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No hay que tenerle miedo al debate

daniel santoro 03022019
Imagen de archivo. Muchos periodistas mostraron su apoyo a su colega de Clarín, Daniel Santoro. | Cedoc

Vengo siguiendo con mucha atención la intensa polémica generada por las acusaciones contra Daniel Santoro en el contexto de la así llamada causa de los cuadernos. El artículo de Agustino Fontevecchia publicado en PERFIL hizo una clara descripción de los hechos y de los debates surgidos en el ámbito de nuestra profesión.

Los debates son necesarios y es bienvenido que salgan a la luz y tomen estado público. Por lo tanto, no le debemos temer a ese ejercicio. Nos hace más transparentes ante la sociedad, destinataria final de nuestro trabajo. Y eso permite que seamos mejores en la prosecución de nuestro objetivo: la búsqueda de la información verdadera. De ese objetivo surge nuestra vocación, que abrazamos con pasión. Una pasión por la que muchas veces se ha dado y se da la vida.  

Lo inquietante del momento que vivimos es la utilización del debate, no para la discusión de una determinado tema concerniente al ejercicio profesional, sino para la descalificación o descrédito del periodista alrededor de quien gira la polémica.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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A lo largo de su carrera, Daniel Santoro ha hecho aportes significativos al conocimiento de la verdad de algunos de los hechos de corrupción más bochornosos de la Argentina de los últimos treinta años. Marcelo D’Alessio ha sido una de sus tantas fuentes y está claro que Daniel ha cometido un error –que ha reconocido– en el manejo de su relación con su informante, quien lo terminó usando como una herramienta para extorsionar gente. De ahí a querer involucrarlo a nuestro colega en un delito hay un trecho enorme.

Cuando Horacio Verbitsky denunció el blanqueo de capitales por parte de familiares de Mauricio Macri, que se beneficiaron de una modificación de la Ley de Blanqueo por medio de un Decreto de Necesidad y Urgencia firmada por él mismo, fue también sujeto de descrédito de muchos que adujeron que lo suyo era una maniobra urdida por quienes buscaban dañar al Gobierno.

Verbitsky dio detalles de una nueva denuncia por extorsión contra Stornelli y D'Alessio

Bob Woodward me comentó una vez que, a lo largo de la investigación del caso Watergate, él y Carl Bernstein cometieron un error que el gobierno de Richard Nixon utilizó para atacarlos fuertemente y descalificar su trabajo. El objetivo era claro: impedir el conocimiento de la verdad sobre ese caso que hizo historia.

He aquí un denominador común: el de personajes del poder que, ante la fuerza de la evidencia provista por el trabajo del periodista, buscan descalificarlo para mantenerse impunes.

Este es el fondo de la cuestión. Y esto es lo que está en juego: la vigencia del periodismo, al que el poder siempre le teme, porque “el periodismo honesto es un instrumento clave para hacer a las sociedades más democráticas y transparentes”, algo de lo cual la Argentina tiena una necesidad infinita.

*Defensor de los Lectores del PERFIL entre 2005 y 2007.