donde se trata al detalle las desigualdades del capitalismo en el mundo, deberá gastar alrededor de $3.000, generando dentro de la librería una enorme desigualdad entre su libro y otros posibles a comprar, o incluso la limitación de acceso a su libro por la escasez de disposición de dinero en el mercado tal como es estudiado por ese autor. Así, Piketty queda incluido, como paradoja, en aquello que denuncia; y no es el único.

En la economía se puede, como en la política, criticar a su mismo espacio de operación, ejecutando acciones en ese ámbito de forma completa y exitosa, con las reglas de juego que estructuralmente ese espacio impone y de las que criticarlas se puede convertir en un trabajo posible y muy rentable. El equivalente funcional de un caso así, pero para el sistema político, es el de Cafiero en el Senado, criticando a la política a través de un proceso confirmatorio de todo lo que la define operativamente: crítica a la oposición, señalamiento de los supuestos logros oficialistas, ataque a los medios de comunicación, indicación de intereses ocultos y un seguimiento de temas apuntados por el perfecto registro de los estudios de opinión de aquello que a su público más gusta escuchar. Al final de su visita al Senado podrá preguntarse si estuvo bien o qué pensará la gente de su forma de expresarse, algo fundamental para la política, ya que vive para la opinión pública y el pánico a sus supuestos movimientos.

Este es el año de la desestabilización. Las elecciones llevan al sistema político al colapso emocional y a la incertidumbre ya que las elecciones se abren como aquello que ocurrirá en el futuro, pero cuyo resultado es siempre una incógnita que puede guardar sorpresas desagradables. Nada de lo que se haga este año perderá de vista el posible impacto en sus respectivos públicos, de modo que la politización es en realidad lo único que tendrán para ofrecer tanto el gobierno como la oposición, y eso es lo que justamente Cafiero intenta exponer al momento de diferenciar, que existen “ellos” y existen los “otros”.

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En algunos casos el sistema político realiza viajes reflexivos al entorno de su sistema operativo, es decir que piensa sobre el mundo y sus problemas más allá de sus conflictos diarios alrededor del poder, la dinámica con la oposición o el impacto en las opiniones de sus electorados. Pueden  jugar a su crítica utilizando una larga tradición de intelectuales e investigadores e investigadoras del siglo pasado o servirse de investigaciones nuevas de algún Think Tank prominente que muestre los problemas de desarrollo o educativos en alguna cena llena de financiadores de estudios, unidos en criticar el estado del país y el mal manejo de la clase política.  Incluso Alberto Fernández, en uno de sus personajes más conocidos, suele disponer vagamente de ideas cuya raíz podría estar en la lectura aparente de “Dialéctica de la ilustración” o de “Ideología y aparatos ideológicos del Estado” cuando se dispone a criticar el capitalismo en su estado actual. Esto tiene un uso limitado al que podríamos indicar como reflexivo, pero de duración anecdótica. Después todos deben volver a la vida real y cotidiana de la tensión política.

Desconfianza entre Alberto y Cristina

Esto suele producir problemas de referencia bastante recurrentes, tanto en sus seguidores como en sus propios protagonistas o intelectuales. En lugar de comprender que la reflexión analítica correspondería a una operación del sistema de la ciencia, y una decisión de gobierno al sistema político, se suele confundir todo esto junto en forma de problemas de esencia. Con el paso del tiempo, sus protagonistas están absolutamente convencidos de que ellos representan una unión esencial entre ideas y operaciones, llegando a la conclusión de que unos son el amor, la vida y el desarrollo, mientras que los otros el odio, la muerte y la destrucción. Estos problemas de referencia son los que exponen el modo en que en nuestro país la política invade todo lo que sea posible y unifica una mirada esencialista con todos los ámbitos que se puedan encontrar. Este tipo de combinaciones es lo que lleva a la idea de una batalla cultural o una batalla total.

Quien quiera revisar que estas perspectivas son operativamente incorrectas, puede rastrear lo que el tiempo produce al momento de cambiar de punto de referencia. La presentación de los datos de pobreza son al mismo tiempo una oportunidad analítica para comprender su evolución y caracterización para cientistas sociales, al mismo tiempo que una chance política de criticar al gobierno nacional y su política económica. Cafiero se saca fotos al lado de las vacuna en Ezeiza no porque esté del lado de la vida, sino porque necesita que quede registrado que el gobierno las trae a pesar de las críticas. Se puede reflexionar, pero nada escapa a su dinámica esencial de tensión entre dos grupos, y todo debe reincorporarse en favor de unos y en contra de los otros.

La exageración argentina por unirlo todo en un mismo espacio, en donde los científicos, los artistas o los periodistas quedan incorporados en la dinámica gobierno/oposición, produce una suerte de bloqueo a la diversidad propia del mundo moderno en donde el espacio de la diferenciación y la especialización, cede su oportunidad a la búsqueda de toda chance de que el mínimo episodio confirme la propia idea o desatienda una decepción que la ponga en riesgo. Todo es llevado a la política, algo esperable para aquel espacio que en 2019 se reivindicaba como el retorno de la iniciativa de eso mismo, versus el mercado. Ahora Cafiero pide lo contrario, pero solo porque este tiempo, como siempre en la sociedad, requiere otro argumento.

Al final, nadie escapa a la sociedad ni a sus presentes renovados. Debería la reflexión social reconocer que se trata siempre de lo que cada momento impone, incluso el de decir algo opuesto, a lo que se suponía esencial antes. Hasta Cafiero espera, tal vez leyendo a PIketty, los nuevos números de imagen, a ver qué tal esos gestos y frases, en su pelea en el senado con la oposición.

 

*Sociólogo.