COLUMNISTAS
opinión

No aclares que oscurece

20220625_avion_venezolano_afp_g
Avión. Un caso de estudio muy interesante para analizar cómo se despliega una batalla comunicacional. | afp

El avión venezolano con tripulación iraní es un caso de estudio sobre cómo se despliega la batalla comunicacional. Noticias verdaderas, medias verdades, omisiones y directamente noticias falsas se interrelacionan en una promiscuidad conceptual propia de aquellas situaciones donde las emociones previas hacen que verdadero sea aquello que confirme lo que se ajuste a la idea preconcebida. Un experto en comunicación cínico, pero probablemente acertado le podría aconsejar a un gobernante: no aclare que oscurece, y cierre la boca de todos sus funcionarios esperando que nuevas noticias (Cristina en la CTA, el incendio en la Recoleta) desplacen de los espacios más destacados las noticias del avión.

Lo mismo sucede con las empresas privadas a quienes estaba dirigida la carga que trajo a la Argentina el avión de Emtrasur: los funcionarios de Volkswagen no quieren hablar en ‘on’ y los de la autopartista Faurecia (la multinacional proveedora de Volkswagen quien importó los asientos y tableros que venían de México para el modelo TAOS de Volkswagen) directamente no atienden el teléfono a los periodistas ni recibieron a los periodistas que fueron a su planta en el polo industrial de Berisso en el conurbano bonaerense. 

La explicación sería que ante la falta de asientos y tableros, también en la subsidiaria de Brasil para completar las unidades de los autoplanes del modelo TAOS (terminan doscientos de esos vehículos por día) tuvieron que traerlos de México y en avión en lugar de por barco, debido a que las demoras en entrega de los autoplanes tienen multas punitorias por ley.

Días después llegó otro embarque de autopiezas también desde México para Faurecia/Volkswagen  a través de otra empresa de carga, en ese caso norteamericana, lo que confirmaría que las autopartes importadas eran necesarias y urgentes. Obviamente, ni Faurecia ni Volkswagen son responsables de que el despachante internacional de carga aérea Forwarder Fracht USA contratara primero a un avión de bandera venezolana y luego otro de bandera norteamericana y se comprende que sus ejecutivos no quieran aparecer explicando, para no generar más noticias de su marca asociada a algo oscuro frente a la opinión pública. Pero al limitarse a un solo comunicado que comienza diciendo: “SAS Automotriz Argentina informa que no tiene relación alguna con la situación del avión Boeing 747-300 de transporte de cargas de origen venezolano” permitió que se generaran informaciones, negando el contenido de la carga del avión de Emtrasur.

Que lo transportado haya sido verdadero no quita que pudiera ser una coartada para encubrir otros fines. Y como completar los 250 mil litros de combustible de un Boeing 747 cuesta alrededor de 300 mil dólares, para terminar de entender si el vuelo de Emtrasur tenía lógica comercial o no, falta saber si tenía carga contratada desde la Argentina o algún vecino para llevar de regreso hacia Venezuela, México u otro destino.

Otro que no aclara supuestamente porque también oscurecería es el gobierno de Venezuela, su embajada en Argentina y la propia aerolínea de bandera Conviasa, probablemente a pedido del gobierno argentino para tratar de sacar el caso de la agenda, al dejar de producir nueva información sobre el tema, esperando que siga el mismo curso del escándalo por supuesta corrupción en el Gasoducto desde Vaca Muerta que construye Techint (denunciado por los mismos miembros de la oposición, que en parte, denunciaron el avión iraní) y que diez días después pasó al archivo.

Peor que la falta de información es la información falsa como que el piloto Gholamreza Ghasemi era un homónimo de un importante funcionario del gobierno iraní “porque el piloto tenía diez años menos”, como dijo Aníbal Fernández. Sin llegar a tanto, quienes antagonizan con el gobierno tampoco tuvieron el cuidado de la ponderación. Que el avión fuera parte de compañías aéreas, en su caso Mahan Air y Qeshm Fars Air, que la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC) penalizó haciendo que quienes “llevan a cabo negocios con líneas aéreas iraníes queden expuestos a la aplicación de sanciones por parte de OFAC” no implica que las sanciones a una persona jurídica (una empresa) lo sea también a persona físicas (un piloto o ejecutivo de la empresa: Gholamreza Ghasemi era además, el principal directivo de la empresa). Los tripulantes iraníes del avión de Emtrasur tendrían que ser ellos mismos acusados de terrorismo para poder ser juzgados y/o extraditados. De hecho no había alertas rojas ni pedido de captura sobre las personas físicas ni cargos judiciales.

Al no existir ninguna denuncia previa a la llegada del avión el juez Villena podría imputar al piloto iraní por los hechos nuevos que hubiera cometido en Argentina –algo ilegal como espionaje– con algunas pruebas o transitoriamente apelando a la doctrina denominada “derecho penal del enemigo”. En 1999 en un Congreso de penalistas alemanes en Berlín el profesor Günter Jakobs separó el derecho penal de los ciudadanos del del enemigo colocando en esta situación al terrorismo, el tráfico de drogas, el crimen organizado y la trata de personas. Al enemigo Jakobs le niega la condición de “persona”. Para que alguien sea considerado ciudadano debe dar a cambio “cierta garantía cognitiva de que se va a comportar como persona”. Si no existiera esa garantía se lo somete bajo sospecha considerándolo como “posible creador de peligros no permitidos y potencial enemigo, lo cual lleva consigo la tipificación de conductas creadoras de peligros”. Algo similar al derecho de policía que permite retener a una persona bajo sospecha. Lo que no puede ser sostenida sin existencia de evidencias. El derecho penal del enemigo en lugar de juzgar al individuo por sus acciones pasadas, lo aparta preventivamente de la sociedad en función de sus posibles acciones futuras. Fue muy utilizado en Estados Unidos a partir del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York en 1999 cuando comenzaron a ser sospechosas personas solo por su origen o religión. La prisión de Guantánamo fue su paroxismo.

En la Edad Media se quemaba en la hoguera a las acusadas de brujería, pero no siempre se trató de prejuicios de género. El carácter de enemigo de la sociedad fue abordado por filósofos de la talla de Hobbes, Kant o Rousseau y siempre resultó controversial.

Otra información difusa indicaba que llegaron menos pasajeros de los que salieron, generando también hola de sospechas, porque el mes anterior habían estado en Ciudad del Este en la triple frontera del lado de Paraguay, foco del terrorismo sudamericano. Contrasta la actitud decidida del ministro de Inteligencia de ese país Esteban Aquino, con la permisividad anterior cuando en mayo dejó no solo que el avión llegara y despegara sin problemas, sino que la tripulación iraní pasara tres días en esa ciudad sin ninguna restricción.

Respecto del avión se mencionó la posibilidad de que el Estado argentino lo decomise, lo venda para pagar indemnizaciones a las víctimas de los atentados. En ese caso se podría seguir con la embajada de Irán en Argentina que queda en la avenida Figueroa Alcorta 3229 en Barrio Parque, vecina del contrafrente de la casa de toda la vida de Franco Macri. 

Aunque comprensible por las heridas que dejaron los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA, siempre es deseable levantar el nivel de la discusión en temas tan complejos que requieren lo mejor de nosotros.