Cuenta el diario del MST que el último plenario de Ni Una Menos estuvo bravo: las kirchneristas querían remover la cuestión del aborto del centro de los reclamos, provocando la furia de las férreas troskas. Para hacer “convivir los pañuelos celestes y verdes” que pide la fórmula Cristina-Alberto, las K buscan instalar “la violencia económica” como el eje central, al que se supedita el resto de las consignas. En el comuniqué de NUM puede leerse una defensa de las “identidades vulneradas por el capitalismo patriarcal de Mauricio Macri y Cambiemos”, además de una condena a la intervención imperialista en Venezuela. Aunque incluye la perspectiva de las Gordas (que protestan por las cirugías compulsivas que las oprimen), esto enflaquece el movimiento, nacido para combatir los femicidios.
Igualar el patriarcado al gobierno del presidente Miau no le hace favores a la lucha feminista, porque incorporar una bandera partidaria es robarle NUM al resto de las mujeres. El norte medieval tiene gobiernos peronistas desde hace décadas y vota en masa contra el aborto; el líder espiritual del peronismo, Francisco I, es el capitán de los celestes. El peronismo jamás ha sido garantía de respeto a los derechos de las mujeres; sus progresistas contribuyen a avanzar cuestiones de género pero no actúan solas: siempre es en tándem con radicales, macristas y la izquierda. ¿Cómo reclamar una ley universal como la del aborto desde una perspectiva tan particularista? La ley del aborto es para todas, igual que la condena a la violencia de género; la cuestión de las mujeres debe ser una prioridad nacional por fuera de los colores políticos.
Las mejores fotos de la quinta marcha del colectivo Ni Una Menos
La lucha feminista es mucho más importante que la rencilla política. En el océano verde somos todas iguales: las que llevan emoticones de gatos y las que hacen un conejito con los dedos. La única V de la victoria que vale es la que sonríe bajo el cierre del pantalón.